martes, 18 de diciembre de 2012

Letras sin fronteras

Los abuelos nunca mueren

Por: Irene Ángel Agudelo

Pasó su vida plena, desgastándola de a poco, suspirando el aire como si fuera el último, alimentándose de historias contadas por él; vivió como se tiene que vivir y no vivir porque le tocó nacer. 

      El abuelo hablaba de la muerte como extensión de la vida y quería que así lo recordáramos. Alzaba sus manos al cielo y decía que para subir a él, no se necesitaban alas, solo arañar la tierra.

      Entre risas y anécdotas, se pasaba los días sentado en el cafetal, que él mismo recogía en tiempo de cosecha, para luego venderlo a mal precio. 

      Quería que sus hijos estudiaran, ya que él no pudo, aunque aprendió a leer de puro milagro, porque su amigo de todos los tiempos le enseñó solo una vez. Decía que nunca pudo ir a la escuela por falta de tiempo, pues tuvo que trabajar desde muy pequeño.

      En la adolescencia, le quedó mucho tiempo para practicar la lectura, su padre le recordaba todos los días que los libros eran las mejores armas contra la ignorancia y él lo tomó al pie de la letra y logró llegar a ser el mejor lector, enseñando a vecinos. 

      Contaba que cuando cumplió quince años, tuvo que compartir la cama con un primo, de esos que se las saben todas y, gordo por comer todo lo que veía y olía,  era experto en aviones de papel, así que los libros del abuelo que para su abominable primo, no significaban sino la herramienta de su diversión, terminaron todos con las hojas convertidas en aviones de guerra.

      Las carátulas simulaban el techo del depósito de las aeronaves, esta era la prueba irrefutable del crimen contra sus libros, pues si no fuera por esto, mi abuelo, pensaría que eran textos, que el indeseable familiar cargaba siempre con mucho orgullo en la maleta cuando se iba de vacaciones. Todos en la familia creían que era un gran lector, hasta que mi abuelo develó la verdad y supieron que los cargaba solo para hacer aviones con las hojas. 

      Esas portadas de libros sagrados fueron suficiente motivo para despertar la ira de mi abuelo y asentarle un puñetazo en la cara al inventor de aeroplanos. Anécdotas repetidas y, memorizadas por todo el círculo familiar, y cuando llegaba a la parte de “siempre nos ganábamos de mi mamá una pela” ahí ya sabíamos que iba a terminar su larga historia, y empezábamos a levantarnos para salir corriendo a jugar.

      El abuelo, pensábamos, era atemporal, no tenía arrugas ni en el alma, ni el cuerpo, nadie sabía de su edad, aunque podía tener un día noventa y al otro día, tener más de cien, aunque no recordaba mucho sobre su vida, seguía contando las mismas historias robadas o propias, escuchadas por aquellos que tuvieran oídos y paciencia, pues eran largas y repetitivas.

      Nunca se pudo recuperar el registro de nacimiento al quemarse misteriosamente la iglesia del pueblo donde nació, y ese pueblo no era la excepción para estos sucesos, se decía que pueblo que respete su historia tiene que contar la desaparición de algunos registros de nacimiento. El motivo no interesa, pero lo importante, es que sus habitantes, “tengan algo que contar”. 

      Tampoco recordaba el nombre del pueblo, pero algún lugar del suroeste de Antioquia era su terruño. Todo el mundo tiene una tierra que pisar por primera vez, así mi abuelo dijera que él lo único que había pisado en su vida era la tierra, pues nunca había subido a la luna; esa era otra característica de su personalidad, el humor que le imprimía a sus narraciones. 

      Sus hijos buscaron su origen y lo encontraron en Titiribí, aunque no quedaba señal escrita que había nacido allí. De su nacimiento atestiguó la bisnieta de la partera, decía que por historias, solo sabía lo que escuchaba de su bisabuela y era que nunca olvidaba ninguno de los niños que ayudó a nacer, y quedaban escritos en una libreta que nunca se encontró.

      También hay que agregar que fue Titiribí, el único pueblo liberal, donde nunca pudo entrar la violencia con sangre, pues cerraron el pueblo con murallas de cemento y murallas humanas, que no dejaban pasar ni el agua sin permiso y, cuando mi bisabuelo quiso regresar con su familia, ya no pudo porque los caminos estaban cerrados por los militares, recogiendo muertos en las orillas de las carreteras. Así que mi abuelo, volvió a conocer su pueblo, cuando tenía hijos y nietos.

      El abuelo era liberal por genética y convicción, aunque muchos decían que no sabía de política, sino que solo le gustaba la corbata roja por lucirla y tuvieran que decir de él, algo malo, algo bueno, pero que dijeran algo.

      Al llegar al final de su vida, la medicina que le inyectaban para el dolor que  le producía el cáncer, le hacía hablar soñando: “vaya lea la biblia, que viva Dios y yo, que viva el partido liberal”, en esta última frase expiró. Recordé que para él la muerte, era empezar de nuevo la vida, y seguro que en esa vida, iba a tener que empezar a narrar de nuevo todas sus historias, yo imaginaba que empezaría así: “cuando vivía en el otro lado”. No me atrevo a decir si su continuada vida, le gustaría seguirla en un cielo, o seguir pisando una tierra, que era lo más seguro que tenía, decía: no necesito comprar más tierra, porque algún día la voy a tener toda encima; no duermo mucho, porque ya tendré tiempo de hacerlo cuando me llegue la hora. Así era su filosofía de la vida, siempre optimista, de ilusiones al futuro incierto, pero que para él, era más cierto, que morir para continuar viviendo. 

      Se fue una mañana lluviosa de abril a los cien años, aunque digan que eran más, nunca necesitó de lentes para enhebrarle la aguja a mi mamá y a las amigas costureras; misterio para la ciencia, para la familia y para los que creen que la vida se mira con los ojos.

martes, 11 de diciembre de 2012

Impresiones

Diciembre llegó

Por Nadim Marmolejo Sevilla

Para la mayoría de las personas, diciembre es el mes más esperado del año. Es la época en que la familia se junta y los ausentes retornan. La razón es que no hay otro momento del año donde los sentimientos sean más predominantes. Disfrutar de sus noches luminosas y coloridas es algo difícil de rehusar. Por tanto, diciembre es el mes de lo fantástico.

