martes, 10 de junio de 2014

La sombra de la acacia

El buen escritor no es escribidor

Por Shirley Esther Soto Vásquez

Hace días apreciaba una obra literaria y entre los comentaristas se discutía el talento del escritor en cuestión. No cabe duda de que ser un buen escritor requiere del poder de la pluma, esto es, su capacidad de gobernar la lengua escrita, del estilo y de una magna creatividad, pero en literatura es cosa de gran importancia que el escritor sea un fin en sí mismo: sea transcendental, que posea la capacidad de ver lo profundo y tenga un punto de vista humano extraordinario. 

No se puede prescindir el dar valor a los conceptos universales que este use  para “abarcar” y no “limitar” la visión de la realidad de la vida, esto lo hace pasando más allá de sus propias circunstancias.  Es decir, la escritura no debe ser subordinada a su historia personal, sino que su historia debería ayudar a que el descubrimiento de la historia imaginada por el lector, sea genuina. 

Escribir bien depende sobre todo del cumplimiento de un deber moral, siendo fiel a los criterios propios; la idea del ’Yo’ debe ser bien definida, cosa que debe ser tomada en consideración para lograr transmitir ideas y experiencias que le son propias al escritor y a veces se hallan alojadas en el inconsciente. Muchos escriben para enseñar, o solo para parecer importantes, otros para alabar su propio trabajo (estos son los más aburridos).  

En una novela el escritor saca a la luz situaciones que ni él mismo era consciente que le preocuparan. La buena escritura debería ayudar al lector a apreciar hechos de la realidad en su modo más profundo. Las obras mal escritas, no nos dejan nada, no nos “nutren” ni enriquecen el alma. Es por eso que el escritor excelente tiene un lenguaje “vivo”, posee sus propias convicciones, y además, es original, tanto en la estructura del lenguaje como en su modo de expresión.  De este modo nos acercamos a su verdad interior, que logra reflejar en lo que escribe.

Manejar la palabra es un arte y para expresar el arte se necesita talento.

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