miércoles, 5 de marzo de 2014

Bitácora

La mala educación

Por pedro Conrado Cúdriz

“Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa”
Ortega y Gasset

La ideología y la cultura funcionan desde algunos aparatos e instituciones (la familia, la escuela, las cárceles, las fuerzas armadas, el barrio, la justicia, la tecnología) para malograrnos intencionalmente la vida. Los politólogos y los sociólogos hablarían de control social.

Las preguntas necesarias de respuestas son las que siguen: ¿Por qué somos tontos? ¿Por qué obedecemos? ¿Por qué vendemos el voto? ¿Por qué la escuela no sirve para nada? ¿Por qué nos hemos adaptado con facilidad a un sistema político y económico injusto? ¿Por qué somos los “Idiotas del sistema”?

Lo cierto es que la mayoría de los ciudadanos desconocen cómo opera el “Establecimiento” y si lo saben o lo intuyen se hacen los locos, quizá por miedo a la miseria, quizá por el terror a la guerra, quizá por no ser diferentes. No se distingue lo que no se quiere distinguir. Bueno, nos han hecho así, para no distinguir nada, para andar incluso enfermos de angustia y pobreza, para no saber nada, para disgustarnos con todo el mundo, para no tener esperanzas, para ser unos tontos.

¿Cómo se metieron en nuestras mentes? Quizá sea través de la historia, la personal y la colectiva, a través de lo que vemos, escuchamos, modelan otros, a través de la escuela, o el barrio, o los que nos gobiernan, a través de la familia, los amigos, las horas que perdemos frente al aparatico del televisor (viendo cómo se reproduce el estatus quo en los noticieros, en la telenovelas, en la programación deportiva), o con los teléfonos celulares, la internet, la insensible moda, los eufemismos gubernamentales, las instituciones locales, lo que leemos, lo que consumimos, los discursos del presidente de la República y sus adláteres. Es sutil esta tarea de la mala educación.

Por años nos han hecho pensar, o creer, que somos poca cosa, y desde la infancia nos tratan como a niños, por eso andamos buscando siempre quien nos proteja, quien haga el papel de padre salvador, quien nos aconseje y quien nos diga qué hacer. Con razón a las gentes les gusta y les gustaba el expresidente Uribe y quizá por estas mismas razones están los que anhelan infantilmente la mano dura.

Estas creencias históricas nos condicionan para ser explotados, negados, discriminados, para caer mansitos en las manos de nuestros verdugos, para tenerle miedo al jefe. Fuimos mal educados. Pero es la cadena de la clientela, formada desde la primera infancia para ser en el futuro los “Idiotas del sistema”, los reproductores de las malas conciencias, los sinvergüenzas, los cínicos, los apátridas.

Y la mala educación (el neoliberalismo de hoy) nos hace creer que el dinero está por encima de la humanidad de la gente, del dolor y la esperanza humana. Porque desconocemos que bajo el modelo del estado neoliberal, estamos fraccionados, desconectados, individualizados, analfabetos.

Se metieron en nuestras mentes desde antes del nacimiento. Ellos saben cómo pensamos, qué pensamos, cuáles son nuestras necesidades espirituales y materiales, nos arreglan además las iglesias y educan a los curas, nos pervierten los valores, descuidan las escuelas, desarreglan las leyes, nos subsidian la vida, crean bolsas de empleo para maquillar la realidad del desempleo y nos gobiernan con el vacío de las palabras (Santos todavía no ha podido reconstruir el pueblo de Gramalote, descuadernado por la naturaleza a comienzos de su gobierno), con acuerdos de paz imposibles de cambiar nuestra historia política.

Y sin embargo, ya han elaborado las palabras y las frases para el sentido común, que ha dejado de ser nuestro para ser institucional. Porque algunos incluso se han atrevido a decirle a los servidores públicos que son traidores del gobierno porque no son unos “Idiota del sistema”, porque no forman parte de la cadena del clientelismo, porque no son cínicos ni sinvergüenzas. En la película Calígula, este asesina a un servidor del régimen porque no es corrupto como él y queda claro que su honestidad deshonra al patricio. Hasta esta desmesura hemos llegado. 

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