      Pero nunca faltan los que creen que diciembre es solo para otra cosa. Como embriagarse en demasía y salir corriendo a toda velocidad en una motocicleta o un carro por las calles y avenidas de la ciudad, sin considerar los peligros que implica semejante acción. O para sacar sus armas, con o sin salvoconducto, para hacer tiros al aire en una irracional forma de agrandar la celebración. Estos últimos, además de poner en riesgo la vida de cualquier inocente a causa de una bala perdida (que no debería considerársele como tal puesto que no se extravía en realidad sino que toma un camino más largo para matar a alguien), ponen en evidencia su falta de sentido común.

      A estos personajes desequilibrados es necesario ponerles freno antes que llegue la medianoche. Y exigirles que respeten la tradición que nada tiene que ver con sus prácticas perniciosas. Los adultos debemos velar que los niños sean los principales protagonistas durante estos días, por lo que hay que dar buen ejemplo. No pretendo que nos abstengamos de gozar estas fechas del modo en que mejor nos parezca, pero si que tengamos en cuenta que “las reglas son para vivir sin sucumbir a las pasiones”, como decía León Tolstoi.

      Los viajeros por tierra deberán tener cuidado al transitar por la carreteras del país, ya que las mismas no ofrecen completa seguridad debido al invierno último que ha causado derrumbes en varios tramos; las autoridades aeronáuticas y las aerolíneas tendrán que afinar sus procesos de embarque en los aeropuertos para evitar contratiempos. Los pasajeros deberán estar preparados para demoras imprevistas por causa de las consabidas colas en los terminales de salida o por la suspensión de los vuelos a causa del estado del tiempo u otro factor preponderante.

      Cartagena, que es el destino turístico más importante de Colombia por excelencia, no está exenta de estas eventualidades. Sin embargo, desde ya deseo que tenga una de las mejores temporadas turísticas de los últimos tiempos. La vitalidad económica de la industria sin chimeneas de esta ciudad es requisito indispensable para el desarrollo social. Aunque lo más importante es que sea una temporada tranquila, sin muertes en las calles ni en los clubes sociales ni en los eventos públicos, ojalá sin accidentes de tránsito y sin sicariato. Diciembre es el mes de la concordia.

E-mail: nadimar63@hotmail.com

domingo, 9 de diciembre de 2012

El ojo de la cerradura

Luís Altamiranda Sandoval, “Todo un veterano de la Salsa”

Por Tito  Mejía Sarmiento

Luís Altamiranda Sandoval, locutor de mil batallas musicales,  nació y  creció como todo un bacán que se viste de vivos colores en el popularísimo barrio Rebolo de Barranquilla, oyendo una avalancha rítmica de son montuno, guaracha, charanga, pachanga, boogaloo, Jala – jala, latin Jazz, plena, descarga…o sea lo que se conoce con el nombre de  Salsa, que entre otras cosas, lo atrapó por completo en el tiempo y que hasta el sol de hoy, lo tiene aún comprometido en lo que podría fácilmente denominarse como una “disputa perpetua con ese género” ya que sigue presentando todos los domingos con mucho éxito, el programa  salsero Swing Latino “El estadero del aire”, que se difunde de 11 de la mañana hasta las 2 de la tarde por las ondas hertzianas de  Madrigal Estéreo y, que cuenta según las encuestas con  una envidiable audiencia sobre todo en los sectores del denominado Planeta Sur de Barranquilla y en el vecino municipio de Soledad; no importa que en su cabellera sigan cayendo hojas blancas  plagadas de misterios, los cuales algunos,  me son revelados con mucha humildad en esta crónica para la revista La Urraka Cartagena.

      Altamiranda o “el Music Man”, como lo apodó su colega Abel González Chávez hace mucho tiempo, sabe perfectamente que /Pastorita tiene Guararé/,  porque ella es su amiga del alma y la lleva en el corazón / como dice una célebre canción de La Sonora Ponceña.

Se abren las puertas de la radio

      Después de haber obtenido su licencia de locutor profesional, comienza su carrera en la radio, en el programa  “Voces de Soledad” que se emitía los domingos de 10:00 de la mañana  a 12 del mediodía desde el radioteatro de Emisoras Unidas (Calle 34 con carrera 38 esquina) con la conducción de Efraín Mejía Donado,  director de La Cumbia Soledeña,  su primer maestro y padrino. “Ahí participaban entre otros, el famoso cantante Alci Acosta quien a la sazón comenzaba su vida artística como solista, Juancito Gallaspá, con su saxofón y clarinete, el poeta de los negros Pacho Bolaño y Bolisander Pacheco  (Pachequín), el decimero Gabriel Segura, ya desaparecidos y por supuesto, La Cumbia Soledeña. Luego incursioné en Radio Minuto, la emisora pop - musical y complaciente, Radio Cumbia y por último, 25 años en calidad de director artístico en Olímpica A.M y Olímpica Estéreo 99.1, emisoras de la Organización Radial Olímpica”.

¡Cuándo la sintonía era total!
      Este locutor a quien le llueven múltiples invitaciones casi todos los fines de semana en calidad de jurado de salsa en  los principales estaderos de la ciudad, manifiesta tajantemente sin ínfulas  que está orgulloso de haberle dado la oportunidad a muchos locutores de la Costa Caribe que han hecho historia, por ejemplo a Jairo Paba Salcedo en Olímpica A.M. a finales de  los años 70, cuando nadie confiaba en él. “Jairo es el mejor locutor de cabina  que hay en el país y cuidado, el mejor en  América Latina. El mejor pagado. Es creativo, original. Cuando Mike Char, otro locutor fuera de serie y yo lo llamamos a la emisora, muchos decían que era un mojigato, que poníamos en ridículo la radio de nuestra ciudad y míralo donde está, dedo arriba como él mismo dice. También le tendí la mano a Jacob Guerra (q.e.p.d.), Luís Arias, Charlie Fernández, Andy Pérez, Humberto Ferrer, Edgar Castillo, Jimmy Páez Elles (q.e.p.d.), Ralphy Polo y a ti mismo, Tito. Quiero decirles a los lectores de La Urraka que, capítulo aparte merece Miguel Char Abdala. Sin temor a equivocarme, Mike Char como se le conoce artísticamente, ha sido en los últimos tiempos el hombre de la radio más completo en Colombia, conoce al dedillo todo lo relacionado con este medio de comunicación; es productor, ejecutivo brillante, como locutor posee una voz bien educada con tonos altos llenos de matices y además, es cantante y un furibundo amante de la salsa, pero más allá de esos atributos, repito, es una excelente persona y gran amigo. Estuve laborando a su lado por un espacio de 25 años… ¿Dígame usted si no tengo autoridad para ponderar sus virtudes? No es coba, lambonería, es la realidad de la vida, lo digo con toda sinceridad y el propio Mike sabe que es así”.

