miércoles, 28 de febrero de 2018

83 primaveras para la tierra que brilla

83 primaveras para la tierra que brilla 

Por Delia Rosa Bolaño Ipuana

Son las 10:00 p.m., hora de dormir, pero aún me siento desvelada, viene a mi mente esos momentos envueltos en arena proveniente de las brisas del Mar Caribe, que viví en la tierra que brilla, el obelisco que galantea al majestuoso sol, donde muchas veces me senté y se sienta todo aquel que desea por las tardes pasar un momento diferente y por las noches ver la luna y las estrellas iluminar la esperanza de un pueblo de raza y de casta.

Son las 10.30 p.m., sigo despierta recordando a mi madre, todas esas mañanas que junto a papá se levantaban para inculcarme la disciplina y responsabilidad que debía asumir desde niña, caminaba desde el Abuchaibe hasta el internado indígena San José, allí me esperaba la seño Chela (q.e.p.d) y cada una de las hermanas para impartir aquellos conocimientos que hoy les digo me han servido de mucho, ay, mi primaria, ya no volverás.

10:50 p,m., recuerdo las recomendaciones de mamá cuando me aconsejaba sobre el nuevo proceso que iniciaría en la Normal Superior Indígena de Uribia, todo fue diferente en esta nueva etapa de mi vida, la Normal esos 8 años entre la secundaria y el ciclo complementario, realmente supe aprovechar cada una de las experiencia que viví en las clases de cada uno de mis maestros, esos que engrandecen la formación de los maestros en formación de aquel 2001, la seño Rita y la didáctica, Noelia y la ciencias, Laura y la ética, la querida seño Josefina y sus trabalenguas que de verdad sirven para el desarrollo de la lengua, seño Virginia y las artes, mi querida Margarita Martínez con la lingüística excelente, me ayudó mucho, mis profesores del alma, Eduardo y los números, Mario con la geografía y la sociedad, profe Lucho (q.e.p.d,) con el disco duro, el profe Aristo y el inglés, las hermanas, Noelia y la vida cristiana, Emperatriz y en fin cada uno de esos maestros del 1994 al 2001 que aportaron en mí.

En la tierra que brilla tuve a mis mejores maestros o tal vez los supe aprovechar, cada uno de ellos aportaron a mi deseo y proyecto de vida.

Igual los consejos del señor Eliesar (q.e.p.d,) quien en su casa de teja en la esquina, siempre sentado en su mecedora, me brindaba una silla y hablamos de todo, me admiraba como yo a él y fue unas de las personas mayores de las que supe aprovechar para enriquecer mi ser, siempre felicitaba a mis padres por mí y cuando me fui de Uribia a continuar mi vida, el siempre preguntó sobre mi andar.

Mi tío chongavi (q.e.p.d.), otro al que escuchaba y que también tenía mucho que aportar y sabia que me gustaba aprender, un libro abierto de saberes.

Álvaro Badillo (q.e.p.d.) otro que admiré y me admiró, su humanismo y sencillez lo caracterizó, su ayuda y amor por el wayúu marcaron su nombre también la historia de la tierra que brilla.

Nora Diaz de Berte l(q.p.d.), excelente dama, a la que admiré y me admiró, mucha estrategia y sabiduría que también escribe su nombre en la historia de Uribia. Los festivales que lideró con gran capacidad, donde también me ubicó cuando dignamente todo mi pueblo quiso que lo representara como Majayut, creo que lo hice bien  y lo sigo haciendo bien, no como majayut, como me decía Milo, cuando me lo encontraba siendo niño en la plaza junto al obelisco disfrutando de las brizas del nordeste.

Son las 11:30 a.m., aún recorro a la tierra que brilla, el cielo de oportunidades que me brindó y que todavía me acompañan en mi trasegar.

En este momento me encuentro en la virgencita del Abuchaibe celebrando cada 16 de julio la fiesta de mi barrio, Beto y Yayi organizan, todos apoyamos, Deyanira, Beti, Vicente, Blanca, None, Roció, en fin, las fiesta aglomeraba al pueblo.

