jueves, 12 de marzo de 2015

Ethos


 
ETHOS
 
Por Franklin Howard Ortega

El Ethos es el  étimo griego para referirse a las costumbres, en oposición al pathos que trata de las pasiones. Pues bien, es esa manera de comportarse, si se quiere de ser. Hace relación al sentido de pertenencia, a la identidad de una sociedad específica.

Alguien dijo de Colombia, que era una República de Países. Para el humanista, sociólogo, Orlando Fals Borda, natural de San Martin de Loba, uno de los fundadores de la Facultad de Sociología, junta con Camilo Torres Restrepo y después de la de Antropología de la Universidad Nacional, siendo el Decano de la de Sociología, y quien, fuera Constituyente, asume la concepción de regiones. De la misma concepción era el Senador Miguel Facio Lince López, quien propende por ese concepto, en un semanario de regular circulacion. Pues bien, se enumeran las siguientes regiones: La Costa Karib; la región oriental de Santanderes; la Llanura oriental; la Costa Pacífica; la Antioqueña unida a Caldas,Pereira,Armenia; la cundiboyacense; la valluna; la pastusa. Cada una tiene sus particularidades culturales, que se traducen en usos, valores, anti valores, hablas, culinaria, músicas, bailes.

En la región costeña existen particularidades subculturales que distinguen a los componentes de la región. Ejemplo, difiere un guajiro de un cordobés, un sabanero de barranquillero. El lingüista Cury Lambraño, se atrevió a hablar, codificar, construir la gramática y grafía del Costeñol, como lengua propia de la esta concepción regional. No es posible olvidar el wuayunaiki , lengua propia de Woumaimpa, Guajira.

En este aspecto, tiene mucha importancia el sustrato pluriétnico de la Costa. Si somos la misma nación, ¿ qué hace al costeño diferente del connacional del interior? Se ha inventado el concepto del ser “caribeño”. Recuerdo que poco después de la revolución cubana, llegaron algunos isleños, procedentes de Bogotá, quienes dijeron que les parecía haber regresado a su país, pues en Bogotá se sabían en el extranjero. Gente de Brasil, del Ecuador, del Perú, se suman a ese parecido. Entonces, ¿cuál es el fundamento del compartimiento de rasgos culturales similares? En el primer caso se dirá lo del “caribeño”¿ y con los demás ? Tendríamos que admitir un nuevo concepto etnológico, el ser “afriqueño”, que tiene mejor significación. El Doctor Fernando Ortiz, padre de la etnología americana, llega a la convicción que la cubanía tiene relación  más con África que con Europa, de donde eran sus padres y lo descubre allá, siendo estudiante universitario.

Recientemente, conversaba con el Doctor Alfonso Cabrera, en la oficina y un ruido interrumpió la conversación. Él se asomó y recibió perentoria invitación a abandonar lo que hacía para que se sumara a la entretención, originada en el cumpleaños de un compañero. En el Centro Comercial, puede usted esperar tranquilo que la cajera termine la animada conversación con su colega, que bien pueden seguir mientras hacen su labor. En las oficinas los empleados abandonan sus puestos para realizar una tertulia. Encuentro en estas conductas, el rescoldo del cimarronaje: el negro, no tuvo otro lugar de encuentro que el trabajo y de una u otra manera allí fue donde se concitó el gran escape. Del mismo origen es la comunicación, donde el receptor debe comprender el código del emisor: una frase inconclusa se acompaña de un “ajá…”.Allí está el final del mensaje, iteradamente críptico, quizá lo más importante es que se debe decodificar.

Una familia bogotana se alojaba en el hogar: ella colega de mi hija, ex compañera de aulas universitarias, Nayibe Mahecha; él médico doblado a mayor de Policía, Rafael, salían a la playa. Los acompañábamos a la puerta y una buseta los esperaba en la esquina. El ayudante  hacía señas. Preguntaron qué pasaba, cuando le dijimos que los esperaban, se asombraron. A su regreso contaron que, cosa rara, el vehículo se habían desviado unas cuadras. El ayudante se bajó, caminó para indicarles la dirección: más asombro y desternillar de risa. Seguimos en buseta: es como una pista de baile, al sonido alto, se agregan luces de colores y detrás, hay alguien que convierte en tambor el espaldar de su silla. Tales conductas es imposible concebirlas en Bogotá o en cualquier otra ciudad colombiana.

