viernes, 3 de mayo de 2013

Por el ojo de la cerradura

Sordos(as) en un futuro no muy lejano

Por Tito Mejía Sarmiento

Me subí en la buseta de la línea Sobusa, carrera 54 de Barranquilla a las 3:23 de la tarde el día martes 30 de abril de 2013, frente al paradero que está ubicado a unos 5 metros de la Universidad donde laboro en calidad de catedrático desde hace 4 años. 

De entrada, noté que el volumen del radio de aquel vehículo “que vomitaba reggaetón” (género musical procedente del reggae jamaicano con influencias del hip hop, que se desarrolló por primera vez en Latinoamérica en los años 1970 y mediados de los años 1980, que nace y surge a raíz de la comunidad jamaicana cuyos ancestros llegaron a Panamá, junto a inmigrantes de ascendencia afro-antillana durante el siglo XX), sobrepasaba los límites de decibeles permitidos por la ley. En los buses, por ejemplo, los pasajeros  e incluso el mismo conductor, se exponen   diariamente a ruidos que marcan más de 85 decibeles en el sonómetro en nuestra querida Barranquilla, y estoy absolutamente convencido, en  otras ciudades de Colombia. 

      Me dije para mis adentros “esta vaina se jodió”, mientras la urbe parecía observar con ojos tranquilos aquella situación de incultura. A los 5 minutos, le solicité muy gentilmente al conductor, un joven de aproximadamente 25 años, que portaba en su oreja derecha un arete color rosado, que le bajase el volumen al radio, que eso era dañino para la salud de todos(as). “Si no le gusta puede quedarse acá y yo le devuelvo el pasaje, señor”, fue lo que me respondió tajantemente ante la sorpresa de algunos pasajeros, en su mayoría estudiantes. 

     Pero la invasión sonora no terminaba allí. El conductor de marras, cada vez que había un trancón,
empezaba su concierto de pitos con la corneta de la buseta, entre otras cosas, también exagerado. Alcancé a alguien sentado en la banca de atrás decir: ¿Conductor, a usted el niño Dios no le puso pitos cuando estaba chiquito? ¡Cállate, sapo!, fue la respuesta inmediata, como el traslado que hace una abeja de un panal a otro,  de aquel sujeto  que se sentía el rey de la vía.

      No les miento si les digo que le menté mentalmente la madre en más de 20 ocasiones: ¡pobre de aquella vieja que parió a ese  mentecato! Platicaba para mi interior sucesivamente como buscando el mutis porque sabía que ese irresponsable conductor por vanidad o ignorancia a lo mejor, no le iba a prestar atención a mis parloteos.

      De repente, palpé a mi alrededor y anonadado me quedé cuando vi a muchos pasajeros que, llevaban colocado audífonos de sus celulares activados en los respectivos oídos, parecían androides transferidos a otro planeta. “Esta es la tapa”, atiné a susurrar”.

      Me quedé pensativo por unos minutos e interpreté el vasto silencio de la dama que sentada a mi lado, fluía ajena todas sus rosas, mientras arriba el sol aumentaba las pavesas de mil ojos.

     Cuando me bajé de la buseta, alcancé a leer en su parte trasera: ¿Cómo conduzco?…llamar a los teléfonos…Así lo hice y dichos teléfonos sonaban ocupados, ocupados y, creo que aún es la bendita hora, que siguen  ocupados. 

      Definitivamente, en un futuro no muy lejano, los otorrinolaringólogos serán los grandes millonarios del universo, si las autoridades ambientales no toman  los respectivos correctivos y ponen en cintura a los irresponsables del volante y  porqué no, a muchos adictos en el uso excesivo de celulares, equipos de sonido… que sobrepasan los decibeles de audición.

3 comentarios:

  1. Los "piticos" de alarma que tiene Transmetro no es que sean de un sonido tenue.
    Me he dado cuenta que muchos jóvenes ya están perdiendo la capacidad auditiva o su oído está acostumbrado a sonidos elevados, pues suben el volumen del TV de tal forma que fastidia. Muchas veces escucho dentro de la casa el televisor de los vecinos.
    A veces he logrado escuchar lo que ellos escuchan en los audífonos que llevan enchufados en sus oídos.
    La exposición a estos ruidos que superan los decibeles que superan el nivel permitido, además de la sordera, pueden causar vértigo (pérdida del equilibrio).
    Ayer precisamente vino un amigo que tiene cierta edad, necesita audífonos para poder escuchar, pues durante su vida laboral se expuso al ruido de la sierra sinfín y al taladro.

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    Respuestas
    1. ...y los que faltan mi estimado ALBERTO.

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    2. ...y los que faltan, mi estimado ALBERTO.

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