      Cuando a Luís Altamiranda Sandoval, quien tiene para orgullo de él y su familia más de mil amigos entre artistas nacionales y extranjeros, le pregunto por los mejores momentos de su vida en la radio, cierra sus ojos y me habla con  tonos de nostalgia, de alegrías, de esperanzas. Entonces, se  peina sus gruesos bigotes con una elegancia excepcional como toda persona que viene de donde el mar se aparea con el río y, de donde el verso del bohémico compositor se escapa en cada rincón de la urbe, porque nos recuerda la brevedad del gozo y nuestras razones primeras, las que han ido diseñando el sentido y el itinerario de la búsqueda de esa felicidad caribeña muy singular que va gratificando nuestras raíces y a la vez fecundando más el amor de buen melómano que somos por antonomasia:  

      “Los años 70 y comienzo de los 80 fueron maravillosos, la familia se conglomeraba sanamente alrededor de Olímpica A.M. que era precisamente la emisora del pueblo, una manta tendida en todos los barrios de Barranquilla, modestia aparte, y con una programación musical de acuerdo con los gustos de los oyentes. Había una empatía hermosa con los mismos dueños de pick ups, que entre otras cosas, eran unas emisoras rodantes,  creaciones netamente de los técnicos empíricos en electrónica de la Costa Atlántica,  cuyas presentaciones y glosas eran identificadas por la voz de Mike Char. Recuerdo al Coreano, el Británico, el Rojo,el Timbalero, el Sibanicú, el Gran Fidel, el Gran Ché, el Gran Pijuán, el Gran Torres, el Isleño, el Solista, el Sicodélico, el Ray, el Concord… En Radio Olímpica A.M. había en sus comienzos radioperiódico y noticiero deportivo. En la parte musical realizamos el segundo programa de la salsa en Barranquilla desde los comienzos del 69  hasta el 72: Ritmo, fiesta y sabor, presentado por Miguel Char, Guillermo - Chicho - Barrios (q.e.p.d.)  y mi persona. Con la salida de Chicho de Radio Olímpica,  Miguel y yo creamos aquel muy escuchado programa: el Festival Antillano”.

La vida te da sorpresas, sorpresas tristes
      La noticia se regó como pólvora aquel 10 de marzo de 1980: El locutor cartagenero Jimmy Páez Elles (El rey del Shabalá) de Olímpica A.M. murió al ser arrollado por una tractomula cuando venía de su ciudad natal para Barranquilla, conduciendo su motocicleta. El accidente ocurrió cerca a  Isabel López, corregimiento de Sabanalarga a  la una y cuarenta de la tarde:

      “Todavía tengo grabado el timbre de la maravillosa y estentórea voz del mulato Jimmy Páez Elles, un locutor que trajimos de Cartagena para reforzar la nómina de acá, que había quedado descuadernada por la ida  de dos  estrellas nuestras  de la época, Jairo Paba y Luís Arias, para  Radio Universal de los  hermanos Navarro, quienes les ofrecieron casa, carro, mejores salarios, pero a los pocos meses cuando recuperamos la sintonía, a los dos  les tocó regresar. Recuerdo como si fuera hoy que ese día Jimmy debía sacarte a ti, Tito, que estabas locutando de doce a tres de la tarde. Sonaba por cierto la melodía titulada La rueda de la orquesta Solución de Puerto Rico, esa que en una de sus estrofas dice: / Tú eres la rueda, yo soy el camino, pasas encima de mí dando vueltas / Ese momento quedó clavado en mi corazón y en mi mente para siempre. El negro Jimmy tenía mucho futuro en la radio. También me dio duro y ese día, lloré con toda mi alma, la desaparición del gran periodista deportivo Fabio Poveda Márquez, otro grande de Colombia. Cuando murió Jacob Guerra Camacho, duré casi ocho días desanimado. Jacob era una de las mejores voces y gran maestro de ceremonias. Otro instante triste fue el día cuando me despidieron de la Organización Radial Olímpica (ORO). A nivel empresarial, todo normal; fueron decisiones de la empresa y que uno tuvo que aceptar indeclinablemente. Desde el punto de vista de la forma en que se hizo realmente el despido, no fue lo que yo hubiese deseado. Fue muy duro para mí, pero bueno ese mal rato lo asumí sin ninguna clase de resentimiento, además ese episodio no ha opacado todo lo positivo que experimenté en mis 25 años continuos, en una empresa radial a la cual le entregué todo mi cariño, mis fuerzas con mucha dedicación, mi vida. Además de contribuir un poco colocando un ladrillito en los cimientos de lo que es hoy en día esa maravillosa empresa, orgullo de Barranquilla para Colombia, y que aún sigo queriendo”.

Swing latino: “El estadero del aire”
      Todos los domingos, “Altamiranda sale de su casa ubicada en el barrio El Silencio de la carrera 26C2No. 79-22 a las nueve y treinta de la mañana, directo a Madrigal Estéreo. Mientras conduce su carro, mueve su cabeza de lado a lado. Silba y tararea como si parodiara al gran Joe Arroyo con su famosa  melodía “Tania”: / Voy a la ciudad, voy a trabajar ahí está el placer, lo voy a buscar. ¿Cómo me llaman? Eso no importa, yo te vengo a buscar, mamá. Te vengo a buscar, ¡Oh Tania, Tania! Yeah! 

      Ya en plena faena laboral dominical, ordena al control de turno que inicie el programa Swing Latino, el estadero del aire con el tema salsero: “El tumbao y Celia”, interpretado por la guarachera de Cuba, Celia Cruz & Johnny Pacheco. Definitivamente, este hombre es todo un veterano de la salsa por donde se le mire.                 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Hispanorama

Rememorando los comienzos de la crisis editorial en primera persona

Por Alicia Rosell*

Hoy deseo contaros una anécdota para quitarle hierro al asunto del paradigma editorial ante el que nos encontramos. Una historia que tildo de anécdota ahora que ha pasado el tiempo y puedo hablar de ella desde casi todas sus connotaciones por la visión preclara con que la distancia en el tiempo me permite hacerlo…

      Acudí a una conferencia o debate-coloquio que se celebró en la Biblioteca de Bidebarrieta allá por febrero del año 2008, en el marco de las sesiones ‘Diálogos con la Literatura’. Allí, conocí a Luisa Etxenike y a Ana Mª Moix, ambas escritoras.  La segunda, hermana del carismático y desaparecido escritor y cinéfilo, Terenci Moix. El tema versaba casualmente, sobre el mismo tema y casi con el mismo título de la conferencia que yo ofrecí años antes en la ‘Sala Juan Larrea’ de la Gran Vía Bilbaína allá por el año en que la escritora y ahora catedrática, Soledad Puértolas, ganó el Premio Planeta: "¿Existe o no existe la Literatura Femenina como tal?" Este era el título de mi conferencia, similar al que ofrecieron ellas con mucha más enjundia y oratoria que la mía, porque es obvio que hay que tener 'tablas' y experiencia de años vividos. 

