jueves, 18 de mayo de 2017

Por el ojo de la cerradura

¡Gracias por todo lo vivido, madre!

Por Tito Mejía Sarmiento

Hoy 18 de mayo de 2017, cuando se cumple un mes de tu partida y el tiempo en su rápida traslación parece disolver en breves remolinos la vida, te escribo amada madre, Eloina Sarmiento Charris, para decirte que el dolor de mi corazón sigue vigente en medio de  múltiples recuerdos tuyos: “Me parece verte caminando orgullosa, asida de la mano de papá, un domingo por la larga y ancha calle Granada de Santo Tomás, pareciéndote cerca lo que estaba tan lejos.

Aún está vivo el eco dócil de tu voz llamando a  Cipriano, Arnaldo, Bertha, Vilma y a mí para que comiéramos boronía, ese guiso de ancestro árabe andaluz que tan sabroso preparabas.
Me parece verte colgando la ropa lavada que el sol secaba antes de los festines de la tarde, envueltos entre el olor del chocolate y el té de toronjil que emanaba de una cacerola puesta en el fogón.

Vivo está el recuerdo, mamá, cuando me llevabas de la mano camino a la escuela primaria Antonio Nariño, y me regañabas porque yo pateaba en vez de recoger y comer cuanto mango caía de los árboles en el despuntar de la mañana.

Me parece verte asomada en la ventana en una de esas noches toledanas hasta altas horas de la madrugada, esperando a que   Alex, tu nieto pechichón, en el candor de las fiestas patronales en septiembre, llegase a casa para soltarle el consabido regaño provisto de cultas y sanas advertencias.

Me parece verte mientras caía un fuerte aguacero en el declinar del mediodía, prestándole la debida atención al viejo Tito, que recitaba de memoria ese bello verso libre que el escritor Ramón Molinares Sarmiento le regalara a Nelson como homenaje a su legado, que dice: Un hombre de puertas abiertas, por donde, sin pedir permiso, entraba todo el que quería a  cualquier hora del día o de la noche, y tú entonces, no podías disimular el dolor que escapaba de tus adentros al descubrir el vuelo de las palabras.

Me parece verte, amada madre, a pesar de tu demencia senil reciente, identificar al escritor amigo de la casa, Pedro Conrado por Moncho, apodo con el cual es reconocido  desde hace mucho años en el pueblo, y lo más sorprendente para mí, mamá, me parece  verte frente  al  espejo gigante que colgaba en la pared de la  sala  sonriendo al verte reflejada en él, tan bella en otro rostro, como si parecieras  ser la que huía, pero también la que se quedaba como la eterna guardiana”.

Confieso que mi piel de ahora en adelante se erizará en llamarada, ajena  a la raíz que la redime, al acercarse el mes de  abril de cada año  como si fuese una secuela temporal de un alma que a lo mejor se mostrará como un nómada de presentimientos : A mi hermano Nelson lo mataron un 29 de abril, cuando fungía como alcalde de Santo Tomás, mi papá César Eurípides, murió un 11 de abril y  ahora tú, vieja hermosa del alma mía, mueres un 18 de abril de 2017.

No quiero cerrar este panegírico sin antes decir, que no seré el mismo sin mi amada madre, pero estoy seguro que algo de ella me guiará por los buenos caminos de la vida,  como lo hacen las aves con sus críos cuando estos acusan fatiga en sus vuelos.

¡Gracias por todo lo vivido, madre! 

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