martes, 4 de abril de 2017

Por el ojo de la cerradura

¡Todo pareciera olvidarse, pero Nelson Mejía Sarmiento vive!
(13 años de su asesinato)

Por Tito Mejía Sarmiento

Con la llegada del mes de abril, el alma de mi familia se hincha más de dolor y angustia por el vil asesinato de nuestro amado Nelson Ricardo Mejía Sarmiento. Aquel aciago 29 de abril de 2004 a las 12:45 de la tarde, cuando mi hermano Nelson contaba con 43 años y fungía como alcalde de Santo Tomás, recibió dos disparos en la cabeza que acabaron con su vida, de parte de un sicario por encargo, frente a la sede del antiguo Departamento Administrativo de Seguridad (D.A.S.), siendo presidente Álvaro Uribe Vélez. 

Desde entonces, se ha acudido sin descanso a diferentes instancias judiciales de la nación e incluso foráneas con el enorme propósito de esclarecer ese homicidio o mejor, conocer  quiénes fueron los autores determinantes (intelectuales) del mismo, pero el esfuerzo hasta ahora cuando han transcurrido trece (13) años, no ha surtido ningún efecto, lo que demuestra que la Justicia Colombiana sigue siendo  la alcantarilla que emana diariamente los olores más pútridos del globo terráqueo.

Para conocimiento de las nuevas generaciones, es importante destacar que en medio de una Colombia angustiada y salpicada por la crisis social y la violencia, el médico cirujano Nelson Mejía Sarmiento, graduado en la Universidad Estatal de Cuenca (Ecuador), llegó a ser elegido dos veces alcalde popular de Santo Tomás para los períodos constitucionales de 1995 a 1997 y de 2004 a 2007 (obteniendo las más altas votaciones en la historia del pueblo tomasino y realizando una magnífica labor en su primera administración: ¡Ahí están las obras, ante los ojos de todos!)

Y cabe también recordar que minutos después del homicidio,  muchos  habitantes de la población, como si fueran unos volcanes en iracunda erupción empezaron a quemar el Palacio Municipal, las casas de los contradictores políticos…Entonces, el gobernador del Atlántico, Carlos Rodado Noriega ordenó militarizar todo el pueblo por varios días y decretó  convocar a nuevas elecciones, el domingo 27 de junio de 2004.
Pero el pueblo que es soberano y constituyente primario no se convirtió en el payaso de la realidad y supo interpretar la historia, eligiendo a Nelson nuevamente por tercera ocasión aun estando muerto, en la persona de su esposa Onésima Beyeh Cure.

Todavía se siguen escribiendo muchas páginas acerca del médico Nelson Ricardo Mejía Sarmiento, algunas clamando verdad y justicia por su asesinato; otras reconociendo al gran líder carismático que, según opinión de muchos, sentó un precedente sobre la forma de hacer política en Santo Tomás, guiada bajo los principios de honradez y honestidad, teniendo como fin último el bienestar del pueblo.

¡Todo sigue en la impunidad! ¡Todo pareciera olvidarse, pero Nelson Mejía Sarmiento vive! Por eso, mi madre hermosa Eloina Sarmiento Charris, a pesar de haber perdido bastante la memoria a sus 87 años de vida y no es para menos, con justa razón  se pregunta en los momentos de lucidez mientras en el  mar de sus ojos, solo se balancean grandes olas de tristeza: ¿Entonces, quiénes mataron a mi hijo Nelson? En la búsqueda de esa respuesta muchas personas comenzamos a incorporar un collage de textos, fotos, novelas, poesías, panegíricos, recortes de periódicos que parecen inconexos pero que juntos transmiten, un universo personal, tangible, con inquietudes, virtudes... Incluso todos los días, hacemos un pequeño recorrido aleatorio (instantes de su vida) que me parece fundamentalísimo y que de alguna manera sentimos que  definen a Nelson.

Sin temor a equivocarme creo que mi hermano Nelson curaba con sus ojos llenos de afectos y su voz baritonal, específicamente cuando se trataba de infantes. Porque no hay, no pasa por la mente del hombre ni un solo concepto que no sea afectivo, en grado mínimo o en grado sumo. Y el  médico Nelson Ricardo Mejía Sarmiento al intuir una realidad cualquiera, su querencia estaba implícita en su misma comprensión con los pacientes, a quienes veía como tales y no como clientes. Definitivamente, Santo Tomás y otros  pueblos circunvecinos tenían en Nelson a un filántropo de tiempo completo. Y no se puede dejar a un lado, la significativa influencia que Eros ejerció sobre Nelson, galán de noble estirpe, que hermosas mujeres configuraban su producción idílica como un cáliz maravilloso que permitía apurar los ensueños de la pasión. Puedo afirmar que Nelson antes que amar a mujer alguna,  jugó su febril corazón al azar y se lo ganó el mismo amor. Nelson tenía una idea perfeccionista del Romanticismo, y por eso se enamoró muchísimas veces, en busca de ese amor ideal que sólo lograba encontrar bajo la madrugada de sus ojos. 
¡Cómo podré borrar de mis retinas, su ataúd cubierto de flores, panegíricos, canciones, poesías, afiches y estampas entregadas por personas conocidas y desconocidas que también lloraban su muerte!¡Cómo olvidar a la multitud dando vivas a su nombre, aplaudiéndolo y pidiendo justicia bajo el torrencial aguacero de aquel primero de mayo de 2004. Ni aquellos abrazos solidarios que recibí esa mañana, de personas que al estrechar mi cuerpo, se sentían lo mejor un poco más cerca de Nelson! Si el sentido de la vida es llegar a ser querido, sé que mi hermano Nelson partió pleno.

¡Nelson ya no está, eso es cierto! Lo más terrible de la muerte es el propio vacío, la ausencia eterna de su materia. Ya no puedo volver a abrazarlo, mamarle gallo, pelear con él… Tampoco podemos seguir añorando a Nelson sin ser consecuentes con las reflexiones y retos que nos legó. Su erguida herencia ante todo creativa, combativa, trabajadora, emplaza a todos los tomasinos y tomasinas de hoy a investigar para la sana discusión, para no dejar en el estricto pretérito los hechos que construyeron y cambiaron a nuestra amada tierra tomasina antes y después del gran líder llamado Nelson Ricardo Mejía Sarmiento. ¡Todo pareciera olvidarse, pero Nelson Mejía Sarmiento vive!

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