      Me llamó mucho la atención que el título versara “Mujer y escritura: La literatura escrita por mujeres frente a la de ‘contenido femenino’, la existencia o no de una ‘literatura femenina’ como tal”. ¿Ven la similitud? Pues habían pasado casi diez años entre mi conferencia y este coloquio abordando el mismo tema. 

      Como siempre, salió a colación el ‘San Benito’ que nos cuelgan a las escritoras cuando se nos pretende encasillar como escritoras feministas o que escribimos solo literatura femenina, dando por hecho que ésta existe y diferenciándola de la ¿masculina? Jamás hablamos de literatura masculina, ¿por qué nos siguen tocando la moral a las escritoras con este ‘San Benito’ de diferenciar la literatura femenina del resto? Pero como esto es asunto para otro día,   continúo con mi anécdota, que no lo es tanto...

      Confieso que acudí más bien por la curiosidad suscitada en mí al ver la coincidencia del tema del coloquio. Pero también por las escritoras a quienes admiraba. Y porque Bruguera era mi referente editorial desde la infancia. Aún me recuerdo en el despacho del Director de la sucursal en la Calle Gran Canarias de Deusto presentándome como escritora… Hay que ver qué osados somos en plena juventud. Creemos que es llegar, tocar la puerta y todo listo.  

      Ya ven: Les estoy hablando de finales de la década de los setenta, cuando todo funcionaba sin ordenadores y algunos editores aún recibían a jóvenes escritores en sus propios despachos en lugar de citarse en el hall o la cafetería de hoteles. 
Esta curiosidad por asistir al evento literario me ofreció la posibilidad de poder escuchar a Luisa Etxenike, escritora donostiarra que hasta hace poco ha sido presidenta de la AEE/EIE (Asociación de Escritores Vascos), que me dejó anonadada con su capacidad de oratoria, aunque no menos sorprendida me dejó Ana María Moix, cuando comenzó a desplegar su acerbo cultural que se vio sorprendida por las réplicas bien fundamentadas que le hizo Luisa Etxenike.

      ¿Dónde está la anécdota? Se estarán preguntando... En algo tan curioso como simple, pero les haré esperar porque les continúo contando cómo transcurrió el evento.

      Durante la conversación que mantuvimos al finalizar el coloquio, cuando le pregunté a Ana María Moix por Bruguera y me dijo que ya no era su directora, le comenté que me había embarcado en el proyecto de crear mi propia editorial. A ella la habían 'retirado' de su puesto como editora al eliminar su sello, el mismo que había sido recobrado poco tiempo atrás desde el recuerdo y la desmemoria cultural de este país. Estábamos viviendo en pleno año 2008 y el Grupo Zeta ya no podía con la crisis, causa y motivo de volver a desaparecer el emblemático sello catalán que me brindó grandes lecturas en mi infancia y primera adolescencia. (Fíjense en la fecha que estamos y verán que la cosa sigue igual o peor). 

      Mi sorpresa no debió serlo, pues los cambios del paradigma cultural que darían paso al libro digital ya eran mucho más que un simple amago. Era obvio que antes o después iba a pasar aunque también es cierto que eran los comienzos del cambio. Fue cuando Ana Mª Moix me dijo que era ‘muy valiente’ por ponerme a crear una editorial cuando otras empezaban ya a cerrar y más siendo mujer.  Me deseó mucha suerte y por ello es que estoy contándoles todo esto. Por el imperioso deseo de agradecérselo por escrito como se lo agradecí en persona en aquel momento. El hecho de no haber abandonado mi proyecto sino de ir consolidándolo poco a poco, se lo debo a sus buenos deseos. Porque sé que no me lo dijo con ironía, sino con sinceridad, algo que se aprecia en las personas auténticas. Y ella me lo pareció. “Gracias, Ana María Moix. Si yo soy valiente, tú nunca lo fuiste menos”.

      Tanto si es así, como si no lo fuera, hoy estoy contándoles que esta escritora que soy yo metida a editora, por vocación y necesidades que cubrir en mi red social Hispanoamericana HISPANORAMA, sigue sin tener miedo de nada. Mucho menos de la crisis ni del fin del mundo que se avecina según el calendario Maya.

      No tiene gracia la historia, si ya lo sé. No es la anécdota al uso que logra esbozar una sonrisa, pero me sirve para compartirles mis experiencias. No sé si llegaré a escribir algún día mis memorias como editora.  Si así fuera, significará que la suerte me siguió acompañando. Tanto si el libro se queda en digital como si convive con el físico o aparecen nuevos sistemas de lectura inimaginables por ahora, supondrá haberlo logrado.

      Mi única pretensión es contarles esto para que sepan que la larga crisis que afecta a las editoriales -acrecentada por la económica-, no es solo necesaria para ir acorde con los tiempos, sino para que los verdaderos escritores sigan escribiendo y no tenga que seguir animando a quienes sirven y desanimando a quienes no sirven. Tarea ingrata la segunda, por cierto. Pues siendo editora me enfrento a mis demonios como escritora. En ocasiones, me hacen sentirme una especie de ‘Doctor Jekyll y Mr. Hyde’ en mujer, por mis sentimientos encontrados y disociados en al área de la edición y la literatura a la hora de decidir qué debe prevalecer por bien de la Literatura.

      Recapitulando: Los cambios causados por la crisis editorial será una criba excelente con la cual se irá comprobando quien escribe por vocación y quien por comerciar con obras convertidas en best-seller por obra y gracia de acuerdos entre grandes editoriales, que sí saben cómo remontar la crisis. 

      No arremeto contra ningún escritor porque sería arremeter contra mí misma, que también lo soy. Mucho menos contra mis colegas editores porque vivo la misma situación. Pero sean sinceros, colegas y lectores, personas del ámbito editorial y del gremio, ¿no es peor la crisis por exceso de escritores y libros de baja calidad que por el mero hecho del paso del libro de papel al libro digital? 