En este momento me ubico en la tarima Miraa, todos cantan la serenata y yo desde la distancia también, en caravana, encabezada por el señor alcalde Luis Solano, su esposa Jainet Badillo, sus hijas, las diferentes Instituciones educativas  y cada Institución gubernamentales rinde homenaje a los 83 años de historia de Uribia, la tierra del sol.

Son las 12:12 ya es 1 de marzo del 2018, un nuevo día y un nuevo año, feliz cumpleaños, Uribia y a todos los uribieros.

jueves, 1 de febrero de 2018

Por el ojo de la cerradura

¡Lupita, la perrita Chihuahua de corazón grande!

Por Tito Mejía Sarmiento

El 13 de agosto del año 2005, en medio de una inesperada brisa glotona de las ocho en punto de la noche que,  intentaba penetrar en la casa cada vez que abríamos puertas y ventanas, Jerime, una de mis hijas se presentó con un bolso amarillo de cuyo interior salía un  timorato gemido. De inmediato, le pregunte qué había ahí, y ella con recelo al ver mi ceño fruncido, respondió que una perrita chihuahua que le había regalado la famosa cosmetóloga y esteticista barranquillera, Magaly Vergara. 

Al comienzo, manifiesto con sinceridad que  no estuve de acuerdo con la traída de Lupita a casa, ese fue el nombre con el cual fue bautizada por Jerime, pero con el correr de los días, Lupita empezó a ganarse no solo el cariño mío sino de toda la familia. Es decir, se convirtió en la dueña y consentida de la casa por su inteligencia sui géneris, devoción, bondad, enormes ojos y por supuesto, su  arrollador carisma canino. Amén de su estado de alerta y tamaño que entre otras cosas, la hicieron rápidamente adaptable a una variedad de ambientes en derredor de  la casa, a pesar de su fragilidad  física.

Todos en nuestro hogar, teníamos que ver con el cuidado y cariño de Lupita, tanto es así que cada miembro de la familia, la llamaba de distintas maneras y ella acudía con inusitada atención a la respectiva solicitud, por ejemplo, Myriam le decía: “Guadalupe del Cristo”, mi otra hija Cinthya le redujo su nombre en “Pita” y yo, “Kunderito de papá”. De cualquier forma, Lupita centró toda su devoción precisamente en Jerime, su verdadera ama,  la que todos los días, la bañaba, le daba de comer, la sacaba a caminar,  la dormía, la pechichaba, la socializó cabalmente o para decirlo mejor  de otra manera, le estableció una fábrica de amor porque sabía que  la raza chihuahua  tiende a tener una naturaleza de clanes, prefiriendo la compañía de otros chihuahuas y no de personas, pero mi hija Jerime con el paso del tiempo se convirtió en su compañera fiel, así la luna tratara de derramar más casi todas las noches, su luz color de viejo saxofón a través de  la ventana del primer cuarto y unos carpines dorados del acuario de la sala, burbujearan sin descanso sus policrómicos líquidos. 

Lupita llegó a conocer con toda su documentación canina en regla, gracias a su dueña Jerime, varias ciudades de la Costa Caribe, del interior del país, incluso traspasó las fronteras hasta Ureña, en la República Bolivariana de Venezuela  para una época decembrina. Pero como dice un verso del poeta Pablo Antonio Cuadra: “… la muerte desde los tiempos antiguos ronda con un nuevo silencio y con un nuevo dolor”, nuestra Lupita, la perrita chihuahua de corazón grande, murió producto de los achaques de su edad, ciega y lastimosamente de una caída que se dio cuando nadie estaba en casa, a pesar de los ingentes esfuerzos de los veterinarios por salvar su vida,  el 16 de enero de 2018, dejándonos en el alma una persistente nostalgia sobre todo en cada una de las veladas del ocaso.

Tito Mejía Sarmiento, poeta, locutor y docente Colombiano.