martes, 9 de julio de 2019

El perfume del cumplimentado

El  perfume del cumplimentado

Por: Luis Payares Mercado

El cumplimentado bajo el signo zodiacal de cáncer acaba de coronarse 67 años. En esta edad, después de haber ocupado tantos cargos en los gobiernos, se podía esperar, que estuviera en otros menesteres del ser humano. Pero no, él sabe que necesita un buen perfume para el día de la gran fiesta. El perfume que marque su final o el inicio de su nueva etapa en el planeta azul. Su meta es tener ese perfume para ese gran día.

Leer libros hoy, para algo debe servir, pues esa ocupación ha sido cedida a las redes sociales en un imponente porcentaje. También, tener la prensa, la historia y la Biblia en nuestras manos, para escudriñarlas, algunos frutos deben arrojarnos. Que revisar la legislación del país de los autores de, El olor de la guayaba, sea otra necesidad, aunque de ante manos, se sepa que hay más verosimilitud que veracidad, creo que es un gran enganche crítico, partiendo desde ese cierre penúltimo: “Publíquese y cúmplase.”

En cuanto a la historia del país, de ese donde vivieron los que escribieron el olor del fruto que da origen al bocadillo y a la mermelada, hay hallazgos de olores importantes. El origen y crecimiento de grupos rebeldes, sería uno. Donde un líder guerrillero, activo, muere de vejez, en el país de las mermeladas. Todo un ejército, durante varias décadas, lo buscaba y nunca lo pudieron capturar, ni herirlo siquiera. Él, con sus camaradas, sí que hería y mataba a los pobres, que obligados, engrosaban las filas para perseguir a un tal alias Tirofijo. 

La referencia bíblica muestra que la eternidad de Dios lo envejeció y en las escabrosas montañas murió el tal alias, llevándose consigo a Manuel Marulanda Vélez y a Pedro Antonio Marín Marín. La prensa también hacía su juego importante, anunciaban, en presunción, la muerte de Marulanda Vélez y resultaba, que otra vez, el man, estaba vivo. 

En cuanto a la lectura de libros, que hay más que vida, un escritor alemán, Patrick Süskind, en 1985 escribe su primera novela El perfume. Su protagonista es Jean—Baptiste Grenouille quien con su prodigioso sentido del olfato, como una garrapata, se aferra, se adhiere, se penetra en la vida, pero más, en la muerte. Chupa sangre, se engorda, crece, se apodera y a nadie le interesa su origen, sus intenciones, ni su finalidad. Escala esferas, sube montañas y cumbres. Baja a las inmundicias y nadie percibe sus ocupaciones. Clasifica lo agradable y desagradable en todas las variaciones de los olores. Su esmero es descubrir el olor del hombre. El que cause al hombre mismo sentimientos afectuosos a favor de su verdugo. Con muertes a inocentes, a la vida joven, a lo virgen, logra obtener el efluvio, la esencia. Su perfume.

El cumplimentado ya tiene listo su perfume, ese día, el de su cumpleaños 67, soltó una fracción muy mínima de su fragancia, en su Facebook y en su Instagram y… ¡qué semejanza!, ¡qué cosa tan exacta!... a lo del libro El perfume, que según su autor, sucedió en el siglo XVIII.       

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