domingo, 22 de septiembre de 2013

Bitácora

Mis recuerdos de Chile

Por: Pedro Conrado Cúdriz

Cuando las fuerzas brutas y armadas de Chile, bajo el mando de Augusto Pinochet,  asesinaron al presidente electo democráticamente, Salvador Allende, creo que se selló con claridad lo que querían las élites que gobernaban América Latina bajo la bota yanqui: desaparecer todo rastro de pensamiento y acción  izquierdista en el continente a pesar y en contra de la revolución cubana.

Yo estaba culminando el bachillerato y Cuba era el sueño político de mi generación. América Latina era la tierra de la utopía revolucionaria en el mundo. Por esta razón Chile estaba en el ojo del imperialismo norteamericano. Para Nixon remover a Salvador Allende era tan necesario como prioritario mentirle a los ciudadanos norteamericanos sobre el caso Watergate. “Patéenle el culo”, le diría al criminal de guerra Henry Kissinger.

Y con la razón extrema de la derecha, el verbo desaparecer implicó la muerte, la tortura, el exilio y la desaparición forzada, masiva y en indefensión absoluta de millares de chilenos. Víctor Jara por ejemplo, murió a tiros, a golpe, a palo, a puño y patadas en el estadio nacional de Chile.

Cuando se inició el bombardeo al Palacio de la Moneda, yo estaba en el colegio, los oídos pegados a un pequeño radiotransmisor del profesor de ciencias sociales, Rafael Dede. Recuerdo la indignación y la rabia contenida en la expresión dionisíaca: hijos de putas.

Los hombres como Víctor Jara, o  como Salvador Allende, no mueren como mueren los hombres mortales. Una bala les quita la vida, pero les queda la leyenda y lo que cada hombre y cada generación les agrega al mito.

Hace 40 años yo era un imberbe despeinado, lampiño y muerto del susto, o seguramente sin polca rusa, pero con la marca del Che en la frente.

Hoy nadie sabe quiénes eran los tenientes Hugo Sánchez Mermontin y Pablo Barrientos Núñez, pero al
recordar a Víctor Jara, sus nombres seguramente serán relacionados como los criminales que apretaron el gatillo, en cumplimiento ciego de una orden superior.  Uno de ellos vive en Estados Unidos como un ciudadano más, sin embargo, despojado de sentimientos de culpas como el resto de los sociópatas perpetradores de los crímenes de lesa humanidad del país austral.

Lo curioso era que como Víctor Jara eran hombre del pueblo, dispuesto a dar su vida por esa cosa baladí de la patria, la bandera y Dios. Fueron a la academia militar a embrutecerse y a prender a defender los intereses de unos gobiernos, que cuando los tienen que matar, los matan sin ninguna clase de contemplación y luego los recubren con los colores de la bandera para hacerles creer a todos que la bandera no es un trapo, que la patria no es juego y que Dios es el  aliado de los poderosos.

He podido seguirle el rastro a mis frustraciones políticas en el continente, al cerrojo indestructible aparente del capitalismo, a las alas frágiles de la protesta social y al débil deseo de transformar el mundo por las generaciones más jóvenes. Y sin embargo, el movimiento de los indignados del mundo todavía sigue con un pie en Colombia.

Con el crimen histórico de Salvador Allende, América Latina perdió la oportunidad de realizar otro modelo democrático diferente al cubano y al de las mismas oligarquías en el continente, que todos los días nos venden las desgastadas tuercas de una máquina que les ha permitido respirar por la fuerza de la bota de los militares.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El ojo de la cerradura

Facebook

Por Tito Mejía Sarmiento

Tengo la absoluta seguridad que cuando  Mark Zuckerberg creó EL FACEBOOK (NASDAQ: FB)  “con el único propósito de socializar, compartir globalmente a través de las redes, gustos y sentimientos, en un ambiente culto, sano con las demás personas”, nunca pensó que muchas de ellas años más tarde, cayeran en lo vulgar, chabacano, maricón, pornográfico o lo que llaman la hiperactividad mundana… como está sucediendo actualmente, amén del mal uso que se le está dando, como en el caso nuestro, al amado Idioma Español, o será como dice el colega Juan Gossaín Abdala que "El lenguaje cambia porque cambian los valores. Aparecen nuevas palabras porque hay una nueva ética, relajada y tolerante, que necesita disimulo, tapabocas y disfraces” .

      Por estas y muchas otras razones, EL FACEBOOK recibe diariamente diversas de críticas: sus términos de uso, en cuanto a datos e imagen, y el acceso a la información de los usuarios una vez dados de baja. También debido al alcance que está teniendo entre menores, sus efectos psicológicos y sus alarmantes políticas de privacidad que vulneran con una facilidad pasmosa los Hackers.

       En cuanto a mí se refiere, he comenzado a eliminar a muchos amigos, si es que se le pueden llamar amigos, que colocan en mi muro una serie de…mejor no escribo o repito lo que expresan porque entonces, también caigo en el mismo  piélago de sus inmundicias.

     Claro que no todo está perdido en EL FACEBOOK. Uno se encuentra, por ejemplo, con unas
colaboraciones extraordinariamente provechosas que, comparte después de su análisis, dándole  un solo click con otros amigos a quienes estima y sabe que en nuestras palabras, en nuestra naturaleza común permea la Literatura, las Artes, el buen periodismo o las buenas tendencias de farándula, deportes, política…

     Así pues, aprovechemos y defendamos en la medida de lo posible, esta hermosa ventana que nos brinda la tecnología de punta, ya sea en sus formas concentradas e indagaciones, para hallar el tesoro de la inteligencia en ella o en su propia fantasía compensatoria.

     ¡Gracias, Mark Zuckerberg!
    ¡Gracias por esta emoción que ya no te pertenece, sino que es privativa de una especie universal desde el punto de vista sociocultural e incluso psicológico por las consecuencias que a veces deja!
    ¡Gracias, una vez más, Mark!