martes, 15 de noviembre de 2016

Bitácora

¿Para qué sirve la filosofía?

Por Pedro Conrado Cúdriz

“Filosofía quiere decir: ir de camino. Sus preguntas son más esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte en una nueva pregunta.” Karl Jasper.

 Después de leer el libro “Sin fines de lucro” de Marta C. Nussbaum, me surgieron miles de preguntas que nos llevan a nuevos interrogantes: ¿La crisis de la sociedad contemporánea es el deseo desaforado de tener dinero? ¿Es la actividad del trabajo la única que provee de sentido la vida humana? ¿Qué responsabilidad tiene el modelo escolar en la crisis de valores del hombre? ¿Qué es una nación democrática? ¿Qué clase de modelo de desarrollo humano plantea el neoliberalismo? ¿Por qué el neoliberalismo abomina del pensamiento crítico, el arte y las humanidades? ¿Cuál es el modelo de ciudadano preferido por este modelo? ¿Por qué hay una educación para pobres y otra para ricos?

La pregunta del alcalde de Cartagena abrió la caja de pandora de las interrogaciones incomodas y necesarias, las que nos ayudarían a comprender por qué este señor es el alcalde de La Heroica o por qué la derrota o el fracaso son experiencias más ricas que el triunfo y el éxito.

¿Qué sería del hombre sin la filosofía, sin las preguntas? Fernando Savater sostiene que las preguntas no filosóficas están más relacionadas con las cosas que queremos hacer todos los días y que tienen utilidad práctica para nosotros como, por ejemplo, extraernos una muela o preguntar por la hora del trabajo: ¿a qué hora ingresa y sale usted del trabajo o de la escuela? Es la carne de la rutina. ¿Ya está la comida? ¿Te vas ya para la escuela?

Filosofar es otro cuento, porque es ir más allá de esa tortuosa capa de la vida doméstica, de las ruedas pesadas e inconscientes de la rutina, la repetición; es trascender, ir más allá incluso de nuestro nombre o si quiere, de la película egolátrica que cubre el yo. Piense en Sartre, por ejemplo, cuando se pregunta por el yo, que relaciona con el mundo, pero que obliga a preguntar ¿Por qué somos humanos? O ¿Por qué llegamos a saber que somos humanos?

Savater se pregunta por el propósito de las preguntas filosóficas y conceptúa que es ir más allá de nosotros mismos. Por eso, dice, que la filosofía no sirve para salir de dudas, sino para entrar en ellas, para hacer más preguntas que a veces no nos dicen nada. ¿Por qué no se caen las estrellas? ¿Por qué el mar sigue siendo mar cada mañana? ¿Qué es el tiempo? ¿Por qué fracasamos? ¿Qué es el sufrimiento?

La derrota o el fracaso, cuando deseamos y queremos ir más allá de nuestro dolor y carne en pudrición, requiere miles de preguntas que trasciendan una relación, por ejemplo, complicada; reconocer la acumulación de la energía de la libertad para las elecciones o las decisiones extremas, los resortes de la autonomía sobresaltando el dolor, las locuras justas del desamor, la delicadeza de una actuación que no quiere marchitar la flor, cualquier pregunta que nos trascienda y nos ayude a comprender la universalidad humana, el universo del yo desajustado del mundo, la dislocación de la derrota humana como apertura a un nuevo universo. En eso consiste la filosofía, el filosofar, en ir más allá de nuestra vida ordinaria. 

Un año de sorpresas

Un año de sorpresa, tristeza, alegría y rabia...

Por  Delia Rosa Bolaño Ipuana
 
Finalizando casi ya un año lleno de distintas situaciones, mundial, nacional y local, que de una u otra forma nos toca, el triunfo de un "no" al plebiscito ante un "sí", al olvido, el triunfo por la presidencia  de EEUU del magnate Donald Trump ante Hillary Clinton, Nicolás  Maduro le sigue ganando a la oposición, a nuestro presidente le dieron un Nobel, que ha sido cuestionado por el mundo por su origen izquierdista y por negocios que favorecen a los Noruegos,  destituyen de la Gobernación de La Guajira a ONEIDA PINTO, los niños de La Guajira siguen muriendo de hambre ante la indiferencia de un Gobierno Central que maneja las regalías de este departamento a sus anchas, invirtiendo en otros departamentos del país muy desarrollados, porque según hacen parte de Colombia y tienen derecho, pero vuelvo y repito que se lleven también la contaminación, somos colombianos todos, por lo mismo respete las regalías e inviértanlas señor presidente Juan Manuel Santos, en La Guajira, en educación que fortalezca el capital humano, nos ha dejado migajas, pobreza y más atraso, aunque, qué le va importar si él no conoce la necesidad y su departamento menos.

