jueves, 21 de julio de 2016

Pintemos el mundo de un solo color, el color de la paz

Pintemos el mundo de un solo color, el color de la paz

Por Delia Rosa Bolaño Ipuana

Hermosa frase construida por los estudiantes, maestros y directivos de la Institución Educativa Ana Joaquina Rodríguez de Cañaverales, corregimiento de San Juan del Cesar, La Guajira, institución que se caracteriza por el trabajo en equipo y el sentido de pertenecía,  que los  encamina a excelentes resultados en cada una de sus actividades, en cabeza de su distinguida rectora Alma Gonzales, quienes me involucraron en este pertinente Foro estudiantes, educación y paz.

Realmente los panelistas fueron atenuantes en sus intervenciones, intervenciones que me hicieron pensar sobre lo maravilloso que se nos pinta la Paz, una paz llena de acuerdos que desconocemos, una paz maravillosa que anhelamos desde más de cincuenta años, una paz llena de alegría, pero esa paz no puede parecerse a un poema pintado con palabras bonitas, porque con la escritura podemos construir no solo la paz, sino un mundo diferente en el que realmente estamos, con nuestra palabra escrita podemos hacer el mundo maravilloso contado con un solo color, la paz. Pero realmente debe ser una paz real y acertada, pensando en no solo los cuatro años que se estará en el poder, sino en lo que dejaremos a la historia. 

Pero ahora siendo coherente con lo que vivo cada día y en mis más de 25 años de razonamiento, estando de acuerdo con alguno de los ponentes.

No podemos pintar un mundo de un mismo color, cuando existe injusticia Social.
No podemos pintar un mundo del mismo color, cuando no existe respeto por las diferencias.
No podemos pintar un mundo de un mismo color, si no hay un buen servicio de salud en Colombia, mientras exista la ley 100.

No podemos pintar un mundo de un mismo color, cuando la educación se nos impone, cuando no se tiene en cuenta nuestra realidad, cuando quienes se montan por cuatro años, bajo su comodidad, en este caso Gina Parody desde su oficina venga con políticas educativas personales y no colectivas, cuando no se  ha sentado a conocer nuestra realidad, donde solo prima su deseo de ganancias particulares que le deje el proyecto nuevo y no la  necesidad del pueblo, pues es más fácil copiar lo que ya está hecho por otros países, cuesta menos tiempo y dinero.

No podemos pintar el mundo del mismo color, cuando las necesidades básicas ocupen un 69% del país.
No podemos pintar el mundo de un mismo color, cuando el campesino no es valorado, cuando no es escuchado, cuando su materia prima no es valorada, cuando sigan los intermediarios para los costos de su producción, cuando los insumos que usa le cuesta mucho, cuando son despojados de su entorno para abrirles pasó a empresas extranjeras,  cuando el ZIDRA siga amenazando con lo que es el campesino.

No podemos pintar el mundo de un mismo color, cuando nosotros no valoramos lo nuestro, cuando aún no valoramos conocer nuestro país y soñamos con conocer otros países.
No podemos pintar el mundo de un mismo color cuando la libertad y la justicia están divorciados.
No podemos pintar un mundo del mismo color, mientras Santos y Uribe sigan dividiendo al país, en busca de su intereses particulares que le seguro no es la paz.

 No podemos pintar el mundo de un mismo color mientras nuestros dirigentes, esos que están allá gozando de la mermelada, todos en general, sigan  mintiendo al pueblo, engañando con pendejadas, creyendo que todos en La Guajira no nos damos cuenta de que vienen a tomarse la foto para hacer su publicidad barata y traicionera, para seguir en el poder.

No podemos pintar el mundo de un mismo color, mientras  no leamos, no seamos críticos, mientras nos neguemos a estar en paz con cada uno de nosotros, mientras sigamos  creyendo que Santo nos permitirá por fin ver la palomita de la paz  en nuestras casas, o cuando Uribe nos permita abrazarnos no solo el domingo cuando nos damos el saludo de paz.

