jueves, 2 de abril de 2015

Los tres ladrones

Los tres ladrones

Por Luis Payares Mercado

Para estas fechas de Semana Santa, que es una celebración netamente de la fe católica, pero que contagia y beneficia con el receso laboral a católicos y no católicos. También es un tiempo de reflexión sobre la palabra Divina en lo concerniente al acto de la muerte, sepultura y resurrección  de Jesucristo, actos que representan para el cristiano, el Evangelio de la salvación, efectuado también en el acto del bautismo. 

Enrique Álvarez Henao, un poeta bogotano;  también como a toda persona,  para estas fechas  memorable  pudo haberle   llegado  la reflexión y con ella la inspiración para escribir un hermoso soneto que tituló “Los tres ladrones” contiene  este poema un dato que corresponde a los escritos apócrifos o historia secular  donde se le dan nombres  a los famosos ladrones que acompañaron a Jesús en la cruz del Calvario. El poeta en este soneto hace que el lector o escucha vea a tres ladrones y no a dos como el texto Sagrado nos lo muestra. He aquí una pizca  de las  maravillas de la literatura y más del arte poético.  Este es el soneto: LOS TRES LADRONES: Época fue de sórdidas pasiones; /el mundo de rencor estaba henchido / y en el Gólgota, en sombras convertido, /  pendían de sus cruces tres ladrones. // De un lado, y en rabiosas contorsiones, / se agitaba un ratero empedernido; / en el otro un ladrón arrepentido, /y en el medio un robador de corazones… // De luto se cubrió la vasta esfera; / Gestas, el malo, se retuerce y gime; / Dimas, el bueno, en su tortura, espera. // Y el otro, el de la luenga cabellera, / que sufre, que perdona y que redime, / ¡se robó al fin la humanidad entera!

A un lado estaba Gesta y al otro lado estaba Dimas, pero siempre ha habido un inconformismo sobre quién estaba a la derecha y quién estaba a la izquierda. Los textos apócrifos califican a Gestas como el ladrón malo y a Dimas como el ladrón bueno o arrepentido. Sabiduría que la Biblia guarda para que nadie se escude, sino para que el  alma se arrepienta o reniegue de su Salvador.

En Bogotá,  desde el  años  1871 hasta 1914, vivió este poeta, un hombre sencillo,  atormentado y sufrido, de fácil y espontanea inspiración. Nos dejó bellos modelos de sus poesías o sonetos  como “La abeja”, “La gota de agua”, “La carcajada del diablo”, entre otros. Orientada bien su vida,  habría sido  Álvarez Henao uno de nuestros más representativos vates. De similar forma sucede con muchas figuras intelectuales colombianas, que si la violencia no los acaba o exilia, entonces se distraen en los agobios y avatares en que se desenvuelven sus vidas, dejando a un lado el zumo de sus talentos para buscar sus abrigos y los sustentos diarios. 

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