 Existen gestiones frente a esta situación y bien grandes, la que hace el gobierno de Uribía por dar solución a esta realidad aunque realmente se les sale de las manos, atender tanta población con pocos recursos, las gestiones fenomenales de su alcalde y gestora, ha evitado que la cifras aumenten a millón, ahora tenemos triunfo de un hombre de Dios en las elecciones atípicas WILMER GONZALES BRITO, oriundo de Uribía, tenemos primera dama wayúu y de la  alta Guajira, LAURA ANDRIOLIS, esta combinación me gusta, vamos a ver los resultados dentro de tres años de gobierno.

Donald Trump amenaza con deportar a todos los latinos ilegales de Estados Unidos, Nicolás Maduro amenaza con poner presos a todos los que vayan en contra de su política barata y de hecho están presos, en Colombia el gobierno  amenaza con la reforma tributaria, donde existen menos garantías para los pobres y los de la clase media, pero aumenta el salario de todos sus miembros incluyendo a los senadores, ¿qué juego limpio, no?

La salud de Colombia es lamentable y vergonzosa donde las EPS se enriquecen, la más curiosa es la EPS de los maestros de La Guajira, caótica, reciben su mensualidad pero no quieren cumplir,  lo extraño es que según el mismo fondo y otras entidades los apoyan, no se puede cambiar ¿por qué será? Yo sé, pero ustedes también, reflexionen.

Tenemos un dique represado por el olvido, una represa que podría darle agua a toda La Guajira, pero como fue obra de Álvaro Uribe, quien equivocadamente para su represa monto a Juan Manuel Santos y este ni le interesa  continuidad, pues sería darle protagonismo al maestro ¿qué tal? ¡Cuánta indiferencia de todos! Pero le aseguro que en vez de agua hubiera sido petróleo, el mismo Santos hubiera venido a poner tubos que condujeran a Bogotá o a otro país, pues pertenece al Estado, como todo lo ilógico de Colombia, “Locolombia mía” como dice el maestro cantautor colombiano y  amigo FERNANDO CELY HERRAN.

En fin, un año de aventuras, de polémicas, batallas políticas, donde cada quien defiende lo suyo, a su candidato, enemistades absurdas por los candidatos, por Dios, como si el candidato al ganar les fuera a solucionar la vida, el que no trabaja, no come, el pensar diferente, apoyar otras ideas no puede ser razón para dejar amistades, eso es de ignorantes, mientras el pueblo se mata, ellos comen del mismo plato.

Otra cosa que no quiero dejar  pasar es la venta del voto, qué triste cómo se vende conciencia, esperanza, futuro, con qué cara se puede llegar ante un gobernante cuando le has cobrado antes, bueno, seguiremos reflexionando en la próxima…

domingo, 6 de noviembre de 2016

El arte de la guera

El arte de la guerra

Por Germán Martínez B.

La percepción que se tiene de la realidad mundial, permite deducir que en los países que han alcanzado un gran nivel de civilización, el término guerra simplemente aparece como una palabra más dentro de los diccionarios de uso escolar, pero para los que han vivido con ella durante largos años y aún persisten en seguir acolitando éste terrible flagelo, el significado e interpretación del término suele tornarse complejo por cuanto su contenido está integrado por reyes, alfiles y peones, lo cual nos permite determinar el grado de precariedad en que se encuentra el pensamiento del hombre que compone dicha sociedad.

Paralelo al desarrollo de la humanidad, la guerra siempre ha estado allí pegadita, viva y latente como si fuese un mal necesario. Es posible que muchas civilizaciones la volvieran su forma de vida y justificaran su accionar bélico como una lucha por la supervivencia o motivados por una concepción expansionista o de dominio territorial a gran escala como en el caso de Atila, el Huno en la Europa Central, Gengis Kan, en el imperio mongol o Napoleón Bonaparte en la Francia expansionista y conquistadora. Sin embargo, nunca en el ideario de estos y otros grandes guerreros de que da cuenta la historia, estuvo la intención de ejecutar a su propia gente, como tampoco pasó este despropósito por la cabeza de Hitler, el más grande genocida que ha dado el mundo occidental en el pasado reciente.

