domingo, 26 de agosto de 2012

Impresiones

Sobre “Los años de Noemí”, novela del escritor sucreño Ignacio Verbel Vergara

Por Nadim Marmolejo Sevilla*

      Acabo de leer  con sumo interés y agrado la novela “Los años de Noemí”, del poeta y escritor sucreño Ignacio Verbel Vergara, nacido en Toluviejo, cuya obra literaria goza de un meritorio reconocimiento en la región Caribe y constituye uno de los referentes obligados de las letras colombianas. Ignacio hace parte de la Unión de Escritores de Sucre, organización que trabaja sin descanso por las letras en estos lares.
      Debo decir con bastante complacencia que se trata de una historia bien escrita, con un ritmo cambiante pero armonioso que se parece al viento del Caribe, y unos saltos en el tiempo que la hacen entretenida y prolífica en expectación. Las voces diversas en las que se apoya el autor para contar los pasajes más importantes de la vida de los personajes principales y secundarios o con las que va descubriendo la personalidad de cada uno de ellos, visten de gala la narración. Y denota un estilo particular de fabulación que encanta.
      Impresiona particularmente el buen uso de las consejas propias de los pueblos pequeños de la Costa para darle a conocer al lector las acciones delictuosas de Cabel y Noemí, los protagonistas de la magistral historia, y sus deslices amorosos, que permiten inferir que para ellos, al igual que para algunos en la vida real, el orden de los principios no altera la moralidad humana cuando se trata de mantener las apariencias públicas. Igualmente queda bien representada la torpeza en la que solemos incurrir los hombres cuando, al igual que estos dos personajes al ver su relación quebrada a causa de los rumores callejeros, asumimos la actitud de pretender tapar el sol con las manos.
      Es impactante la descripción del espectáculo triste de Cabel y Noemí antes de sus respectivas muertes. Y tiene un grande valor literario los diversos ángulos de que dispone para narrar esta novela, ya sea en primera o segunda persona, y detallar el temperamento y la apariencia física los personajes más sobresalientes. Es visible, casi palpable, el esfuerzo por hacer del relato una fiesta de la sencillez y la economía de las palabras, lo cual hace fácil su comprensión y disfrute a cualquier leyente. No cabe duda de que no cayó en la trampa del barroquismo que suele atrapar a muchos escritores en su primera vez.
      También es destacable el hecho de no haber anclado la novela en lo meramente descriptivo sino que la adentra en lo reflexivo. El despojo de que son objeto Cabel y Noemí por parte de sus familiares, tanto de sus propiedades materiales como morales, al que hace referencia al principio y al final de la vida de ellos, refleja a una sociedad cuyas apetencias no superan la animalidad que subsiste en el hombre pese a la Evolución. Prima el orgullo frente a la humildad y la conciencia. La muerte, la infidelidad, el desamor, la envidia, el trasfondo de la violencia política de la época, entre otros elementos de interés, vuelven a ser protagonistas en un mundo que todavía no concibe la razón como prenda de garantía para la discusión y el entendimiento. En esta novela, Ignacio Verbel deja claramente dicho una cosa importante: el diálogo y la comprensión social aún son herramientas poco aprovechadas por la gente para resolver conflictos, pese a su profunda utilidad.
      En fin, Ignacio Verbel Vergara, incursiona con pie derecho en la novelística colombiana con una historia que, salta a la vista, no pretende otra cosa que ser una gran compañía durante un domingo de descanso o un viaje hacia tierras lejanas. “Los años de Noemí”, es un buen trabajo literario y un salto hacia delante de Ignacio en la endurecida tierra de las letras que escogió para vivir. Estoy seguro de que esta obra es y será por la eternidad un referente, el más notable, quizá, de la literatura sucreña.

Correo: nadimar63@hotmail.com

1 comentario:

  1. Se nota que Nadin Marmolejo Sevilla, se metió en el corazón de la novela hasta llegar a desnudarla por completo, dejándola preñada de reflexiones.
    ¡Buena Nadím!

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