miércoles, 19 de junio de 2013

Tras las huellas

Carta al Hijo

Por Alejandro Salgado Baldovino

Querido hijo, no sé cómo te hubiese llamado, tal vez Arturo, Andrés, o en el caso que hubieses sido bendecido con la esencia femenina, tal vez Alicia o Aurora. Debes entender mi obsesión con las A. 

Escribo esta carta a ti que la estás leyendo, para el hijo que siempre quise, pero nunca tuve. Y no fue por impotencia o falta de amor y ganas, sino por dos razones, una por ti y otra por mí. Nunca me sentí preparado, quería que cuando vinieras al mundo, yo pudiera ser tu guía, tu ejemplo y tu amigo. Estar contigo y amarte en cada segundo. No que sólo me vieras en tu tierna infancia pocas horas al día. Quería ver tus primeros pasos, escuchar tus primeras palabras y responder a todas tus preguntas, cuando la asaltante curiosidad aflorara en tu ser. Pero no estaba preparado. 

      No estaba preparado para ceder a las presiones de mis padres y el de la sociedad, en esa lucha contra la tradición de traer un hijo al mundo en determinado tiempo de la vida. No te quería como una opción, un suplemento o una solución. 

      Si es cierto que en mi juventud, muchas veces dije que no te traería al mundo, te soñé varias veces y viviste casi que toda una vida conmigo en mis pensamientos. Así como al fin y al cabo, muchos hijos terminan en esperanzas de ideales fallidos de los padres. 

      No quería que llenaras el vacío de mi soledad. No quería que fueses el regalo celestial que mejoraría el matrimonio. No quería que fueras una masa predestinada a hacer o suplir algo específico… sólo quería que fueses tú. Y el mundo no parecía estar listo para ti.

      Tal vez fui cobarde, pero hijo mío, siempre fuiste tan importante para mí, que no quería enfrentarte a mi mundo. Quizás te imaginé frágil y vulnerable como yo, como una persona con una lucha constante con la vida y contra sí mismo. 

      Hace poco escuché en las noticias, que en un pueblo del Caribe colombiano, 3 de cada 10 niñas menores de 17 años estaban embarazadas, que la población se multiplica de forma más rápida que otros años, que los recursos se agotan, mientras que la producción y el consumo aumentan. Que muchas almas esperan en una larga fila, su turno para llegar o regresar a la tierra nuevamente a este que parece un espacio de redención.  Pero no estaba preparado para contribuir a esa lista de “nuevos habitantes” que sobre poblarán el mundo. Un mundo de consumo y sufrimiento, que a pesar de todo tiene cosas muy bellas. Todas esas que hubiese querido mostrarte y descubrir contigo… pero no estaba preparado. 

      Se habla mucho de ustedes como el “futuro del mundo”, pero destruimos ese ideal a diario con nuestras acciones. Ustedes son la razón y el propósito de muchas obras, promesas, políticas y proyectos, que terminan en difundirse y difuminarse por otros intereses particulares.  

      No estaba preparado para exponerte a un sistema educativo que mata las ideas y suprime al ser. Tampoco para que sufrieras algunos estragos que quedan aún en mí de la educación tradicional y machista. Temía de que en algún momento perdiera la cabeza, mareado por el movimiento del mundo y que a causa de mi frágil inconsciente salieran a relucir fantasmas del pasado. Yo no quería gritarte, mucho menos pegarte, lastimarte o herirte con esas palabras que dejan una cruel cicatriz de por vida. Y no quería que mientras fueras creciendo, aflorara de mi boca el reproche y todos esos ademanes de los cuales ignoramos su impacto.

      No sé si serías tan perceptivo como yo y estoy seguro de que hubiese tratado de evitar todos esos males y acciones que he descrito contigo… pero no estaba preparado.  Aún me encontraba trabajando, ya como miembro oficial del sistema, y el movimiento caótico del mundo parece incentivar a que los robots que crean, exploten de vez en cuando. Por eso… no estaba preparado. 

      Finalmente hijo, tú que estás leyendo ahora esta carta. Aunque nunca te tuve, siempre viviste en mí. Dejo esta carta a cualquier persona que en algún momento la encuentre… y puede que le sirva. O tal vez, encuentre su destino dentro de los escombros de la basura, que cada vez abundan más en nuestra superficie. Pero hijo, sí ten presente, que aunque nunca estuve preparado, siempre te quise.

martes, 11 de junio de 2013

Bitácora

Por qué es importante la lectura de poesía

Por Pedro Conrado Cúdriz

A la gran mayoría de las gentes presuntamente no les gusta la poesía porque no la entienden, o porque además, desconocen su "utilidad" espiritual, intelectual, sexual, amorosa, simbólica, teatral... Quiero decir que no saben leer la poesía, ni saben cómo disfrutarla. Quisiera aproximarme a sus beneficios, muy ricos, por cierto, aunque usted considere el libro un artefacto o un objeto inmóvil. No se equivoque porque dentro de él hierve un mundo; pueden saltar las palabras, una historia, un verso, una persona conocida o desconocida, una aventura, una imagen, o una pequeña ciudad, una carta o un viejo amor en olvido, la eterna bondad de los abuelos, amén de cualquier nostalgia que despierte un recuerdo, o una imagen que explique el mundo.

