jueves, 6 de diciembre de 2012

Arcoiris

Adiós a los carros

Por Yamile Aisa Quiroz Quiroz
       ¨Gitanamora¨

En los meses de lluvias tormentosas, en el Caribe, nos asuelan además de la naturaleza, la inoperancia administrativa del Estado.

      En esta aún bella ciudad, contamos con los puentes más prácticos, desechables -funcionan  por la temporada de lluvias nada más-  operados por hombres o por jóvenes casi niños quienes a veces ponen en riesgo sus vidas  por la fuerza de las aguas lluvias, que corren por las calles de la ciudad, haciendo caso omiso a las desviaciones arquitectónicas. Ahora aparecen nuevos transportes en ruedas para dos o tres personas, triciclos con techo que apenas te tapa del sol y las aguas del cielo. Te sientes en el centro comercial de cualquier ciudad de la India, más aún al transitar por las calles del centro de ¨La Arenosa¨, atestadas de pequeños ventorrillos que desbordan las aceras cayendo a la vía, venden desde una piedra de afilar, pasando por ropa tenis o yines hasta la vajilla china completa o por plato si así lo requieres. Se reinstalaron  después de los esfuerzos infructuosos del sacerdote Alcalde, quien a pesar de haberlos desalojado del centro, de la calle 30, del mercado de Barranquilla, están subiendo por la ciudad y fácil los ves ahora en la calle 84 con sus megáfonos publicitando la mercancía de los almacenes...

      En el pasar de una calle a la otra en estos  triciclos, sientes y ves deslizarse las aguas turbulentas bajo las ruedas del frágil vehículo y crees que el triciclo se voltea tras la última vuelta inclinada del carro al tomar la esquina, luchando contra las aguas lluvias.

      En Barranquilla son proverbiales los aguaceros y sus arroyos, con los nombres que se han merecido: Arroyo La María, Arroyo del Country, Arroyo Felicidad…Curiosamente son por el contrario terroríficos y funestos ya que han cobrado más de una vida por imprudencia o desconocimiento de los conductores, quienes osan atravesar el arroyo o bajarse del vehículo, con la consiguiente arrastrada hasta el final del torrente que es el comienzo del mar, llegando allí sin vida.
      Las personas que no conocen este fenómeno de los arroyos, al pasar por las calles del centro por donde pasa el Arroyo Felicidad, pueden ver unos andenes altos, casi tan altos o más de lo que  pueda tallar un hombre adulto… La razón: salvar las casas de las aguas, evitar entren a las viviendas y para ello han colocado muros altos o hechas las casas sobre cimientos de más de un metro de altura.

      Esto comenzó y empeoró al parecer cuando se canalizaron arroyos ¨más arriba¨, cuando se decidió que Barranquilla no podía tener alcantarillado por ¨estar por debajo¨ del nivel del río Magdalena, donde desembocan todas estas aguas antes de llegar al mar Caribe. Pero los  científicos y técnicos en cosas fluviales han demostrado que esto no es cierto; que en el mundo hay más de una ciudad por debajo del nivel del río correspondiente y tienen alcantarillado sin problemas. Entonces sucede lo que decíamos al principio: la inoperancia del Estado.

      De todas formas es fácil en épocas de lluvias ver cómo llega hasta nuestros pies literalmente una fuerte avalancha repentina, todo porque más arriba en otros barrios lejanos ha caído ¨tronco¨ de aguacero  y nosotros sólo hemos observado un cielo oscuro encapotado, que anuncia la tormenta que ya está hecha realidad a  nuestros pies.

Adiós a los carros

      La lluvia ha lavado y barrido las calles de la ciudad. Barrido sí, porque algunos  tienen la mala costumbre de echar al arroyo que pase por el frente de su casa, todo lo que ya no se necesita.

      Así, no es extraño ver un colchón sobre las aguas, seguido por una mesa de comedor y sus cuatro sillas,  encima de pronto alguna caja de pudín de cumpleaños. Dan ganas a veces de guardar estas increíbles  imágenes.

      Y cuando es muy fuerte el aguacero, hasta vehículos se ven pasar… ya estos sí arrastrados por la fuerza del agua, sin permiso de los dueños quienes por lo general salen en la foto del periódico del día siguiente, agitando los brazos como diciéndoles adiós a los carros.

      En años pasados el periódico local mostró la foto de un vehículo amarrado con cadenas a un poste, en intento preventivo para no perder el carro por el arroyo intempestivo.

      Pero lo que el aguacero de estos días se debiera llevar, son los politicastros en sus curules, subiendo y bajando en la corriente como pidiendo otra vez votos, más atrás a los administradores de clínicas que por aplicar la Ley de Inseguridad Social, junto con las EPS, las IPS, están acabando con los pacientes más rápido con su mala atención  que las mismas enfermedades por graves que estas sean. Luego a los maltratadores de niños, de mujeres, de viejos, de minorías étnicas, de los desfavorecidos por Lakshmi diosa de la fortuna…arrastrar en sus aguas los burócratas que complican cualquier proceso por más sencillo que sea, a los administradores de la cosa pública, que ya dejo de ser pública para ser de ellos al privatizarlas,…

      No quedó ningún espectador, porque todos tenemos algo que echar al arroyo o nos echan a él. 
Parece que la lluvia lavó todo bien…

Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca.                                                                                     Proverbio sufí

gitanamora.quiroz@gmail.com

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