viernes, 7 de diciembre de 2012

Hispanorama

Rememorando los comienzos de la crisis editorial en primera persona

Por Alicia Rosell*

Hoy deseo contaros una anécdota para quitarle hierro al asunto del paradigma editorial ante el que nos encontramos. Una historia que tildo de anécdota ahora que ha pasado el tiempo y puedo hablar de ella desde casi todas sus connotaciones por la visión preclara con que la distancia en el tiempo me permite hacerlo…

      Acudí a una conferencia o debate-coloquio que se celebró en la Biblioteca de Bidebarrieta allá por febrero del año 2008, en el marco de las sesiones ‘Diálogos con la Literatura’. Allí, conocí a Luisa Etxenike y a Ana Mª Moix, ambas escritoras.  La segunda, hermana del carismático y desaparecido escritor y cinéfilo, Terenci Moix. El tema versaba casualmente, sobre el mismo tema y casi con el mismo título de la conferencia que yo ofrecí años antes en la ‘Sala Juan Larrea’ de la Gran Vía Bilbaína allá por el año en que la escritora y ahora catedrática, Soledad Puértolas, ganó el Premio Planeta: "¿Existe o no existe la Literatura Femenina como tal?" Este era el título de mi conferencia, similar al que ofrecieron ellas con mucha más enjundia y oratoria que la mía, porque es obvio que hay que tener 'tablas' y experiencia de años vividos. 

      Me llamó mucho la atención que el título versara “Mujer y escritura: La literatura escrita por mujeres frente a la de ‘contenido femenino’, la existencia o no de una ‘literatura femenina’ como tal”. ¿Ven la similitud? Pues habían pasado casi diez años entre mi conferencia y este coloquio abordando el mismo tema. 

      Como siempre, salió a colación el ‘San Benito’ que nos cuelgan a las escritoras cuando se nos pretende encasillar como escritoras feministas o que escribimos solo literatura femenina, dando por hecho que ésta existe y diferenciándola de la ¿masculina? Jamás hablamos de literatura masculina, ¿por qué nos siguen tocando la moral a las escritoras con este ‘San Benito’ de diferenciar la literatura femenina del resto? Pero como esto es asunto para otro día,   continúo con mi anécdota, que no lo es tanto...

      Confieso que acudí más bien por la curiosidad suscitada en mí al ver la coincidencia del tema del coloquio. Pero también por las escritoras a quienes admiraba. Y porque Bruguera era mi referente editorial desde la infancia. Aún me recuerdo en el despacho del Director de la sucursal en la Calle Gran Canarias de Deusto presentándome como escritora… Hay que ver qué osados somos en plena juventud. Creemos que es llegar, tocar la puerta y todo listo.  

      Ya ven: Les estoy hablando de finales de la década de los setenta, cuando todo funcionaba sin ordenadores y algunos editores aún recibían a jóvenes escritores en sus propios despachos en lugar de citarse en el hall o la cafetería de hoteles. 
Esta curiosidad por asistir al evento literario me ofreció la posibilidad de poder escuchar a Luisa Etxenike, escritora donostiarra que hasta hace poco ha sido presidenta de la AEE/EIE (Asociación de Escritores Vascos), que me dejó anonadada con su capacidad de oratoria, aunque no menos sorprendida me dejó Ana María Moix, cuando comenzó a desplegar su acerbo cultural que se vio sorprendida por las réplicas bien fundamentadas que le hizo Luisa Etxenike.

      ¿Dónde está la anécdota? Se estarán preguntando... En algo tan curioso como simple, pero les haré esperar porque les continúo contando cómo transcurrió el evento.

      Durante la conversación que mantuvimos al finalizar el coloquio, cuando le pregunté a Ana María Moix por Bruguera y me dijo que ya no era su directora, le comenté que me había embarcado en el proyecto de crear mi propia editorial. A ella la habían 'retirado' de su puesto como editora al eliminar su sello, el mismo que había sido recobrado poco tiempo atrás desde el recuerdo y la desmemoria cultural de este país. Estábamos viviendo en pleno año 2008 y el Grupo Zeta ya no podía con la crisis, causa y motivo de volver a desaparecer el emblemático sello catalán que me brindó grandes lecturas en mi infancia y primera adolescencia. (Fíjense en la fecha que estamos y verán que la cosa sigue igual o peor). 

      Mi sorpresa no debió serlo, pues los cambios del paradigma cultural que darían paso al libro digital ya eran mucho más que un simple amago. Era obvio que antes o después iba a pasar aunque también es cierto que eran los comienzos del cambio. Fue cuando Ana Mª Moix me dijo que era ‘muy valiente’ por ponerme a crear una editorial cuando otras empezaban ya a cerrar y más siendo mujer.  Me deseó mucha suerte y por ello es que estoy contándoles todo esto. Por el imperioso deseo de agradecérselo por escrito como se lo agradecí en persona en aquel momento. El hecho de no haber abandonado mi proyecto sino de ir consolidándolo poco a poco, se lo debo a sus buenos deseos. Porque sé que no me lo dijo con ironía, sino con sinceridad, algo que se aprecia en las personas auténticas. Y ella me lo pareció. “Gracias, Ana María Moix. Si yo soy valiente, tú nunca lo fuiste menos”.