 Es necesario saber de algunos valores culturales, con el apoyo de la lingüística para comprender algunas conductas: Consigno algunos étimos de interés: MEGARA: estado de bienestar que se obtiene societariamente, como en la danza, las carnestolendas donde  el disfraz procura la fuerza del animal totemizado o su exorcización. Ejemplo: danza del torito, danza modal que procura la fuerza del animal; danza del gallinazo exorciza la muerte; HANTU: espacio tiempo; KINTU: cosa: una máscara en la pared; KUNTU: fuerza modal: la máscara en el rostro; MUNTU: hombre; BANTU: hombres.

Cuando el burgués concluye su labor del día, quizá son las seis de la tarde, va al club, a la casa, al bar y toma licor y juega póker. Eso está bien. En la covacha son las diez de la mañana, el hombre bebe, pone el pick up, juega dominó, escucha música y hasta baila. Eso está mal: ¡flojo sinvergüenza!  Nadie lo vio salir a las dos de la mañana, colinchado, hasta encontrar un camión para guiarlo a bodega para la descarga: es el cotero que a las nueve de la mañana  ha culminado la labor del día: está feliz y comunica su megara. Tampoco nadie vio al pescador levantarse a la madrugada, a la hora que pica el macabí, el róbalo, el pargo, la barracuda. Hubo buena pesca. En casa comunica su megara: suena el picó, gritan las fichas del dominó  golpeadas en la mesa; Si la pesca fue un fiasco, la megara está baja: no se comunica tristeza.

“La comida no sabe bien, si hay alguien que no la tiene”, es un proverbio xhosa. De ahí el concepto cognado de la familia costeña, donde el padre sale a “inventar” para procurar algo que comer dentro el circulo dantesco de la pobrería. En la precariedad de la casa es posible que convivan dos, tres, familias. En veces es el abuelo, la abuela, la suegra, quien proporciona el alimento. Esta costumbre de origen africano, dista de la familia agnada de los andinos, donde se obliga el niño a ser autosuficiente, lo que origina el gaminismo, que ha contaminado al ser costeño

Si sabemos de dónde venimos, comprenderemos el ethos, sabremos de donde provenimos y revaloraremos los ancestros. Somos el producto de la missigenación de etnias y culturas. Privilegiar una de ellas es una conducta producto de la insania de la élite dominante creída de ser los descendientes directos de Pelayo, como se consideraban los héroes veintijulieros de 1810: Acevedo y Gómez el verbo de la revolución fallida, Camilo Torres, quien termina de abogado de las causas de los españoles, a la llegada de Morillo, como tantos otros anti héroes. Tan sólo uno de ellos de origen popular quiso ir más lejos: José María Carbonell, a quienes la ciudad les ofrece sus mejores espacios y la monumentalidad escultural. El mármol y el bronce no son para íncolas y negros. La historia oficial es una gran mentira. Entre todos podremos desenmascararla en el recorrido identitario, que nos permita revalorarnos nosotros mismos.

Durante la II Guerra Mundial, el periódico New York Time, para distinguir las Américas, utilizó el adjetivo “latino”. Queda en el entendido que América, es Estados Unidos, la del Norte prospero y al sur está la otra América, la “Latina”. Este adjetivo, como todos los demás  es absurdo. Latinos, son los del Lacio, vale decir los italianos, con quienes nada tenemos que ver. ¿Por qué no nos refieren a otra región, país, continente con el cual está ligada esta parte de América?  Pues, porque nos conformamos con lo que nos digan las autoridades del mundo hegemónico de gama alta.

A esto se suma un particularismos, para identificarnos, ya no impuesto desde el norte, sino por gente nuestra: “caribeños”. Bien, pero como hemos visto no agrupa sino a una parte sita en nuestro mar. ¿Y los que no están en este borde continental?. Entonces cabe nuestra propuesta a las Ciencias Sociales: Los del Norte serían angloamericanos y cabe afroangloamericanos; los del sur serían mexihispanoamericanos;  en las islas estarían los afroangloamericanos, afrofrancoamericanos, afroneederamericanos ; al sur los afrolusiamericanos y afrohispanoamericanos, con lo cual se hace honor a nuestro mestizaje pluriétnico y multicultural, de la  de la Costa, con particularidades lingüística y los de Pacífico; para los andinos estaría el calificativo de hispanoamericanos.

África está presente en usos, costumbres, culinaria, danza, festivas, carnestolendas, música del hombre de la Costa. Sin importar la dermis, todos asumen esos valores, aunque leucodermos los enmascaren con otras culturas, con diferentes conceptos, pero el ethos de la africanidad es el mayor distintivo.
 
Nicosi siquellelle Africa
<Viva Africa>

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