martes, 3 de junio de 2014

Bitácora

De mis dudas, me salvo yo

Por Pedro Conrado Cúdriz

Ser neutrales es una mano de aplausos para la extrema derecha.

En estos días de furias, esquinas, conversatorios, dudas, dilemas y convicciones, los retos no dejan de ser mayores por la coyuntura histórica, que ha dejado de ser rutinaria, por aquello de la guerra o la paz. Pero también rica en pensamientos y opiniones. Por ejemplo, me sorprendió la columna de William Ospina, la del 1 de junio, titulada “De dos males” en El Espectador. La sorpresa la generó tal vez el quiebre en el esquema del pensamiento ordinario o tradicional. Él cree que Zuluaga es menos malo que Santos, porque éste último representa el “santismo”, o aquello que Álvaro Gómez Hurtado llamaba “El régimen”.

El santismo entonces es culpable del personaje Uribe, de la guerrilla, de Pablo Escobar, de Laureano Gómez, de los paramilitares, del narcotráfico, del analfabetismo, de la extrema pobreza, de los pedófilos, de los ateos, etc. Peligrosa hipótesis, porque deja sin voluntad propia a los personajes, al país y a sus pobladores.

Culpar a Santos de todas las porquerías de este país, es como colgarle a los españoles o al mismo Simón Bolívar lo que somos hoy en día. Es como separar el poder de los que pueden transformar la realidad, o también es como cercenarnos la libertad de elegir a los que nos gobiernan. Tenemos, he escuchado siempre, los gobiernos que nos merecemos, o hemos querido tener. Lo de santos, o el santismo, es un problema político estructural. Cambiarlo no depende de nuestros deseos individuales, y sin embargo, La Farc, El M19, El ELN quisieron hacer la revolución un día, pero no fue posible. Somos reaccionarios  y políticamente conservadores. Tal vez nos merecemos la suerte que cargamos como una cruz de hierro.

¿La historia? ¿Qué es la historia? ¿Acaso no es una vieja trampa ideológica? ¿Por qué olvidar las porquerías del gobierno de Uribe? ¿Por qué apoyarlas políticamente? ¿Y Uribe no terminó colaborando con el santismo? ¿Por qué excluirlo del santismo?

La columna de William Ospina es una columna de opinión, muy respetable, pero es una opinión puesta en la plaza pública para ser debatida. Leído su artículo infiero que va a sufragar en blanco, un voto respetable pero sin destino y sin esperanza, o quizá con la esperanza de mierda de los escépticos, los observadores que no creen absolutamente en nada.

A propósito, el voto en blanco, el histórico, no tiene dilemas, vive la realidad sin la dinámica de los cambios. Para los que aplican esta opción creen que todos los días son la misma cosa, son bíblicos, y sobre todo creen que no hay diferencias en las elecciones, porque las descontextualizan de las coyunturas históricas donde se cumplen. El voto de hoy, por ejemplo, es diferente del voto de la primera vuelta. Y esta diferencia nos obliga, nos puede obligar a decidir porque se acabe la excusa de la guerrilla.
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“La paz no pasa por la guerra, porque ésta no es autosuficiente”.

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