En cambio, lo que ha ocurrido en un país tercermundista como Colombia, es único, ya que la guerra interna que se ha librado aquí por más de medio siglo, no ha sido contra invasores extranjeros, sino que es un conflicto generado entre colombianos por diferentes razones. Los combatientes han sido los hijos de los pobres, quienes entrenados y armados hasta los dientes, se han venido exterminando como fieras salvajes en medio de la confrontación armada, cada uno defendiendo la causa y el ideal patriótico para el cual ha sido formado.

En medio de éste conflicto, no ha faltado quienes le han sacado provecho a esta situación y se han convertido en predicadores de la guerra, porque han entendido que la guerra bien administrada, se transforma en un arte, un arte que da poder al hacer de ella un ideario político, cuyo eje central es la prolongación de ésta como único medio para alcanzar la paz. Tal concepción ha podido tener cierta acogida por parte de la sociedad civil, puesto que ésta, está integrada en su mayoría por una masa ignorante, miope, de pensamiento mediocre y por tanto, presa fácil de la manipulación no solo por los incitadores de la guerra, sino por los medios masivos al servicio de las grandes élites.

Para los predicadores de la guerra,  el ser humano es algo irrelevante y por eso las bajas humanas que se producen dentro de ésta, son vistas como cuotas propias que arroja dicho conflicto, ya que para ellos lo prioritario es la búsqueda y consolidación del poder aplicando un principio Maquiavélico, que dice, “el fin justifica los medios”. Por ello, promueven todo tipo de artimañas para desbaratar cualquier proceso que pretenda consolidar la paz con algún grupo alzado en armas que  quiera reivindicarse con la sociedad a la cual hicieron daño durante su tránsito por el camino equivocado de las armas.

Por el ojo de la cerradura

Lluvia de pandillas

Por Tito Mejía Sarmiento

Recuerdo con mucho regodeo en los días juveniles de mi amado pueblo, Santo Tomás, un hermoso estribillo cuando empezaban a caer las primeras gotas de un aguacero:


 ¡Qué llueva, qué llueva
 la Virgen de la cueva!
 ¡Qué llueva, qué llueva
 la Virgen de la cueva!
 Los pajaritos cantan,
la luna se levanta... 

Era como si todos los amigos de la cuadra en la Calle Granada, nos conectáramos entre sí, los pensamientos que, generalmente también, se producían sin intervención de los sentidos o de agentes físicos celebrados, para encontrarnos en dicho lugar y jugar varios partidos de fútbol hasta cuando la lluvia cesara.

Hoy muchos años después, asomado a la ventana del apartamento donde resido, cuando veo un cúmulo de nubes que anuncian la proximidad de la lluvia en Barranquilla, solo atino a recitar con mucho dolor, un verso anglosajón muy conocido para espantarla, para que se aleje rápido, haciéndole eso sí, la respectiva variación traductora del original, para poder adaptarlo con la realidad que se está viviendo en nuestra urbe: el enfrentamiento entre muchachos de la misma edad (13,14,15), que ha cobrado en lo que va corrido del año 2016, más de 16 personas asesinadas por las llamadas “pandillas juveniles” que, entre otras cosas, se citan a través de las redes sociales para encontrarse en determinado punto de algunos barrios localizados en los extramuros de la ciudad, no para recrearse jugando fútbol sino para matarse con cualquier tipo de armas ante la impotencia de las autoridades que ven como el tejido social se va agrietando, mientras las personas de bien pegan un estentóreo grito en el cielo para ver quién le da solución a este problema que está tomando desvíos superlativos:

Rain Rain go away,
Come another day,
Little Arthur wants to play,
Rain Rain go away!

¡Lluvia, lluvia aléjate!
¡Vuelve otro día que Arturito quiere jugar!
¡Vuelve otro día!

Rain,Rain go away,
Come again another day,
because Boys want to kill themselves!
 ¡Lluvia, lluvia aléjate!
 ¡Vuelve otro día,
que los muchachos de Barranquilla
entre sí se quieren matar!

Ante la preocupación generalizada de la sociedad barranquillera, he consultado con dos especialistas en la materia, el sociólogo y escritor Pedro Conrado Cúdriz y la psicóloga  Vanina Mejía Berdugo para conocer las posibles causas y efectos que llevan a esos muchachos de la presente generación a actuar de esa forma irracional y, para ver hasta donde es factible, se puede coadyuvar a ponerle coto a esta desagradable situación social que afea el bello rostro de Barranquilla ante los ojos del mundo.