      En mi humilde opinión, estamos en la necesidad de vivir esta crisis -tanto escritores como editores- para comenzar a hacer esa 'criba' que para nada será discriminatoria, sino más bien, justicia literaria. Si nada es real, si ni la misma democracia lo es, si todo está corrompido en nuestra sociedad, ¿acaso todavía existe alguien que no cree que también suceda lo mismo tras la gestión de algunos sectores literarios? Ustedes piensen libremente, como debe ser, que yo llevo estos años, desde mi primer encuentro con ambas escritoras, recordando lo que habría de venirse y sintiéndome bamboleada sobre las aguas turbulentas de este proceloso mar de ambiciones e intereses creados sobre el cual navego contra viento y marea.

      Pero no debe extrañarnos. España cañí sigue siendo la misma España del Siglo de Oro de la Literatura, cuando la picaresca formaba parte de la vida diaria, aunque fuera para calmar el hambre.  La diferencia con la de España de hoy, sin duda, es que la picaresca no es por tanto por hambre, sino por pura y absoluta ambición de poder.  De la otra picaresca, la de los Premios Literarios, no voy a hablar en esta ocasión aunque formen parte de la misma. También yo los convoco y nadie tira piedras a su tejado, pero se merecería un análisis muy personal desde mi punto de mirada crítico, siempre procurando que sea lo más constructivo posible. 

      Del mismo modo que sucede con los numerosos ‘Premios’ que surgen sin recato para acabar desapareciendo cuando las ventas no aumentan el capital de una editorial de forma pingüe, también se dan intereses disímiles entre escritores; y tanto de lo mismo sucede entre los muchos editores que van surgiendo con los cambios, nuevas formas y métodos de edición y publicación. 

      Si me han seguido hasta este final comprenderán que me sienta con fuerzas para aguantar dos y tres años más, mientras sigo esperando que en el entreacto, el paradigmático panorama se haya estabilizado. 

      ¿La anécdota? No es tan buena, pero me ha servido para hacerles leerme. Fue que la grabadora estuvo como grabando –con la luz encendida-, pero no grabó nada del magnífico coloquio entre ambas escritoras y la moderadora periodista que las acompañaba. Era mi segunda mini grabadora por sistema de cinta y me había ocurrido en otras ocasiones. Esa tarde decidí que me compraría una grabadora digital. ¿Lo ven? Aparece el término ‘digital’ por doquier. Y es que el paradigma y sus cambios, no solo arremete contra el mundo del libro.

      La suerte existe y se da. Nunca olvidaré el gesto de Ana Mª Moix para conmigo y el rictus desolador cuando me habló de cómo llegó a su fin en el sello editorial Bruguera. Pero muchos factores se quedan sin comentar y es importante que sean abordados para entender el pasado de la edición y el presente, que por cierto, es ya el futuro.

*Escritora y directora editoral de Iberoamericana de Ediciones "ALICIA ROSELL® Editorial" a través de HISPANORAMA (Group Hispanorama Audiovisuals, S.L. www.hispanorama.net)

Bitácora

El complejo mundo de las cosas

Por Pedro Conrado Cúdriz

Están sueltas por el mundo doméstico de uno, sin arbitrariedad y sin ninguna clase de insolencias. Están puestas con ternura y esmero en los rincones, en la sala o en la alcoba, incluso, llegan hasta el baño con la paciencia de un objeto en apariencia domesticado. En otras ocasiones se van con uno de paseo por el barrio, o por la ciudad, o por el último rincón del mundo; tienen los privilegios que no tienen otros seres vivos y viven esto último como quien ignora la muerte. 

      Son unas observadoras acuciosas de nuestros aleteos por el universo de la casa y sin ninguna clase de asombros, nos ven volar cerca de ellas, y sólo se espantan con la cola luminosa de su propia risa, que es un canto al silencio de lluvia de las horas. Cuando nos ven ajetreados o estresados, a ellas les gustaría compartir con nosotros las penas y las argucias de la existencia, pero solamente nos observan porque la naturaleza de las que están hechas, no les permite ir más allá de la hermosura de la contemplación y la quietud. Su sufrimiento es entonces atroz, porque de tanto convivir con nosotros sus afectos se han depurado con exquisitez en la vieja manía del vivir juntos.

      Nosotros en cambio, las ignoramos en la espesura de los días y las noches; tanto, que ellas también se olvidan de sus propias existencias. Los fines de semana, recordamos que ellas también forman parte del paisaje familiar y es en esos instantes, cuando las tocamos y las limpiamos con los trapos más viejos de la casa sin demostrarles el aprecio por sus servicios decorativos. ¿Qué sería de la casa sin ellas? o ¿qué sería de la vida personal de nosotros sin sus servicios? No me atrevo a responder estas preguntas por el temor a que me escuchen, o por el miedo de ser descubierto in fraganti y  entonces, ellas se resistan a brillar con fulgor las instancias. 

      Uno sin embargo, no piensa que las cosas sientan y piensen por si solas, uno las cree inertes porque se dejan arrastrar de un lugar para otro, como le ocurre a María, o a todas las Marías y a todas las Martinas del mundo, que todas las semanas desarreglan la casa y los objetos, que así también se le llama a las cosas, en una aventura graciosa para éstas, que parecían condenadas al mismo lugar. En el nuevo arreglo de las instancias de la sala, la risa de los objetos es ensordecedora y cómplice; los humanos no hemos podido comunicarnos con las cosas por falta de entrenamiento y cuidado en el desciframiento de su lenguaje misterioso. Yo sólo he logrado conocer a una persona que lograba comunicarse con las cosas y al que todos consideraban un orate de cuatro pisos. En alguno de los días mágicos, esta persona hablaba seriamente de esclavitud con las cosas, sobre todo con las mayores, sea el padre o la madre, porque las más jóvenes eran entrenadas para poder alcanzar la sensibilidad de las mayores, que podían comunicarse con algunos humanos sin mayores esfuerzos. En las conversaciones, lograba enterarme del mal genio de las cosas y de su posición de esclavistas. “No logro, decía una, comprender porque los seres humanos dependen tanto de nosotras” .

