jueves, 4 de octubre de 2012

Desde las troneras del San Felipe

El bendito pagadiario

Por

Juan Carlos Céspedes Acosta

Por boca de Mister Smith, norteamericano residenciado en Cartagena desde que descubrió que aquí cualquiera que viene de afuera hace plata, me enteré que el último negocio del doctor Salario es el préstamo de dinero. Esto no sería nada extraordinario, porque no hay político pobre, pero lo que sí me dejó frío como el oso polar de Menticol, fue el hecho de que había entrado a la moda del pagadiario, o gota a gota, como dicen en el interior del país. Este sistema de capital financiero, término acuñado por los artistas embaucadores de la usura, pude comprenderlo en palabras de doña Cleto, ¡sí!, la otra chismosa de mi barrio, ya que ella, en una de esas correndillas de fin de mes por los famosos “cheques” de Electrocaribe, esa nueva encomienda, acudió a un buen samaritano para que le hiciese un pequeño préstamo de dinero; cien mil pesitos para ser más exactos. Sin fiador, ni letra, ni pagaré, y mucho menos el dispendioso estudio de crédito. El tipo le aflojó la platica para que pagase la deuda, no sin antes dejarle en claro que debía pagar cuatro mil pesos diarios durante un mes. Visto de esta manera no parecía gran cosa, sin embargo, cuando saqué la cuenta de cuatro por treinta días me resulta la suma de ¡ciento veinte mil pesos!, es decir, un interés del veinte por ciento sin respirar ni decir amén. Pero esto no fue lo peor, sino que el día que no pudo cumplir la cuota, doña Cleto tuvo que soportar los insultos en la puerta de su casa de dos hombres con caras de pocos amigos, lo cual casi la mata más del susto que de la vergüenza. 

      A falta de Congreso, de donde lo habían expulsado por “parapolítico”, esta era ahora la industria de mi estimado demagogo. Sus antiguos guardaespaldas serían por cosas de la economía subterránea, vulgares cariocas* armados, cobrando a cachazos las cuotas atrasadas de los deudores morosos de este moderno Datacrédito. Y todavía dice el Ministro da Hacienda que el país tiene buenos síntomas de recuperación, que el empleo muestra un ligero repunte, que estamos listos para enfrentarnos el TLC. ¡Mamolas!, hubiera gritado el obsoleto de Horacio Serpa. Me despido de mister Smith, quien se queda hablando por su teléfono móvil con alguno de los administradores de sus muchos negocios en las plazas públicas. Quiero ir a alguna tienda a tomarme par de aspirinas para aliviar este dolor de cabeza que me queda después de saber las cosas que pasan en esta ciudad. Con tanto desempleo y subempleo brotando a diario de las piedras, las filas para acceder al pagadiario son enormes, y lo peor será cuando estos chepitos con cachiporras comiencen a partir cabezas, no hay Sisben, EPS, ni hospital para pobres que tome puntos de caridad, ni clínica ISS, que lo quebraron para venderlo a precio de huevo, que le prepare una cama. Pensándolo bien, mejor me voy a visitar al filósofo Baba Alí, para advertirle que no se le ocurra tomar un empréstito de esta clase, ya que anda desesperado por montar su consultorio de filosofía externa para tontos.  

* La Carioca era una mujer descomunal y grosera, que se alquilaba para insultar en la puerta a quien debía dinero.

1 comentario:

  1. ALFONSO MERCADO L.octubre 06, 2012

    Amigo JUAN CARLOS me gusto su publicación y sin rayar en lo vulgar he podido observar que cuando llegan ofreciendote su negocio lo hacen con cara de maricas y para cobrar con caras de HP.

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