Pedro Conrado Cúdriz: “Es cierto que este grupo de población es un problema para  la sociedad y el Estado colombiano: en el estadio, en el barrio, en la escuela, o en cualquier otro lugar donde opera contra el mundo. Las preguntas que nos hacemos diariamente son: ¿Por qué viven desintegrados de la sociedad? ¿Cómo ocurrió este fenómeno? ¿Es nuevo? ¿Obedece al crecimiento urbano? ¿Simplemente es una fuerza caótica de la sociedad excluyente como la nuestra? Si hablamos de una sociedad de clase, entonces estamos hablando de una sociedad desintegrada, fragmentada por los que tienen más y no por los que tienen menos; mejor dicho, hablamos de una sociedad excluyente. <Por allá lejos queda el barrio La Chinita>, dicen las “personas de bien,” por ejemplo. O sea, por allá viven los más pobres, los más jodidos. ¿Qué significa esto? Pues, que somos inmezclables. Pero también que el modelo neoliberal colombiano no tiene interés en incluir, en mezclar las poblaciones con bienestar con las demás; es decir, en resolverle la vida a millones de colombianos que viven como zombis en la miseria. Este es nuestro apartheid, nuestra tragedia, tratar de construir una sociedad basada en la regulación social de clases para negar, lo que es imposible de hacer invisible, porque los pandilleros son seres humanos, que sienten y piensan, son también sentipensantes. Estoy recordando a Gustavo Petro, cuando era alcalde de Bogotá, que trató de romper esta estructura de clase intentando construir un barrio de pobres (que palabra de sufrida y fea) en un barrio de “clase”. Ese es el origen de la enfermedad social y mental de la sociedad colombiana.”  

Vanina Mejía Berdugo: “ Si bien es cierto que el fenómeno social de las pandillas juveniles se ha venido presentando desde hace mucho tiempo en diferentes sectores de Barranquilla, con estilos, lenguajes, argumentos  propios e inclusive con acciones únicas para poder atemorizar a los que sus miembros desean ser o consideran para ellos sus víctimas, también es muy cierto que, hoy en día, la nueva modalidad que se está imponiendo en la  ciudad, es el enfrentamiento de algunos muchachos mientras llueve. Ustedes se preguntarán ¿Por qué bajo la lluvia? ¿Acaso hay algún estudio que demuestre la existencia de una  estrecha relación entre el comportamiento agresivo de esos jóvenes  y la lluvia? Ningún estudio ha demostrado lo anterior. Sin embargo, desde el punto de vista del enfoque social, esas denominadas “Pandillas” necesitan  ser reconocidas, identificadas por algún factor, es decir ellas condicionan proyectar o manejar sus propias identidades o imágenes. Para los jóvenes que conforman dichas pandillas, es muy fundamental, que la comunidad en general e incluso sus propios enemigos de turno, puedan avistar en ellos un estilo de vida, marca o quizás modalidad que los reconozca para ser “ultra famosos”. De tal forma, que  enfrentarse bajo la lluvia, es como invadir el lado más expresivo (catarsis) que un ser humano puede tener al momento de mojarse y/o bañarse libremente. Para nadie es un secreto que en una ciudad como Barranquilla, por costumbre o idiosincrasia, el agua caída del cielo representa alegría, gusto, nostalgia… Y es ahí, en ese instante, donde los jóvenes, precisamente, se liberan de todo.
Así que, para esos grupos tratar de invadir la tranquilidad de una comunidad, los ayuda a sentirse como los verdaderos protagonistas o héroes  del fenómeno social  bajo la lluvia. La identidad y el vínculo en esos grupos, son los dos grandes factores que desencadenan el desarrollo de habilidades específicas en los mismos, para luego tomar acciones de enfrentamientos, riñas y por supuesto, muertes… El proceso de poder reinventarse (tomarse a la fuerza) viene a ser  el principal mecanismo que  lleva a manejar esas nuevas modalidades en la urbe: grupos reconocidos que necesitan crear  espacios, para que sus víctimas y la comunidad en general “respeten sus leyes", durante la caída de un fuerte aguacero.

El foco de atención para intervenir oportunamente a esos jóvenes,  es crearles espacios diferentes, donde ellos pueden expresar sus propias conjeturas, para proyectarlos como gente de bien. Sumado a eso, se necesita plantear un proyecto de vida donde se sustente en cada uno: ¿Qué hacer? ¿Hacia dónde voy? ¿Qué quiero? ¿Cómo me veo en algunos años? Y además, enseñarles la importancia de los grupos. Concientizarlos del valor que recobran, crear nuevas habilidades en los mismos para un estilo de vida diferente desde el punto de vida personal y social.