      En estas conversaciones de desquiciados logré comprender la inversión del mundo, en la cual los seres humanos se creían dueños del universo con sus cosas y sus manuales, los equipos, los trajes, los CDs, los abanicos, las computadoras, los autos, las mesas, las sillas, las grabadoras, los aretes, los dientes de oro y todas las cosas que ellos lograban adquirir con el dinero, con el que podían comprarlo casi todo, o creían comprarlo todo, sin saber que nada era de nadie y si acaso, terminábamos esclavos de ese mundo de cachivaches que dominaban los espacios físicos y de paso nos esclavizaban a todos nosotros. Cómo nos asombra, mejor, cómo me asombra a mí, la economía de objetos de los chinos, sin tanto perendengue y sin tantas cosas de estorbos en las instancias que habitan; son menos esclavos que nosotros y más inteligentes culturalmente porque todas las cosas que hacen las venden a occidente y ellos sólo se quedan con las sensaciones de haber tocado el poder de los objetos que fabrican. La variedad de la cultura occidental que nosotros representamos no ha logrado entender todavía el sistema esclavistas que representa el complejo mundo de las cosas, lo que quiere decir que éstas seguirán siendo más importantes que nosotros, los seres humanos, y por más tiempo del previsto.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Arcoiris

Adiós a los carros

Por Yamile Aisa Quiroz Quiroz
       ¨Gitanamora¨

En los meses de lluvias tormentosas, en el Caribe, nos asuelan además de la naturaleza, la inoperancia administrativa del Estado.

      En esta aún bella ciudad, contamos con los puentes más prácticos, desechables -funcionan  por la temporada de lluvias nada más-  operados por hombres o por jóvenes casi niños quienes a veces ponen en riesgo sus vidas  por la fuerza de las aguas lluvias, que corren por las calles de la ciudad, haciendo caso omiso a las desviaciones arquitectónicas. Ahora aparecen nuevos transportes en ruedas para dos o tres personas, triciclos con techo que apenas te tapa del sol y las aguas del cielo. Te sientes en el centro comercial de cualquier ciudad de la India, más aún al transitar por las calles del centro de ¨La Arenosa¨, atestadas de pequeños ventorrillos que desbordan las aceras cayendo a la vía, venden desde una piedra de afilar, pasando por ropa tenis o yines hasta la vajilla china completa o por plato si así lo requieres. Se reinstalaron  después de los esfuerzos infructuosos del sacerdote Alcalde, quien a pesar de haberlos desalojado del centro, de la calle 30, del mercado de Barranquilla, están subiendo por la ciudad y fácil los ves ahora en la calle 84 con sus megáfonos publicitando la mercancía de los almacenes...

      En el pasar de una calle a la otra en estos  triciclos, sientes y ves deslizarse las aguas turbulentas bajo las ruedas del frágil vehículo y crees que el triciclo se voltea tras la última vuelta inclinada del carro al tomar la esquina, luchando contra las aguas lluvias.

      En Barranquilla son proverbiales los aguaceros y sus arroyos, con los nombres que se han merecido: Arroyo La María, Arroyo del Country, Arroyo Felicidad…Curiosamente son por el contrario terroríficos y funestos ya que han cobrado más de una vida por imprudencia o desconocimiento de los conductores, quienes osan atravesar el arroyo o bajarse del vehículo, con la consiguiente arrastrada hasta el final del torrente que es el comienzo del mar, llegando allí sin vida.
      Las personas que no conocen este fenómeno de los arroyos, al pasar por las calles del centro por donde pasa el Arroyo Felicidad, pueden ver unos andenes altos, casi tan altos o más de lo que  pueda tallar un hombre adulto… La razón: salvar las casas de las aguas, evitar entren a las viviendas y para ello han colocado muros altos o hechas las casas sobre cimientos de más de un metro de altura.

      Esto comenzó y empeoró al parecer cuando se canalizaron arroyos ¨más arriba¨, cuando se decidió que Barranquilla no podía tener alcantarillado por ¨estar por debajo¨ del nivel del río Magdalena, donde desembocan todas estas aguas antes de llegar al mar Caribe. Pero los  científicos y técnicos en cosas fluviales han demostrado que esto no es cierto; que en el mundo hay más de una ciudad por debajo del nivel del río correspondiente y tienen alcantarillado sin problemas. Entonces sucede lo que decíamos al principio: la inoperancia del Estado.

      De todas formas es fácil en épocas de lluvias ver cómo llega hasta nuestros pies literalmente una fuerte avalancha repentina, todo porque más arriba en otros barrios lejanos ha caído ¨tronco¨ de aguacero  y nosotros sólo hemos observado un cielo oscuro encapotado, que anuncia la tormenta que ya está hecha realidad a  nuestros pies.

Adiós a los carros

      La lluvia ha lavado y barrido las calles de la ciudad. Barrido sí, porque algunos  tienen la mala costumbre de echar al arroyo que pase por el frente de su casa, todo lo que ya no se necesita.

      Así, no es extraño ver un colchón sobre las aguas, seguido por una mesa de comedor y sus cuatro sillas,  encima de pronto alguna caja de pudín de cumpleaños. Dan ganas a veces de guardar estas increíbles  imágenes.

      Y cuando es muy fuerte el aguacero, hasta vehículos se ven pasar… ya estos sí arrastrados por la fuerza del agua, sin permiso de los dueños quienes por lo general salen en la foto del periódico del día siguiente, agitando los brazos como diciéndoles adiós a los carros.

      En años pasados el periódico local mostró la foto de un vehículo amarrado con cadenas a un poste, en intento preventivo para no perder el carro por el arroyo intempestivo.

      Pero lo que el aguacero de estos días se debiera llevar, son los politicastros en sus curules, subiendo y bajando en la corriente como pidiendo otra vez votos, más atrás a los administradores de clínicas que por aplicar la Ley de Inseguridad Social, junto con las EPS, las IPS, están acabando con los pacientes más rápido con su mala atención  que las mismas enfermedades por graves que estas sean. Luego a los maltratadores de niños, de mujeres, de viejos, de minorías étnicas, de los desfavorecidos por Lakshmi diosa de la fortuna…arrastrar en sus aguas los burócratas que complican cualquier proceso por más sencillo que sea, a los administradores de la cosa pública, que ya dejo de ser pública para ser de ellos al privatizarlas,…

      No quedó ningún espectador, porque todos tenemos algo que echar al arroyo o nos echan a él. 
Parece que la lluvia lavó todo bien…

Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca.                                                                                     Proverbio sufí

gitanamora.quiroz@gmail.com

martes, 4 de diciembre de 2012

Mundo de palabras

Del «árbol de la amistad» debe caer la fruta «podrida»

Por Jairo Cala Otero

Hay algunas personas que renuncian a tener amigos, sus razones tendrán. Otras se quejan porque no consiguen amigos, sus razones tendrán. Y unas pocas quieren llenarse de miles de amigos, como dice la canción de Roberto Carlos; también sus razones tendrán. A cada grupo, e individualmente a cada persona, deberá respetársele su apreciación sobre la amistad.