No podemos pintar el mundo del mismo color, mientras nuestros politiqueros sigan pretendiendo ver a la cría, pero no el dolor del parto.

Les invito a leer el libro "Aparatos Ideológicos de Estado" del filósofo francés Louis Althusser, El Cristo de Espalda de Eduardo Caballero, Cóndores no entierran todos los días, película basada en el libro del escritor Gustavo Álvarez Gardeazábal.

sábado, 9 de julio de 2016

Lo peor que le ha ocurrido a La Guajira han sido los wayúu

"Lo peor que le ha ocurrido a La Guajira han sido los wayúu"

Por Delia Rosa Bolaño Ipuana

Inicio este texto con esta afirmación de un  profesor afro y catedrático de la Universidad de La Guajira. Al principio esto me dio duro, como también a mi querida Estercilia Simanca, imagínense, fue en nuestras narices, pero reflexionando sobre la afirmación, me dije: esto me debería molestar  dependiendo de quien venga, no lo menciono porque sería darle importancia y aquí en mi territorio los protagonistas son los wayuu... De verdad el problema de los wayúu ha sido su ignorancia, su sufrimiento, su agonía, su destierro, la miseria en que han estado sumergidos,  pero  los vivos que han explotado toda la riqueza de esta parte norte de La Guajira, todos menos los wayúu, están dándose la gran vida  a costilla de lo que hay en nuestro territorio, y ahora le salimos a deber, ¿dónde está el agradecimiento y la consideración con el pueblo wayúu? También dijo: el wayúu cobra por todo, ¡por Dios! (mareiwa, jala shii  pia?) ¿Dónde estás? (Muliasü wain natuma naa alijuanakana). ¿Qué tal?  El wayúu, es  el que más cobra, sí, pero cobra vida, hambre, despojo y maltrato, para referirse al wayúu dicen: los indios de mierd… Esos, veo quienes lo dicen y me da tristeza, algunos, que por accidente geográfico y físico llegaron a nuestro territorio, estos mismos han hecho que los indios de mierd…, esos empiecen a cobrar sus muertos, su dolor, su tristeza, su desplazamiento y el engaño que han tenido desde la colonización,  los wayúu están aquí en la península porque la misma existencia se los ha  permitido,  no llegaron aquí para ser lidia e impedimento de nadie, ni de nada como lo afirma, ah,, al que no le guste, que coja su saco y se vaya para su lugar de origen, La Guajira norte les ha abierto sus puertas para que construyan su futuro junto a nosotros, cosa que no encontraron en su tierra, ahora que nos vestimos como los españoles, con saco y corbata, a pesar de que el  físico y tono de piel no nos ayuda mucho, no le permitiremos que vengan  a creerse dueño del territorio que mareiwa le dio al wayúu. Me imagino a esos estudiantes wayúu de la Universidad de La Guajira, deben sufrir con este señor, pues a mí, particularmente me dejó claro que no gusta de los wayúu, motivo  que solo él sabrá, pero quiero que sepa que aquí lo único que ha sido lo peor para La Guajira ha sido la timidez, ignorancia y falta de preparación de los wayúu, aunque, como decía mi colega y amiga, ya los wayúu nos estamos preparando para contar, leer bien y que no nos sigan azotando con el cuero que es nuestro y que ahora lo usan otros para creerse lo que no son…

El gran problema de La Guajira norte es que tiene una  deuda con los wayúu, porque han abusado y abusan de su ignorancia, pero más ignorante el que cree que gana mucho con aprovecharse de otros, porque termina en el mismo hueco de mentiras y farsa cuando están frente a su espejo y cuando la misma existencia le ajuste cuentas, después se preguntará ¿por qué me pasa? El problema de La Guajira son aquellos que aún no encuentran su origen y lo esconden bajo el manto dorado de los wayúu, se la han tomado para sí  y como su espejo de mentiras le recuerda el mal que han hecho, ahora quieren que desaparezcan… les va tocar duro porque los wayúu estamos aprendiendo a leer, a escribir y cobrar lo que se nos debe, aún no nos pagan.