      Tanto si es así, como si no lo fuera, hoy estoy contándoles que esta escritora que soy yo metida a editora, por vocación y necesidades que cubrir en mi red social Hispanoamericana HISPANORAMA, sigue sin tener miedo de nada. Mucho menos de la crisis ni del fin del mundo que se avecina según el calendario Maya.

      No tiene gracia la historia, si ya lo sé. No es la anécdota al uso que logra esbozar una sonrisa, pero me sirve para compartirles mis experiencias. No sé si llegaré a escribir algún día mis memorias como editora.  Si así fuera, significará que la suerte me siguió acompañando. Tanto si el libro se queda en digital como si convive con el físico o aparecen nuevos sistemas de lectura inimaginables por ahora, supondrá haberlo logrado.

      Mi única pretensión es contarles esto para que sepan que la larga crisis que afecta a las editoriales -acrecentada por la económica-, no es solo necesaria para ir acorde con los tiempos, sino para que los verdaderos escritores sigan escribiendo y no tenga que seguir animando a quienes sirven y desanimando a quienes no sirven. Tarea ingrata la segunda, por cierto. Pues siendo editora me enfrento a mis demonios como escritora. En ocasiones, me hacen sentirme una especie de ‘Doctor Jekyll y Mr. Hyde’ en mujer, por mis sentimientos encontrados y disociados en al área de la edición y la literatura a la hora de decidir qué debe prevalecer por bien de la Literatura.

      Recapitulando: Los cambios causados por la crisis editorial será una criba excelente con la cual se irá comprobando quien escribe por vocación y quien por comerciar con obras convertidas en best-seller por obra y gracia de acuerdos entre grandes editoriales, que sí saben cómo remontar la crisis. 

      No arremeto contra ningún escritor porque sería arremeter contra mí misma, que también lo soy. Mucho menos contra mis colegas editores porque vivo la misma situación. Pero sean sinceros, colegas y lectores, personas del ámbito editorial y del gremio, ¿no es peor la crisis por exceso de escritores y libros de baja calidad que por el mero hecho del paso del libro de papel al libro digital? 

      En mi humilde opinión, estamos en la necesidad de vivir esta crisis -tanto escritores como editores- para comenzar a hacer esa 'criba' que para nada será discriminatoria, sino más bien, justicia literaria. Si nada es real, si ni la misma democracia lo es, si todo está corrompido en nuestra sociedad, ¿acaso todavía existe alguien que no cree que también suceda lo mismo tras la gestión de algunos sectores literarios? Ustedes piensen libremente, como debe ser, que yo llevo estos años, desde mi primer encuentro con ambas escritoras, recordando lo que habría de venirse y sintiéndome bamboleada sobre las aguas turbulentas de este proceloso mar de ambiciones e intereses creados sobre el cual navego contra viento y marea.

      Pero no debe extrañarnos. España cañí sigue siendo la misma España del Siglo de Oro de la Literatura, cuando la picaresca formaba parte de la vida diaria, aunque fuera para calmar el hambre.  La diferencia con la de España de hoy, sin duda, es que la picaresca no es por tanto por hambre, sino por pura y absoluta ambición de poder.  De la otra picaresca, la de los Premios Literarios, no voy a hablar en esta ocasión aunque formen parte de la misma. También yo los convoco y nadie tira piedras a su tejado, pero se merecería un análisis muy personal desde mi punto de mirada crítico, siempre procurando que sea lo más constructivo posible. 

      Del mismo modo que sucede con los numerosos ‘Premios’ que surgen sin recato para acabar desapareciendo cuando las ventas no aumentan el capital de una editorial de forma pingüe, también se dan intereses disímiles entre escritores; y tanto de lo mismo sucede entre los muchos editores que van surgiendo con los cambios, nuevas formas y métodos de edición y publicación. 

      Si me han seguido hasta este final comprenderán que me sienta con fuerzas para aguantar dos y tres años más, mientras sigo esperando que en el entreacto, el paradigmático panorama se haya estabilizado. 

      ¿La anécdota? No es tan buena, pero me ha servido para hacerles leerme. Fue que la grabadora estuvo como grabando –con la luz encendida-, pero no grabó nada del magnífico coloquio entre ambas escritoras y la moderadora periodista que las acompañaba. Era mi segunda mini grabadora por sistema de cinta y me había ocurrido en otras ocasiones. Esa tarde decidí que me compraría una grabadora digital. ¿Lo ven? Aparece el término ‘digital’ por doquier. Y es que el paradigma y sus cambios, no solo arremete contra el mundo del libro.

      La suerte existe y se da. Nunca olvidaré el gesto de Ana Mª Moix para conmigo y el rictus desolador cuando me habló de cómo llegó a su fin en el sello editorial Bruguera. Pero muchos factores se quedan sin comentar y es importante que sean abordados para entender el pasado de la edición y el presente, que por cierto, es ya el futuro.

*Escritora y directora editoral de Iberoamericana de Ediciones "ALICIA ROSELL® Editorial" a través de HISPANORAMA (Group Hispanorama Audiovisuals, S.L. www.hispanorama.net)

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