lunes, 28 de diciembre de 2020

Bitácora

La fiesta del pensamiento 

Por Pedro Conrado Cúdriz

“Compadre Ramón / le hago la visita / pá que me acepte la invitación…” Así se inicia esa bella melodía del juglar Adolfo Pacheco, canto emblemático en honor a la vida artesanal y cultural de la población de San Jacinto, Bolívar. Y en honor a la Hamaca Grande y al tejido o costura de manos delicadas de las artesanas de esta población nacida al pie de la montaña. 

San Jacinto es la cuna de Adolfo Pacheco y Andrés Landero, vivo en la memoria sensible de sus coterráneos, y también de un sin número de personajes que le han dado lustre a través del tiempo a este hermoso pueblo. Y es aquí donde hace más de quince años, un corajudo grupo de conciudadanos de esta hermosa e histórica localidad creo “La fiesta del pensamiento” para promocionar y conservar los hitos de la memoria cultural del territorio, esa que va del arte artesano, pasando por la música gaitera y vallenata, la literatura, el folclor, la vida deportiva, hasta alcanzar la vida académica. 

Para el sostenimiento de este largo evento en el tiempo, no solo se necesitó iniciativa, imaginación, inventiva, voluntad de servicio y creatividad, también se necesitó de la pasión de hierro de sus gentes por la vida organizada, y de los organizadores, fuente de sabiduría cultural con la intención de dejar un legado-espejo histórico donde los niños del mañana puedan verse reflejados en los sueños de los taitas, o los mayores. Sin estos sueños seguramente la vida comunitaria y social no tendría la brújula existencial de hoy contra esa suma de hábitos inocuos y estériles de la pobre vida de las sociedades de consumo. 

La fiesta del pensamiento sanjacintera se celebra los primeros días del año nuevo, en especial en el puente de los Reyes Magos. Alrededor de esta fiesta del canto, la literatura, la poesía y la filosofía popular se congregan la sociedad y sus mejores seres humanos. Es la apertura anual de las rutas del pensamiento nuevo del 2021 en el territorio, agua bendita contra los días extraviados y pueriles de la vida, contra la rutina y los malos pensamientos. Después de esta fiesta los pelaos y las jóvenes saben a qué apostarles el resto del año. Esta postura del evento más importante del 2021, es más efectivo que el viaje de las maletas del 31 de diciembre alrededor de la cuadra, o de las posturas al revés de la ropa interior. Enero es entonces un nuevo camino trazado finamente por los taitas en la fiesta del pensamiento. Están invitados a participar de esta fiesta. San Jacinto los espera.      

viernes, 18 de diciembre de 2020

La adolescencia, una etapa que aun no llega a muchos jóvenes wayúu.

La adolescencia, una etapa que aún no llega a muchos jóvenes  wayuu. 

Por Delia Rosa Bolaño Ipuana

Hablar de la adolescencia del indígena wayúu es algo que merece total cuidado y de sumo análisis, ya que  en los procesos internos de las rancherías es diferente a la del alijuna (no indígena).  Esta etapa no es tan relevante  en cuanto a que la joven tenga que vivirla como preparación a la adultez en un largo periodo, como es el caso de otras culturas, de lo contrario,  para el wayúu la joven, majayut o adolescente debe reforzar el aprendizaje de labores domésticas en unas cuantas semanas y de una, por decisión de sus tíos maternos, quienes además le seleccionan el esposos y quienes la entregan con o sin su consentimiento, y en el caso del hombre ya participa en las decisiones tradicionales junto a los mayores, a diferencia de otras culturas los adolescentes no viven etapas de noviazgo, estudios y otras experiencias propias de la misma.

 La adolescencia inicia en el joven wayúu al desarrollo de la joven y ahí mismo termina, ya que también es el inicio de la adultez y la vida en familia para el wayúu.

Se ha discutido este caso, ya que a pesar de ser algo cultural,  con la inmersión de la cultura alijuna  donde existe mestizaje  y ya muchos wayúu se han preparado, se desea buscar un cambio a la concepción de que se debería permitir que los wayúu que permanecen en ranchería, quemen su etapa, ya que se vulnera ese proceso de desarrollo del ser, la esencia misma de poder tomar y asumir decisiones sin negarse a ser orientada u orientado, pero en  su debido tiempo por los tíos maternos.