 Les invito a escuchar la canción "Grito en La Guajira" de  ALBERTO (BETO) MURGAS y a reflexionar sobre ella…

martes, 5 de julio de 2016

El ojo de la cerradura

¡Lao y Víctor Herrera, cuando la noticia corre por las venas!
 
Por Tito Mejía Sarmiento*

Lao y Víctor se despiertan ahora más temprano que nunca (tres y treinta de la madrugada) en sus respectivas residencias, dándole muchas gracias a DIOS (son unos creyentes empedernidos) y sin la necesidad de un reloj despertador. El motivo de este madrugón es encontrarse otra vez en las comunicaciones, o mejor para “enfrentarse en la difusión de sus  noticieros en el horario de 5:00 a 9:00 a.m., en su primera y única emisión. Víctor en Radio Tropical de la cadena Radial La Libertad y Lao en Radio el Sol RCN y Radio 1 FM Estéreo”.

Pero también vale la pena aclarar a los lectores que, “esa levantada tempranera”, no es una mera coincidencia, más bien parece una inveterada costumbre que proviene de don Víctor Herrera De la Espriella, su padre, uno de los hombres más cultos de Barranquilla, quien les inculcaba que “había que levantarse lo más temprano posible de lunes a viernes bajo los efectos motivadores del gran hacedor del universo, para realizar las tareas escolares y para estar enterados de todos los aconteceres orbitales”. Y quien aún a sus 103 años de vida vividos a plenitud, les recuerda con vigor la frase del escritor y maestro del periodismo polaco Ryszard Kapuscinki que - “para uno poder  escribir una hoja tiene que haberse leído cien” – 

Nuestro padre, el mismo de las famosas efemérides difundidas a través del radio - periódico “Informando” del siempre recordado Marcos Pérez Caicedo, es el mejor consejero  que tenemos y de  él aprendemos, como es lógico, al pie de la letra las grandes lecciones de la vida”, responden al unísono estos dos importantes valores de la radio y la televisión del Caribe Colombiano, nacidos en una humilde vivienda del barrio Los Andes, hace más de cincuenta y seis años.
 
Cabe destacar que cuando la ciudad aún tiene en sus entrañas el peso acumulado de miles instantes reprimidos, Lao y Víctor, los hermanos Herrera, hacen ejercicios diafragmáticos, guturales, se dan el consagrado baño, saborean el aroma de una humeante taza de café caliente, se llaman por teléfono entre sí, se visten con la pulcritud de los hombres caribeños, se miran al espejo sin el lastre de ser otros sino ellos mismos, para luego a las cinco en punto de la mañana, “estar prestos en la lectura de las noticias, entrevistas y  comentarios” , y respondiendo como es lógico durante la emisión del noticiero, todas las inquietudes y solicitudes de la audiencia como si hicieran parte de un verdadero canto gregoriano de los caballeros crucíferos en la antigua Roma. Entonces, los oyentes empiezan a llamar a sus respectivas líneas telefónicas, “armándose una troyana guerra conceptual” con epítetos, particularidades… por supuesto, sin pasiones.., gracias a estos dos hermanos de carne y huesos nacidos, repito,  en una humilde vivienda del barrio los Andes, cuando en  nuestra ciudad se podía dormir con las ventanas abiertas para que la brisa caribeña entrase por ellas sin pedir permiso.

