sábado, 3 de mayo de 2014

El ojo de la cerradura

Diez años después, lo cuento, lo narro, para evitar que el olvido, mate dos veces a mi hermano

Detrás de la puerta

Por Tito Mejía Sarmiento

A mi hermano Nelson Ricardo, vilmente asesinado por la espalda un 29 de abril del 2004, a pocos metros de las instalaciones del DAS en Barranquilla, siendo presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez

Detrás de la puerta hay un hombre agazapado que hace días no ha querido salir. Las cosas avanzan maquinalmente afuera. Él sabe que el tiempo es una empecinada demencia de carreras que teje el odio vespertino de la ficción. Todos los murmullos que pasan por la avenida, acarician sus oídos, pero él sigue, día tras día, acechando detrás de la puerta.

Él sabe que no es diferente a los demás, sin embargo, el abandono cobija parte de su cara. No se inmuta por nada, sigue ahí en cuclillas detrás de la puerta. A pesar de todo, ha logrado sobrevivir detrás de esa puerta desde hace diez largos años, cuando una bala mercenaria, mató a su hermano menor cobardemente por la espalda.

Nada es gratuito y sin artimaña cada noche cae después de cada día, mientras tanto él sigue ahí, detrás de la puerta al borde de lo cotidiano hasta cuando la impunidad sea derrotada.

In crescendo

 “Palabras nada más dice el vacío,
el que no encuentra una ventana
para escapar al paraje feral
que conjura esa palabra que desea”.
Damia Marilú Mendoza Zambrano (Ecuador)

Desde hace 10 años, la tristeza crece en un extremo de mi alma en medio de una suma de secretos y silencios, haciendo historia con su propia historia, sin que nadie haga nada ni yo mismo, mientras la memoria planea su huida, en una especie de inventario de olvidos y, el homicida, ese mismo homicida trajina suelto, (eclipsando los minutos), adornado de fantasías interminables cuando la luna se balancea inescrutable sobre un barrizal maculado de sangre. Entonces, solfea la noche su nombre, su nombre...



Anoche soné dos veces con mi hermano
Rueda con más fuerza en mi cerebro lo que dijo Pedro Calderón de la Barca que “La vida es un sueño” y también tengo muy claro porque lo he investigado y discutido con psiquiatras, psicólogos y sociólogos amigos míos, entre otros, Pedro Conrado, Sucely Ariza, Vanina Mejía, lo que argumentó en su momento cumbre, el gran filósofo Platón que “ El hombre vive en un mundo de sueños, de tinieblas, cautivo en una cueva de la que sólo podrá liberarse tendiendo hacia el bien; únicamente entonces el hombre desistirá de la materia y llegará a la luz”, pero por encima del influjo de todas esas concepciones, está una preocupación que atraviesa todo mi ser y se estanca en mi corazón fraternal y de ahí no sale. Y yo lo que deseo fervientemente, es que esos sueños me lleven a una realidad creíble:

Primer viaje onírico
¿Quién me puede ayudar a superar esta insania transitoria que puede convertirse en cotidiana?

Voy saliendo del supermercado Metro de la calle 30, a las 4 y 20 de la tarde en compañía de mi gran amigo, el periodista Francisco Figueroa Turcios, en medio de una coqueta llovizna que cae. Cuando termino de felicitarlo por sus magníficas crónicas escritas en la revista digital La Cháchara, me veo frente a frente con Nelson, mi hermano, el mismo que fue asesinado cobardemente por la espalda, el 29 de abril del 2004 a escasos metros del DAS, cuando fungía como alcalde de Santo Tomás, Atlántico. Enseguida, saqué de mi billetera una foto y se la mostré a Turcios, quien me dijo sin titubear: ¡Sí, Tito, es el mismito señor que va ahí con dos escoltas, pero con la diferencia que ahora está muy canoso! Nelson caminaba despacio hacia el interior del supermercado y me miraba insistentemente al mismo tiempo que sonreía. Luego se desvaneció en el éxtasis de mi ansia.

Segundo viaje onírico
Nelson se presenta en la casa de mis padres, diciéndome: ¿Y los viejos?

- El viejo César Eurípides falleció el 11 de abril del 2011 y en cuanto a la vieja Eloina, la está jodiendo un Alzheimer, le respondí, en medio de la enorme sorpresa causada después de haber transcurrido diez años sin verlo.

- Recuérdale, loco Tito que, mi mamá nunca estará sola mientras yo exista en el recorrido del amor puro y, recálcale siempre que, todo el viaje de la vida cabe en los linderos de una vivienda y que volveré como era habitual con mi corazón itinerante a estar pendiente de ella en la evolución de la propia evidencia, al estilo de la poeta Martha Noviembre: “ Como un animal sibilante augurando fines, borrando huellas, presagiando que nada, nadie, volvería a ser ”, me remató al momento que se difuminaba lentamente. ¡Yo sé que los sueños se convierten en anhelos y la esperanza en ansiedad doliente, pero lo percibí. Vi a mi hermano Nelson dos veces, y sigue siendo el mismo, está igualito, bonachón. Recordé al gran escritor Ramón Molinares Sarmiento cuando sentenció: “Nelson, un hombre de puertas abiertas, por donde, sin pedir permiso, entraba todo el que quería a cualquier hora del día o de la noche”.

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