      Quienes aprecian la amistad en una dimensión más allá de una simple relación social dicen que un amigo es un ángel custodio que se nos asigna, para que cuide de nosotros. Es probable que eso sea cierto. Porque no es mentira que hay amigos tan entregados a sus amigos que son capaces de velar por ellos en todas las facetas que la vida les ofrece. Por supuesto, sin enfocarnos apenas en aquellos episodios en que algún altibajo monetario se aposenta en nuestro entorno y nos hace la vida imposible, porque nos taladra el alma. Aunque ese aspecto está incluido, pero no es el único.

      Hay amigos que se comportan mucho mejor que algunos hermanos. Y estos, a veces, son tan frívolos en el trato con sus consanguíneos que podría decirse que tienen más «calor humano» los pingüinos que ellos. ¡Casos se dan por doquier!

      Descorazona, pero es preciso hacer referencia a los amigos desleales, a los que traicionan la causa por la que dijeron establecer una relación fraterna con alguien; a los que no se arredran para pensar solamente en sus voraces apetitos y asestar un duro golpe a sus mejores amigos en un negocio, o en circunstancia semejante en que el «dios» dinero se inmiscuye, casi que inevitablemente. Como en los casos en que con argucias ─que usan como escudo─ esos falsos amigos arrollan a sus relacionados; los despojan de dinero sagrado, obtenido por servicios prestados eficientemente (a veces para librar al saqueador de compromisos que no fue capaz de cumplir). Después acuden a argumentos insulsos e injustificables, para tratar de validar su latrocinio. 

      En esos y en muchos otros casos la amistad traicionada duele, duele tanto como debe de doler una herida de bala o de arma cortopunzante sobre el pecho. Pero, poco a poco, como bálsamo mágico, el paso del tiempo disipa ese dolor, si bien hay que soportarlo por largo trecho. Pero se pierde en el inescrutable «túnel del tiempo». Entonces es cuando se puede afirmar que el traicionado ha sacudido el «árbol de la amistad» para hacer que la «fruta podrida» cayera al suelo, y se consumara hasta su desaparición por sí misma con el silencioso abono del desdén y el olvido de quien fue su «fruticultor».

      Quizás esos episodios desalentadores son los que hacen que muchos digan que no hay amigos de verdad, sino simples conocidos. Hemos de concederles razón también, por respeto a sus sentimientos. Significa que aquellos traidores solo usaron la bondad del término ‘amistad’ para saciar su apetito de lucro monetario, a nombre de su amigo traicionado y de la soberana relación amistosa. ¡Son semejantes a un «dólar ruso»; o a un billete de cincuenta mil pesos en cachemira!
  
      Pero amigos sí hay. Por doquier se pueden encontrar, pero hay que saber buscarlos y seleccionarlos. He ahí la diferencia. No es asunto de sentarse a aguardar su llegada, pues aunque eso pueda suceder no tiene el mismo mérito que decir: «Conquisté una amistad valiosísima con fulano o mengana».

      Amigo, entonces, no es el que se aprovecha del otro para beneficiarse. ¡Ese es un granuja! Amigo es quien al guardar reverencial respeto por la relación de amistad, jamás osaría comportarse como vulgar bandido con su amigo. 

      El amigo real es capaz de actuar en todo momento con franqueza, lealtad, transparencia, sinceridad y, ante todo, con sumo respeto por el otro. 

domingo, 2 de diciembre de 2012

Vox populi

Ensalada española:
Una mezcla confusa sin conexión.

Por Alfonso Hamburger

Usualmente se dice que al perro macho lo capan una sola vez y que guerra avisada no mata a cojo, pero  yo, que había pregonado por el mundo el cuento del profesor Joche Rodríguez, he repetido la escena, consciente de que me iba a llevar una frustración, muchos años después.

      Hace quizás treinta años, en los mejores tiempos del Instituto Rodríguez, en que el carro del profesor con solo pitar espantaba a  los estudiantes que andaban por las calles jugando chimarra, el distinguido maestro quiso deslumbrar a su chofer, en uno de tantos viajes a Cartagena, pidiendo una ensalada rusa, que jamás había probado, en un restaurante de lujo. En cambio, su chofer, para ir seguro, a la fija, pidió simplemente un mondongo, no obstante que en la carta decía “Cayitos a la madrileña”.

      Una vez le trajeron la ensalada, el profesor hizo varios intentos por entender su suerte. Metía el tenedor  y solo puyaba hojas y más hojas, coles, repollos fríos y pimentones duros rociados con vinagre. Es decir, una mezcla confusa y sin conexión. El profesor miraba con ansias locas como su chofer devoraba el mondongo, mientras él no encontraba siquiera la forma de asir las hojas frías e insipidas que le habían servido.
      -         Tas puyao, eso solo te pasa a ti, reía por dentro el chofer.

      Y tanto repetir este cuento que en esta visita a Santa Marta, que lo he vivido doblemente, en este taller liderado por Consejo de Redacción, sobre seguimiento a los dineros públicos. Primero fue en un restaurante Italiano, que se congestionó con solo los 21 periodistas del taller. Pedí un asado al horno y lo que sirvieron no fue más que una carne guisada.
      Y por la noche, en un restaurante de comida española  o  al menos atendido por españoles, fui el ultimo en ser atendido. Y para no llevarme una frustración, en una gama de nombres extrañas del menú, pedí pechuga de pollo. Al rato se acercó el español – un tipo calvo, flaco, barbudo y mal vestido- a disculparse,  pues se había acabado el pollo.  Los compañeros ya estaban desesperados, pues la luz se fue dos veces, pero los pedidos no llegaban. Y esos que no habían ido todos, sino una parte.
      -         Tráigame la especialidad de la casa, pero algo que sea liviano, le ordené.

      -         Ah, una ensalada española Tibai (algo así)

      -         ¿Qué trae?

      -         Pimentón, repollo, huevos cocidos, vinagre, etc.

      -         Listo, le dije.

      Al cabo rato el español trajo la ensalada.  Tenía medio cuarto de  huevos de gallina  cocido, repollo fresco y pimentón duro que fue quedando amontonado. Una vaina insípida, sin conexión con mi paladar. ¡Qué vaina desastrosa!
      Con el precio que pagué por la ensalada española, en Magangué se habrían comprado tres boca- chicos grandes con bastante yuca , guarapo de panela y limón  y habría alcanzado para tres personas.