Trayectoria
 
Sentados en el patio de la casa de Víctor que está situada en el populoso barrio El Prado, con la presencia de su padre y bajo la tímida sombra de un cúmulo de helechos y palmiches que sirve de testigo mudo de esta entrevista, más unas eróticas gotas de  lluvia que caen,  y los no muy lejanos retratos de pintores colombianos que ornan el ambiente, Víctor y Lao cuentan a los lectores de la revista  “La Urraka” sobre la respectiva trayectoria en la radiodifusión colombiana de cada uno:

Lao: “Arranqué en la radio en 1974, comentándole a Tomás Barraza Manotas en La Voz de la Patria, quien más tarde me  insinuó que narrara fútbol. Así lo hice y me fui para Caracol Cúcuta, regresé a Barranquilla, narrando para Emisora Atlántico, pasé a RCN en Santa Marta, Medellín, Cali, Pro - deportivo Sutatenza en Bogotá con Armando Moncada Campuzano. Trabajé después en Todelar Barranquilla, donde tú, mi querido Tito, fuiste a propósito mi voz comercial al lado de Luís Alberto “Cheo” Feliciano y Efraín Peñate Rodríguez. Años más tarde, me dediqué a la lectura de noticias en Caracol y después en Radio Tropical, donde estuve vinculado varios años, en Barranquilla Estéreo un corto tiempo, y ahora en Radio el Sol RCN y Radio 1 FM Estéreo.  Además, narré varias peleas de boxeo por  campeonatos mundiales, recuerdo aquella memorable por el título mosca entre  Fidel Bassa y  Dave McAuley en Belfast, Irlanda del Norte, al lado de los desaparecidos colegas Fabio Poveda Márquez y Ernesto McCausland. Aquello, fue realmente épico por muchos aspectos: el clima, los jueces, el público, el idioma Inglés, del cual, Fabio y yo no sabíamos ni jota, de vaina McCausland que lo hablaba perfectamente. Fui elegido concejal de mi ciudad Barranquilla con unos proyectos cristalizados”.

Víctor: “Fundamentalmente, me inicié en calidad de director deportivo en Todelar Barranquilla, años después pasé al Grupo Radial Colombiano,  luego a Caracol, haciéndole comentarios con mi hermano Joao a Edgar Perea Arias. Entonces, hice un cambio en mi vida radial y salté como editor político al periódico La Libertad. Pero Tito, tú sabes que el gusanillo de la radio es incesante y regresé a ella como reportero de la mañana en  Caracol al lado de Rafael Sarmiento Coley. Incursioné a la televisión, y allí me fui abriendo paso en el periodismo social, fui el director Regional de noticias en Caracol Radio. En Telecaribe hago  “Tertulia Caribe” con Martín Tapias. Ahora estoy desde hace bastante rato en Radio Tropical con mi noticiero. Además, soy abogado pero nunca he ejercido el Derecho  y con el ánimo de superarme cada día más, terminé  una maestría en Comunicación Social con énfasis en nuevas tecnologías”.

Los Noticieros Radiales de hoy en la ciudad

Parecen escarbar en los recodos de sus mentes para no herir susceptibilidades por algún nombre omitido, antes de hablar de los colegas que leen noticias o tienen sus espacios como apoyándose en la famosa sentencia del novelista israelita David Grossman: “Si humillas a alguien nunca tendrás un buen vecino.”

Lao: “Casi todos los periodistas  que dirigen noticieros en nuestra ciudad tienen mundo, han sabido aprovechar la tecnología, tienen categoría, tocan temas profundos porque tienen facilidad conceptual, respetan al oyente, sientan su posición ante cualquier adversidad sin dejarse torcer. Por ejemplo, Jorge Cura Amar es un excelente profesional, incansable, digno de admirar indudablemente. Otro admirable es Osvaldo  Sampayo Cobo y Víctor López, en fin hay  mucha gente buena que viene abriendo surcos en las noticias, pero no hay un buen lector de noticias como Marcos Pérez Caicedo, Gustavo Castillo García, Ventura Díaz Mejía, tres monstruos de la época pasada”.