Aquí va, entonces, mi versión del por qué es importante leer poesía:

1.      Por el disfrute o el placer personal.
   
2.      Porque ayuda a calmar el espíritu.

3.      Porque ayuda a sintetizar las historias y la vida de las palabras para mejorar la visión compilada del   cerebro.

4.      Porque las metáforas sirven para comprender mejor la realidad.

5.      Una imagen vale más que mil palabras.

6.      Porque ayuda el cerebro a comprender mejor los símbolos: aprendizaje lector.

7.      Genera seguridad lectora.

8.      Porque ayuda a la comprensión lectora.

9.      Porque entretiene.

10.    Fortalece la vida espiritual del lector.

11.    Porque nos ayuda a percibir y a comprender la belleza.

12.    Eleva el nivel de la espiritualidad humana.

13.    Porque mejora los procesos del aprendizaje académicos e intelectual.

14.    Posibilita un nivel de vida superior.

15.    Porque mejora y fortalece la imaginación.

16.    Porque permite ingresar gratis al pequeño universo del autor, conocerlo y disfrutarlo

17.    Porque puede cambiar la manera de leer a un lector.

18.    Un poema es una epifanía, un milagro que inspira para la imitación y la creatividad poética.

domingo, 9 de junio de 2013

El ojo de la cerradura

MARKOTÉ, gran mariscal del periodismo en el Caribe Colombiano

Por Tito Sensación Mejía

Se inició en el periodismo con tarjeta profesional 421 del M.E.N., en 1954, en
la amurallada  Cartagena de Indias
Además, laboró en Emisoras Fuentes, al lado de los recordados periodistas Fat Lavalle, Napoleón Perea Castro, Melanio Porto Ariza y Édgar García Ochoa, el popular Flash, cubriendo deportes y farándula.
Descubridor del que sería años más tarde uno de los más grandes cantantes de Los Corraleros del Majagual, Eliseo “Trabalenguas” Herrera.
Ha sido director de Emisoras Unidas, jurado del Festival de Orquestas y, desde hace 44 años, relacionista de Los Melódicos de Venezuela. Hombre de muchas corbatas y sonrisas

      Me dediqué por muchas horas, como el famoso detective Sherlock Holmes, a seguirle los pasos al veterano hombre de la radio y del periodismo Marco T. Barros Ariza, sin que él se diera cuenta de mi recorrido sigiloso, de su casa a sus lugares de trabajo, y viceversa. Me llamó poderosamente la atención su andar seguro, recto, su jovialidad, su elegancia en el hablar, su fino humor al contestar efusivamente el saludo de muchas personas del común, de la radio, la televisión, lectores suyos, críticos y colegas que le abordaban y que, a decir verdad, le tienen un aprecio superlativo por las mismas manifestaciones que le exteriorizan y, por supuesto, su infaltable corbata (su colección pasa de miles, ya que las usa desde cuando hizo la primera comunión a la edad de 12 años, en la iglesia de Chiquinquirá), que combinaba con su vestimenta diaria y que lo hacían ver como en efecto es, un gentilhombre, o como dice el colega Pepe Sánchez: “Markoté es el caballero que encarna el espíritu del barranquillero antiguo, y del hombre de radio de antaño, reposado y elocuente, que ya le habían mostrado al mundo figuras con la calidad de Juan Eugenio Cañavera, Elías Pellet Buitrago, Alfonso Rosales Navarro, Edgardo de Castro y decenas más de coterráneos que se encargaron de demostrarle al país que Barranquilla fue la verdadera cuna de la civilización en Colombia”.