      La idea es ir a la fija,  para no llevarnos tremenda frustración.
     Lo cierto es que busqué la receta española en la Internet y no hallé ni rastro. Menos mal que ensalada también es  una composición poética en la cual se incluyen esparcidos versos de otras poesías.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Desde el malecón

Ridículo e indignante

Por Ignacio Verbel Vergara

El huracán Sandy que derivaría en tormenta, arrasó con vidas,  poblados e importante infraestructura de países pobres como Jamaica, Haití y  Cuba el pasado mes de Octubre y  se encarnizó también contra la parte noreste de EEUU, creando verdaderos cementerios de casas, automóviles, cables eléctricos, postes de alumbrado y otros objetos en Nueva York y en la costa de New Jersey, además de cercenar centenares de vidas humanas, fue también motivo para medir las desigualdades, injusticias y ridiculeces de este mundo. 

      El 25 de Octubre de 2012, Sandy atacaba a Cuba de sur a norte en el centro de oriente, dejando a su paso una dolorosa estela de destrucción materializada en desapariciones humanas, destajo de arboledas, asolamiento de sembrados, eliminación del sistema eléctrico en centenares de poblaciones, devastación de millares de viviendas, daños enormes en carreteras y puentes, inundaciones. Un testigo de primer orden relata: 

      Era impresionante ver cuánto daño había hecho el huracán  principalmente en la zona rural. Destruyó muchas casas pero me llamo más la atención el daño que la naturaleza se hizo a sí misma. Hay lugares donde no quedó ni un árbol, en otros los que quedaron están tronchados, sin hojas, totalmente desbrozados. Mucha gente que tenía casas improvisadas de madera y zinc pues se quedaron sin nada, lo bueno es que entre vecinos se han ayudado mucho. El gobierno, poco a poco está tratando de reconstruir todo lo desolado.  La gente pasó muchos días sin agua y sin luz.

      Sin embargo, los grandes periódicos del mundo y las más importantes cadenas de televisión y radio de los cinco continentes minimizaban el asunto o informaban muy sesgadamente de la situación, mientras que dedicaban toda la atención a lo que acontecería cuando Sandy impactara contra costas de EEUU. 

      Como ya se sabe, a pesar de las previsiones y de la información científica y tecnológica que poseían los gringos, la llegada de Sandy a territorio estadounidense el 30 de Octubre, fue letal. Nunca, después de los estragos del Katrina y del atentado a las Torres Gemelas, habían sufrido, temido y soportado tanto. 

      En ese contexto, fue plausible que muchos estados, ONGs y colectivos filantrópicos del mundo encaminasen millares de toneladas de ayuda a los damnificados tanto de las islas caribeñas como de los estadounidenses. Lo inadmisible es que Colombia se hubiese apresurado a brindar ayuda al gran coloso del norte y no lo hiciera en igual medida con los países pobres afectados. Pero lo más censurable es que nuestro país que tiene centenares de nacionales en Cuba, gozando de la generosidad del gobierno de aquel diminuto pero solidario país que les concedió becas para que realicen pre y postgrados en Medicina y otras disciplinas, se hubiese despreocupado por la suerte de estos, lo que no hicieron el resto de países que tienen ciudadanos allá. Uno de esos becarios colombianos residentes en la isla, más específicamente en Santiago, relata:

      De los países que tienen estudiantes acá, todos mandaron ayudas a sus connacionales: a los ecuatorianos les mandaron un bolso a cada uno, que contenía agua, víveres, productos de aseo, medicamentos primarios y otros objetos;  a los mejicano su gobierno  les mandó mucha comida, agua y 200 dólares para cada uno; de todas las naciones con estudiantes acá ( a excepción de Colombia), llegaron buenas ayudas para su gente. Cuando nos dimos cuenta de la desprotección en que estábamos, todos los estudiantes colombianos becarios en Cuba, mandamos cartas a la embajada colombiana solicitando solidaridad dado que, a pesar de que el gobierno cubano cubre en gran medida y de manera satisfactoria nuestras necesidades integrales, la ruina y el desabastecimiento que el huracán produjo, mermó temporalmente la capacidad para hacerlo como siempre, tal como mermó en ese momento la atención para los mismos cubanos, pero de la embajada nos contestaron que estaban felices porque ninguno de nosotros había muerto, y nos adjuntaron  una lata de sardina para cada uno, 2 atunes (que hubo que rifar entre todos)  y 1 litro de agua. Manifestaban  que no tenían presupuesto para más. Esas pírricas cosas llegaron 14 días después del huracán y ni siquiera pagaron el envío pues aprovecharon que una ONG colombiana  venía a traer ayuda y en sus vehículos metieron  las ridiculeces que nos mandaron. Cuando nuestros padres, en Colombia, se enteraron del asunto,  estaban indignados porque a EEUU que está mejor económicamente sí  se mandó mucha ayuda por parte de nuestra nación. “¿Adónde van a pagar los impuestos que pagamos?”, se preguntaron.

      ¡Ridículo proceder! ¡Indignante ¡ ¡Y eso que los diálogos de paz se están llevando a cabo en La Habana! Tal conducta desdice de la seriedad del gobierno en cuanto a sus intenciones para con la sociedad colombiana. En la agenda para  dichos diálogos se han propuesto temas que tienen que ver con la equidad, con  la justicia, con la operancia de un nuevo orden de cosas en que el marginamiento, la exclusión y el abandono de solución a las más sentidas necesidades de los problemas del pueblo colombiano en general, no tengan cabida.

      ¿Cómo se desprotege así a unos compatriotas durante y después de un suceso tan preocupante y aterrador como lo fue la irrupción de Sandy en nuestro planeta? ¿Por qué no hay presupuesto para cubrir necesidades primarias de los colombianos y en cambio sí lo hay para que los congresistas y sus contratistas y jefes paramilitares lo dilapiden?  ¿Por qué si hay presupuesto para que se lo ferien los grandes burócratas y toda la clase manzanillesca y corrupta que encabeza el poder? 

      ¡Ridículo e indignante! Repudiable, en grado sumo. ¿Qué tal que nuestro gobierno tuviera que afrontar los gastos que sí afronta (con alto sentido de la solidaridad  y de filantropía) el gobierno cubano por la educación superior de varios centenares de nuestros muchachos?