Víctor: “Hay una generación de gente en el periodismo noticioso que está trabajando con principios mucho más éticos, con más tecnología, verbo y gracia: Jorge Cura Amar, un ejemplo de un  extranjero que es bien recibido en nuestra ciudad por su calidad, excelente profesional que le sirve mucho a Barranquilla, Osvaldo Sampayo Cobo que se acaba de ganar otro premio nacional de periodismo, Henry Forero Jaramillo, Eduardo Hernández, quien a mi modo de escuchar tiene la mejor dicción en la lectura de noticias,  el mismo Ricardo Díaz De la Rosa, entre otros. En fin, hay de donde escoger  sin lugar a dudas

Sueños por cumplir 

Catalogados por sus admiradores como unos locutores y periodistas destinados a la continua búsqueda de mejoras para la ciudad y el Caribe colombiano e innovadores a escala social que poseen una visión muy amplia, dicen simultáneamente que el gran proyecto o sueño que tienen en mente es: “Trabajar juntos en un noticiero de televisión con un nuevo plan de vida, un ritmo diferente de lunes a viernes, y en  donde podamos decir las cosas sin ningunas limitaciones”.

Tito Mejía Sarmiento*
Licenciado en Filología e Idiomas, Universidad del Atlántico; poeta, locutor y docente de tiempo completo en el Instituto Técnico Nacional de Comercio (Instenalco), de Barranquilla.
Ganador del Quinto Concurso Nacional Metropolitano de Poesía, 2001.

Bitácora

La cuca

Por Pedro Conrado Cúdriz

“Sorprendida la joven en su desnudez, / Su pubis no sabe qué hacer con sus manos.”

Un amigo de avanzada edad recuerda la cuca que disfrutó en su juventud y habla de ella con una ternura y frágiles lágrimas, que terminan empañando sus ojos claros; decía de ella “que era algo hermoso, no sé cómo describirla, pero era gordita, no sé, lo más lindo que he visto en mi vida”. Intento imaginarla y sobrevienen a mi mente imágenes de ella, grandes como una montaña y pequeñas como una hostia, con o sin alas, robustas y raquíticas, solitarias y terriblemente sociales, prostitutas, lesbianas, temerosas, cohibidas y algunas veces libertas como pájaros de la selva. En fin, imágenes de todo tipo de mi memoria confiable. Él continuó hablándome de ella, de la cuca, como una perdida insalvable, todavía con el duelo en su alma, en sus ojos, en su boca, en sus palabras, quizás en todo su cuerpo, o tal vez en sus calzoncillos.

Otro amigo me dijo: “háblame de la nariz, de las rodillas, de las nalgas, háblame de la cuca y me preguntó por qué no hablar de ella con la misma naturalidad como hablamos de otras cosas, de la comida, por ejemplo, de los dulces, del dedo gordo del pie, de Dios, de las uñas, de los perros, de los exámenes del colegio.” Guardé silencio y continuó imparable: “No entiendo por qué la gente considera indecente, deshonesto, inmoral, obsceno, desvergonzado, liberto, concupiscente, atrevido, procaz, descarado, ciertas partes del cuerpo; no lo entiendo”. Y continuó infatigable: “Es como si habláramos de Dios sin pensar ni mencionar el cielo.” Le dije que tendríamos que hablar de la historia de la cultura, de la costumbre, del cuerpo en la historia. Ahora quien guardó silencio fue él. No importa, le dije para continuar escuchándole. Háblame de la cuca. Y me inquirió: “¿Qué pensarán las mujeres de la cuca, de sus cucas?” Creo que le dije que había que preguntárselo a ellas, a las cucas, a las mujeres. Y recordé “Los monólogos de la vagina” de la feminista Eve Ensler y le recomendé el video en YouTube.

Si uno piensa en la ontología de la cuca, termina por preguntarse si es un animal fogoso del cuerpo, una cosa o un órgano, y qué clase de órgano. Me pregunto qué lugar ocupa en el cosmos y su relación con el destino del otro o con el origen de la vida, o con la muerte, la muerte de la cuca, inevitable para la supervivencia de las más jóvenes y jovencitas, de cualquier manera es el tema de la finitud humana.

La cuca es el irresistible placer del cuerpo, autoprorcionado o donado a alguien que amamos más que a Dios o que a nosotros mismos, porque ella es la vida, la puta vida, el pedacito de cosmos que mueve a los hombres y al mundo.

