martes, 4 de septiembre de 2018

Por el ojo de la cerradura

Elegía a mi hermano Germán Alberto Mejía Sarmiento

*Por Tito Mejía Sarmiento

Imposible olvidarte, amado hermano Germán Alberto. Imposible no pronunciar tu primer apellido, precedido del adjetivo con el cual te conoció casi todo el mundo: “el loco” Mejía. 
Y por qué no derramar una lágrima tras otra, cada vez que me acuerde de tus ocurrencias emocionalmente inestables, a veces irreverentes, de la inagotable admiración hacia los Idiomas extranjeros, a la lectura, a la música del Gran Combo de Puerto Rico, sobre todo esa salsa que dice: “Los zapatos de Manacho son de cartón, son de cartón, de cartón”…, al  béisbol, deporte que practicabas con calidad en la posición de cátcher y por supuesto, al poeta Gonzalo Arango, fundador del Nadaísmo.

Hablar contigo, Germán Alberto, era una fiesta, por tus charlas llenas de gracejos y humanidad, de vivencia cotidiana. No me queda otra cosa que seguir indagando  en el piélago de los versos para lograr tus recuerdos de un presente que se volverá histórico en  la querencia de los días, como “cuando recibiste el título de bachiller en la primera promoción del Colegio Oriental de Santo Tomás, y la felicidad no cabía en tu propio cuerpo y, aquellas  famosas mentadas de madre tuyas y las de tus compañeros de estudios en Filología e Idiomas: Julio Castaño, Guillermo Tedio, Federico Santodomingo, Elvira Chois, Armando Porras, cuando el profesor de Inglés en la Universidad del Atlántico, Mr. Edmunson llegaba muy puntual con sus exigencias,  a pesar de los fuertes aguaceros de octubre que caían en la ciudad. Es que es muy duro y triste, un hermano sin su hermano.

Aunque la mayoría de las veces  hayas pasado fuera de la casa familiar por tu trabajo en Codazzi o Valledupar, ciudades donde me llevaste para que yo trabajara durante 10 años en el Instpecam y tú permanecieras  por 35, en el Colegio Nacional Loperena, en la cátedra de Inglés. Aunque nos despidiéramos de un todo, Germán, llevaremos tu nombre escrito en el alma porque la pasión fraternal no tiene límites para recordarles a propios y extraños lo mucho que tú valías y seguirás valiendo así los días devoren las horas con facilidad inusitada.

¡No tengas prisa, Germán Alberto, que numerosos serán los recuerdos de este eterno viaje que ahora emprendes, como aquel navío de sed por la palabra que venía de tinta en tinta a untarse el corazón en otros mares .

¡Gracias por existir, “loco” Mejía, no importa que la luna se envuelva en los bordes de la noche con sus silencios voraces y el tiempo para muchos quiera cicatrizar las heridas aunque no se vea la ilusión cumplida! ¡Gracias por existir, hermano!
En las alforjas de tu inteligencia se van los lenguajes que dominabas: Inglés, Italiano, Francés, Español y el más reciente, Griego, que te puso a leer con una lupa, a los 75 años, como una promesa amenazada, mientras se conjugaba el aislamiento vencido por las adaptaciones que traen los años. Until we meet again, brother! ¡Hasta la vista hermano!

*Tito Mejía Sarmiento, filólogo, docente y poeta colombiano.

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