Carrera brillante

       Las horas nunca pasan en balde –me digo para mis adentros cuando llego a su residencia de la calle 75
No. 44- 56. Lo primero que hace es soltarme un “Primero Dios, bienvenido a mi casa, maestro Tito”, cuando los últimos rayos de un sol asustado por estos días lo iluminaban todo, enalteciendo momentáneamente con radiantes colores unas tonalidades que muy poco se están viendo en Barranquilla por la temporada invernal que nos azota. Enciendo la grabadora y su voz parece seguir el compás del señorío de tantos años: “Nací un miércoles 19 de septiembre de 1922, a las cuatro y treinta de la tarde, en la Calle Sello con la Carrera Concordia, barrio San Roque de Barranquilla, y allí crecí, pudiendo valorar rápido el significado de unos maltrechos conceptos en el mundo actual: trabajo, respeto y dignidad. Me inicié en esto del periodismo con tarjeta profesional 421 del M.E.N., en el año de 1954, en Cartagena de Indias, en la jefatura del Terminal, de donde obtuve una modesta pensión en 1967. Además, laboré en Emisoras Fuentes, al lado de los recordados periodistas Fat Lavalle, Napoleón Perea Castro, Melanio Porto Ariza y Édgar García Ochoa, el popular Flash, cubriendo deportes y farándula. Estando en la ciudad amurallada, fundé la famosa Orquesta del Terminal, descubrí al que sería años más tarde uno de los más grandes cantantes de Los Corraleros del Majagual, Eliseo "Trabalenguas" Herrera. Regreso a Barranquilla en 1968, me vinculo como Jefe de Producción de Discos Tropical, y posteriormente fui director de Emisoras Unidas. Luego creo el programa Candilejas por la ya desaparecida Onda Nueva, del gran amigo y colega Jaime El Coloso Jiménez. Más adelante, dirijo el programa Reportajes Espectaculares, por Emisora Atlántico, y en horas de la noche hago las veces de corrector de estilo y jefe de Redacción del Diario La Libertad, del apreciado Roberto Esper Rebaje. Desde el año 1993, realizo el programa Recuerdos con Markoté, hoy por Radio Tropical, los sábados de dos a tres de la tarde, antes por Radio Cultural Uniautónoma Estéreo. Soy relacionista público desde hace más de 35 años de la Orquesta Los Melódicos de Venezuela. He sido jurado en el Festival de Orquestas del Carnaval de Barranquilla. Participo en la sección ‘Los miércoles del recuerdo’ en el programa Satélite, que dirige Abel González Chávez por Emisora Atlántico, y escribo todos los jueves mi columna ‘¿Sabía Usted que...?’, en el periódico La Libertad”.

Especie en vías de extinción 

      Me atrevo a decir, sin exageración, que Markoté es una especie en vías de extinción dentro de las comunicaciones sociales por su capacidad, su jovialidad, su don de gentes, su vitalidad y, sobre todo, por su recia disciplina demostrada durante sus 93 años de vida: un hombre que jamás se ha llevado un trago de ron, cerveza, whisky o champaña a la boca, a pesar de recibir consuetudinariamente múltiples invitaciones de artistas, casas disqueras, eventos culturales… para asistir a sitios de Barranquilla, la Costa, Colombia y el exterior. En recompensa a esa repulsión por el alcohol, su amigo y médico de cabecera Antonio Saladen lo premió con una composición titulada: Markoté, la cual fue grabada en ritmo de fandango para el sello Curro por el maestro Manuel Villanueva, con el acompañamiento de la siempre recordada voz de Crescencio Camacho, y cuyas dos primeras estrofas dicen: Yo tengo un amigo que se llama Marco T./ pero cosa rara/ a él no le gusta bebé/ mas tengan cuidado muchachitas si lo ven/ no le gusta el trago/ pero mucho la mujé.- Tiene un bigotito piruetearero y socarrón / Mas les aseguro que nunca lo moja en ron/ Y sus cualidades él nunca las emplea mal/ Al hombre le dicen el ñero del terminal-.

Cuando el amor llega así, de esa manera

       Su cabello y bigotes color plomizo me traen a la memoria a los mejores actores de la época de oro del cine mexicano como Arturo de Córdova, El Indio Fernández y Luis Buñuel Portolés (español naturalizado mexicano), entre otros, quienes fueron filmados en blanco y negro para deleitar a centenares de generaciones en los años cincuenta, sesenta y setenta. Las mismas generaciones que iban a los teatros de cielos abiertos y cubiertos por un montón de estrellas en horas de la noche. “Allí, precisamente en uno de esos teatros, después de haber salido dos horas antes de una fiesta de cumpleaños, conocí con el mayor respeto a la que sería años más tarde mi esposa, Beatriz Elena Donado, quien me regaló 6 hermosos hijos, de los que sobreviven 5 y con quienes a veces sueño todavía acurrucándolos al pie de sus camas”.