¿Qué tiene la cuca que ni siquiera las revistas de desnudos más famosas como Soho o Don Juan la muestran? ¿Qué quieren proteger? ¿Es más impúdica la cuca que los senos o las nalgas? ¿Es el cuerpo realmente indecente? ¿Por qué despidieron del colegio San Carlos a Kelley Nicole Knapp por mostrar sus pechos, si es una buena muchacha? Los mirones como yo, no los voyeristas, los que amamos el cuerpo desnudo de las mujeres, queremos apreciarlo todo, la estética de sus pies y manos, de sus ojos y nalgas, de sus pechos, de la espalda y  muslos; es decir, la estética de la cuca; todo, para imaginar el ser, la dueño del cuerpo y de la cuca, posiblemente su alma y para amar su cuca y para soñar con ella o para recordarla en el torbellino de otras cucas, así como recordamos ojos y rostros. O para masturbarnos de nostalgia, como lo hacía mi amigo de ojos claros cuando hablaba de ella. Lo natural es el cuerpo, todo el cuerpo, por eso es frustrante no verlo todo, desde la cabeza hasta los pies. Es absurdo el taparrabos de las revistas, así como es absurdo el taparrabos de las tribus salvajes que apreciamos en los documentales científicos por televisión.

El desnudo reciente en Bogotá, donde participaron miles de personas para el lente de Spencer Tunick, es una muestra de la re-conceptualización del cuerpo, el despojo no solo de la ropa, también de la vergüenza ideológica impositiva, pero nunca despojo del pudor, que es la malla natural de la decencia humana, de la inocencia. En las fotografías se puede observar la conservación de lo púdico y la belleza del cuerpo.

En Japón cada año se celebra el festival de la fertilidad en la aldea de komaki, al sur de Tokio, en el que se  recorren casi dos kilómetros para transportar un pene gigante, pero también para consumir helados con figuras pénicas, realizar rituales y ceremonias en honor a la vida y todo con la mayor naturalidad del paraíso, así como lo asumió la autora norteamericana en “Los monólogos de la vagina” y sus copartidarias, que fueron repetidos más tarde en los teatros de la nación por actrices colombianas.

O como ocurre en “El libro del pene,” de Joseph Cohen, quien asumió el tema con la mayor naturalidad y sin pensar en la tradición de la pena y la vergüenza. (2)

He conocido historias de los cucasuicidas, que son aquellos individuos-hombres que se han lanzado del cielo por la cuca, otros que han ingerido veneno o que se han colgado de una viga para soportar su ausencia en sus vidas, que se han pegado un tiro o  que han arriesgado todo por ellas, incluso sus vidas, la familia o el barrio. La cuca es historia, tiene historia. ¿Cuántas elecciones se han ganado o perdido por la cuca? ¿Cómo ha contribuido ella a soportar o ganar varias guerras? La cuca ha sido utilizada como herramienta de reconciliación y hacedora de paz. Se cuentan historias de mujeres que la utilizaron para acabar la guerra entre pandillas (las cucas de Pereira), o entre tribus (las cucas en Filipinas), o detener la guerra civil liberiana (caso de la cuca de la Premio Nobel, Leymah Gbowee, que consiguió detener la guerra civil liberiana con las piernas cruzadas) (1), o la historia de las mujeres del Chocó, quienes también cruzaron sus piernas para acabar con la guerra.

En “Los monólogos de la vagina”, hay una joven que dice no entender nada, porque le quieren hacer creer que la cuca es una rosa, cuando no lo es para ella, por supuesto. Tristemente esta mujer no logró comprender la metáfora, o quizá ignoró la belleza de lo que tiene entre sus piernas, lo que mi amigo de ojos claros definió como “lo más lindo que he visto en mi vida.”

(1)       Ver: Polvos que cambiaron el mundo: Ocho episodios sexuales que modificaron la Historia. Héctor G. Barnés. El confidencial.

(2)       Ver: El libro del pene. Joseph Cohen. Könemann. 2004.