Por Ignacio Verbel Vergara
El huracán Sandy que derivaría en tormenta, arrasó con vidas, poblados e importante infraestructura de países pobres como Jamaica, Haití y Cuba el pasado mes de Octubre y se encarnizó también contra la parte noreste de EEUU, creando verdaderos cementerios de casas, automóviles, cables eléctricos, postes de alumbrado y otros objetos en Nueva York y en la costa de New Jersey, además de cercenar centenares de vidas humanas, fue también motivo para medir las desigualdades, injusticias y ridiculeces de este mundo.
El 25 de Octubre de 2012, Sandy atacaba a Cuba de sur a norte en el centro de oriente, dejando a su paso una dolorosa estela de destrucción materializada en desapariciones humanas, destajo de arboledas, asolamiento de sembrados, eliminación del sistema eléctrico en centenares de poblaciones, devastación de millares de viviendas, daños enormes en carreteras y puentes, inundaciones. Un testigo de primer orden relata:
Era impresionante ver cuánto daño había hecho el huracán principalmente en la zona rural. Destruyó muchas casas pero me llamo más la atención el daño que la naturaleza se hizo a sí misma. Hay lugares donde no quedó ni un árbol, en otros los que quedaron están tronchados, sin hojas, totalmente desbrozados. Mucha gente que tenía casas improvisadas de madera y zinc pues se quedaron sin nada, lo bueno es que entre vecinos se han ayudado mucho. El gobierno, poco a poco está tratando de reconstruir todo lo desolado. La gente pasó muchos días sin agua y sin luz.
Sin embargo, los grandes periódicos del mundo y las más importantes cadenas de televisión y radio de los cinco continentes minimizaban el asunto o informaban muy sesgadamente de la situación, mientras que dedicaban toda la atención a lo que acontecería cuando Sandy impactara contra costas de EEUU.
Como ya se sabe, a pesar de las previsiones y de la información científica y tecnológica que poseían los gringos, la llegada de Sandy a territorio estadounidense el 30 de Octubre, fue letal. Nunca, después de los estragos del Katrina y del atentado a las Torres Gemelas, habían sufrido, temido y soportado tanto.
En ese contexto, fue plausible que muchos estados, ONGs y colectivos filantrópicos del mundo encaminasen millares de toneladas de ayuda a los damnificados tanto de las islas caribeñas como de los estadounidenses. Lo inadmisible es que Colombia se hubiese apresurado a brindar ayuda al gran coloso del norte y no lo hiciera en igual medida con los países pobres afectados. Pero lo más censurable es que nuestro país que tiene centenares de nacionales en Cuba, gozando de la generosidad del gobierno de aquel diminuto pero solidario país que les concedió becas para que realicen pre y postgrados en Medicina y otras disciplinas, se hubiese despreocupado por la suerte de estos, lo que no hicieron el resto de países que tienen ciudadanos allá. Uno de esos becarios colombianos residentes en la isla, más específicamente en Santiago, relata:
De los países que tienen estudiantes acá, todos mandaron ayudas a sus connacionales: a los ecuatorianos les mandaron un bolso a cada uno, que contenía agua, víveres, productos de aseo, medicamentos primarios y otros objetos; a los mejicano su gobierno les mandó mucha comida, agua y 200 dólares para cada uno; de todas las naciones con estudiantes acá ( a excepción de Colombia), llegaron buenas ayudas para su gente. Cuando nos dimos cuenta de la desprotección en que estábamos, todos los estudiantes colombianos becarios en Cuba, mandamos cartas a la embajada colombiana solicitando solidaridad dado que, a pesar de que el gobierno cubano cubre en gran medida y de manera satisfactoria nuestras necesidades integrales, la ruina y el desabastecimiento que el huracán produjo, mermó temporalmente la capacidad para hacerlo como siempre, tal como mermó en ese momento la atención para los mismos cubanos, pero de la embajada nos contestaron que estaban felices porque ninguno de nosotros había muerto, y nos adjuntaron una lata de sardina para cada uno, 2 atunes (que hubo que rifar entre todos) y 1 litro de agua. Manifestaban que no tenían presupuesto para más. Esas pírricas cosas llegaron 14 días después del huracán y ni siquiera pagaron el envío pues aprovecharon que una ONG colombiana venía a traer ayuda y en sus vehículos metieron las ridiculeces que nos mandaron. Cuando nuestros padres, en Colombia, se enteraron del asunto, estaban indignados porque a EEUU que está mejor económicamente sí se mandó mucha ayuda por parte de nuestra nación. “¿Adónde van a pagar los impuestos que pagamos?”, se preguntaron.
¡Ridículo proceder! ¡Indignante ¡ ¡Y eso que los diálogos de paz se están llevando a cabo en La Habana! Tal conducta desdice de la seriedad del gobierno en cuanto a sus intenciones para con la sociedad colombiana. En la agenda para dichos diálogos se han propuesto temas que tienen que ver con la equidad, con la justicia, con la operancia de un nuevo orden de cosas en que el marginamiento, la exclusión y el abandono de solución a las más sentidas necesidades de los problemas del pueblo colombiano en general, no tengan cabida.
¿Cómo se desprotege así a unos compatriotas durante y después de un suceso tan preocupante y aterrador como lo fue la irrupción de Sandy en nuestro planeta? ¿Por qué no hay presupuesto para cubrir necesidades primarias de los colombianos y en cambio sí lo hay para que los congresistas y sus contratistas y jefes paramilitares lo dilapiden? ¿Por qué si hay presupuesto para que se lo ferien los grandes burócratas y toda la clase manzanillesca y corrupta que encabeza el poder?
¡Ridículo e indignante! Repudiable, en grado sumo. ¿Qué tal que nuestro gobierno tuviera que afrontar los gastos que sí afronta (con alto sentido de la solidaridad y de filantropía) el gobierno cubano por la educación superior de varios centenares de nuestros muchachos?
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