Se cree que se ha venido vulnerado en el adolescente wayúu derechos que no están contemplados y que son normales en su usos y costumbres, pero como ser humano el reconocimiento de permitir vivir satisfactoriamente la etapa de la adolescencia, que sin duda es un tránsito por el que debe pasar en un tiempo estimado y que le permita tener distintas experiencias que lo lleven a múltiples aprendizajes que lo harán un adulto responsable y capaz de asumir culturalmente la riqueza socio cultura.

Se ha comprobado que  los wayúu que se han venido preparado y que han podido entender más la riqueza cultural que los hace diferente. 

 Para dejar este tema más claro, quiero que lean un caso similar a uno de los tantos que suceden en algunas rancherías, resulta que en una ranchería vivía una niña de 12 años que recién sea había desarrollado, ella, que antes jugaba y soñaba en seguir los pasos de su abuela, pero con lo que no contaba era que ya sus tíos la habían casado con un hombre de 48 años, quien se enamoró de su ternura y quien ofrendó  collares, chivos y vacas por ser su esposo, todos en la familia estaban de acuerdo, menos Aipia, quien pensó que ese desarrollo le iba a permitir crecer y seguir aprendiendo más cosas, pero no para su familia, ya estaba preparada para asumir hogar, realmente a ella se le salía de las manos  tomar decisiones  y según la tradición ella no siente y no piensa, solo debe asumir la situación como adulta. 

En este caso, igual que la protagonista se mi Novela Teichon, no se les permite o no existe para ellas la adolescencia, de niña pasan a asumir  la adultez. 

Por tanto, las mujeres wayúu capacitadas en este siglo XXI  asumen retos en contra del machismo que ha venido gobernado  la cultura wayúu durante siglo y la búsqueda de la igualdad de condiciones donde se le permita asumir etapas y roles que solo la mujer sabría qué hacer y cómo asumirlos.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Por el ojo de la cerradura

Tomado del libro “A veces llegan cartas” de Tito Mejía  Sarmiento                            

DE MI DIARIO 

Me llamo NELSON RICARDO MEJÍA SARMIENTO. Soy médico de profesión con énfasis en pediatría y un loco enamorado de la vida y, por eso creo que nunca me han asesinado. Tampoco quiero que la soledad me consuma sin sentido. Necesito que me escuchen o mejor que me lean. 

No sólo para comunicarme con ustedes sino para prescribir señales de vida, aunque sea como un eco lejano, un grácil sabor de mi yo detenido en estas calientes tierras de Yaure, donde a decir verdad, me han tratado muy bien en muchos sentidos y en donde entre otras cosas las mujeres sin proponérselo, instalan proa cuando miran por las ventanas que convierten en punto de estiba mágico y, desde donde se hacen etéreas para fugarse con el amor deseado, queriendo significar con ello,  que nadie puede enjaular los ojos de una mujer enamorada que se arrima a una ventana. Tengo una grande, diría asombrosa impresión de que alguien responderá estas misivas, (un buscador infatigable de mis acciones con una precisión tal, como si conociese el don de mi ubicuidad), que expresará además, el mundo en el cual quiero moverme con un lenguaje de portentosa imaginación para que no se difumine el eco sonoro de mi espacio. ¿Quién soy yo entonces se preguntarán ustedes? Pues, un ser que flotará en torno a unas cartas, a unos escritores que perseguirán mi eternidad legada, a unos padres que nacieron, crecieron y lo dieron todo por amor, y que se morirán por amor, a unos hijos(as) sin el olor a padre en sus prendas de vestir, a unos hermanos(as)  portadores de sueños, a unos pacientes que son la prelación en el rutilante apostolado de mi vida, a unos amigos (as) de verdad- verdad, de esos que te tienden la mano hasta en el vago cofre de los astros perdidos, a unos pueblos de habitantes díscolos y afectuosos que a veces ignoran el quehacer más importante de sus vidas por un carnaval de indiscernibles emociones durante cuatro días, a unos amores ajenos, a unos sentimientos encontrados, a unos gallos finos que anuncian profecías, a un hecho concreto y lógicamente a una esposa, quien a propósito le exteriorizaría fervorosamente que cuide a la familia, que me espere, que incluso no se case ni se comprometa con nadie porque la amo todavía y, si lo hiciere, tengo la plena seguridad que los hijos le nacerían con los mismos rasgos míos debido a que la fuerza de mi amor hacia ella es y será de muerte y de memoria. Para ser franco, no quiero que me pase como “el alfiler con óxido del saxo tenor del gran poeta español Felipe Benítez Reyes, hundido como un talismán de olvido y de infortunio”