Celia Cruz. Daniel Santos, Renato Capriles, Esther Forero, Shakira y Andrés Cepeda

       Markoté, con una rapidez pulida del tiempo que envidiaría cualquier joven de 15 años, me responde sobre los artistas de la vieja guardia y de hoy que más admira: “Celia Cruz, lo más grande que he conocido en la música. No porque haya sido mi amiga personal de tantos años, ni me haya regalado 17 corbatas que todavía conservo, ni porque me haya ofrecido, el día de mis cumpleaños, su concierto el 19 de septiembre de 1992 en el Estadio Metropolitano Roberto Flaco Meléndez, sino por su calidad. Daniel Santos, El Jefe, que con su voz nasal lo conquistó todo, musicalmente hablando, grabó de todo, y eso solo lo hace un grande. Renato Capriles, toda una institución del pentagrama musical latinoamericano. Ahí sigue vigente con su Orquesta Los Melódicos. Estercita Forero, por algo el colega Gustavo Castillo García la inmortalizó como La Novia de Barranquilla, y de Shakira te digo que es inmensa como artista y como persona, por eso la quieren en todo el mundo. Pasarán muchísimos años para que salga otra como ella. Otro muchacho muy bueno es Andrés Cepeda, ojo con él. Lo que quiero significar es que, a pesar de ser un amante empedernido de la música veterana, no soy ajeno a la nueva camada de artistas que están emergiendo en la farándula”. Como todo es intenso mientras dura la vida, y la misma vida es sutil en el imaginario del pueblo que se teje de acontecimientos sucedidos, al maestro Marco Tulio Barros Ariza, el mismo hombre que jamás ha utilizado los medios de comunicación para zaherir, agraviar o lanzar expresiones fuera de tono, le gustaría que lo recordaran con un acróstico tomado de las letras iniciales de sus nombres y apellidos:
¡Mejor 
Tener en la vida
Bastantes
Amistades, corbatas, discos que cualesquiera otras cosas!

lunes, 3 de junio de 2013

Desde las troneras del San Felipe

¡Bótelos de la casa!

Por Juan Carlos Céspedes

Cada vez que se acerca la temporada ferial de las elecciones, salen de todos los huecos de la ciudad “cartageneros que tienen su cordón umbilical enterrados en nuestras calles”. ¿Le suena familiar? Muy probablemente usted le haya hecho una reunión con familiares y vecinos para conseguir un puesto. Pero sabe que el tipo (o la tipa) tiene malas mañas con lo público, sin embargo, usted hace  como si no supiera nada y rompe para adelante. No importa que de esta manera usted sea partícipe de los peculados, prevaricatos, y otras hierbas amargas. 

      Amigos tengo, que viven dándose látigo de honestos y posan de patriotas preocupados por los altos niveles de corrupción y “¿qué país le vamos a dejar a nuestros hijos?”. Pero ellos mismos llevan a infelices almas hambrientas de justicia y pan, en camionadas o “pringacaras”, a registrar su cédula para escoger al tunante de turno. Después le ofrecen un sanduche sin pan, sin mantequilla y sin queso, además de un agua donde la panela pasó al galope, todo ello hecho por las bondadosas manos de su señora esposa. Una cédula en las manos de un ignorante o de un inmoral, es un arma mortal (¿suicidio?). 

      Hay muchas clases de bandidos, pero los delincuentes sociales son los más peligrosos. Usted lo sabe, amigo lector, hay muchas formas de matar gente, pero nada tan eficiente como acabar con el sector de la salud pública, y destinar esos recursos a través de la magia del guante de seda (algunos lo hacen burdamente) para educar hijos en el exterior, comprar fincas, autos, viajes por Europa y todo los caprichos de nuevos ricos.

      Algunos políticos en el poder tienen su propia cosecha de votos (la gente a la que tiene empleada, los que tienen “contraticos”, los profesionales a los que le “bailan el indio” del “no te desesperes que ya te consigo algo”, las mujeres a las que se han “rumbeado” por la promesa de un empleo y toda una colección de ingenuos que todavía les creen), así que les importa muy poco, que aquellos ciudadanos de cédula virginal no voten, para ellos mejor, ya que tienen sus cuentas claras. Estos personajes que se sienten orgullos de no haber votado nunca, son cómplices por omisión, aunque crean que el abstenerse de votar los hace inocentes de los males de la ciudad y del país.

     A estos personajes, y usted sabe perfectamente quiénes son, hay que aplicarles la censura social, sacarles el cuerpo en las calles, en los sitios públicos, cambiarles de acera, ¿no hace usted esto con los delincuentes comunes? Hay que hacerles saber que conocemos el origen de sus fortunas, de sus “doctorados”, de sus altas condiciones sociales.

      Así que la próxima vez que invite a alguien a su casa, fíjese bien a quién le ofrece su mejor silla, quién bebe en su vaso, quién orina en su baño, quién usa sus cubiertos, a quién le presenta a su señora e hijos, a quién le vende el alma.

      Después de las elecciones, pregúntese si tiene derecho y moral para quejarse de cómo anda Cartagena y cómo se ha deteriorado el nivel de vida de los cartageneros. De lo contrario, ¡cállese! Y siga disfrutando de lo que ayudó a montar.