viernes, 12 de abril de 2013

Vamos a andar

¿Cuál es la trama?

Por Rodrigo Ramírez Pérez

Los literatos que escriben novelas, cuentos, guiones cinematográficos y libretos para el teatro y la televisión, incluso todos aquellos que narran relatos tienen muy claro cómo es el manejo de los momentos para jugar con la trama, esa que nos mantiene a todos a la expectativa.

Vivir la vida que nos correspondió obedece en gran medida a la conducta de la trama, cada uno de los propósitos que nos empeñamos en sacar adelante se nos convierte en un conflicto, lo cual es parte de la trama y nos pasamos en gran medida aplazando o evadiendo las tramas, y nos quedamos con los problemas, porque algunas veces no sabemos cómo resolver la trama de la vida y por eso en ciertos casos no vemos clímax.

      Recuerdo muy bien la fábula de los tres hermanos que me enseñó mi amigo Silvio. Y todos en la vida que nos correspondió vivir, en cierta forma somos en oportunidades como el hermano mayor, poco arriesgado y cobarde; de otra manera somos como el hermano del medio, no aprendemos de los errores y nos pasamos la vida repitiendo la historia y en otras ocasiones somos como el hermano menor, le tenemos el ojo puesto a todo.

      Los tres hermanos fracasaron sencillamente porque les faltó confianza y estrategia, siempre tienes que arriesgar, siempre tienes que aprender y lo más importante tener metas y cumplirlas una a una para que el ojo puesto en el propósito cumpla con el todo que queremos conquistar.

      Más popularmente lo dice una canción vallenata: “Si vas a ser zapatero que seas el mejor”. Ser el mejor no quiere decir que seas la “última cocacola del desierto”, es ser justo no más, porque la justicia no te permite actuar desproporcionadamente en todos los sentidos.

      Creo que los grandes líderes de la humanidad como Jesucristo, Mahoma, Gandhi y en estos tiempos, Nelson Mandela, son el mejor ejemplo de auténticos luchadores convencidos de sus propósitos, por eso jamás declinaron de la meta, en ciertos momentos de la vida fueron como los tres hermanos pero aprendieron a superarlo y se tuvieron confianza.

      Estas reflexiones generalizadas me permiten puntualizar en la situación política, social y económica de la ciudad donde nací, donde me he criado y donde creo que moriré: Cartagena de Indias. Históricamente es una urbe Heroica, muchas han sido las luchas que sus líderes han dado, sin embargo pocas veces se ha cantado victoria, porque ha faltado lo más importante, confianza.

      Insisto en esta palabra, confianza, porque nos hemos empecinado en hacerle la guerra, en ciertas oportunidades, a aquel que está del lado nuestro, sencillamente porque no consensuamos y creemos que nuestra verdad es la absoluta. Muchas veces el problema es de comunicación y de interpretación entre los que luchan por la justicia humana de los cartageneros.

      En la ciudad se vive mucho del ruido, del bochinche y de los falsos bandos, los que dicen ser los moralistas y los que señalan de ser los perversos. En el fondo la poca capacidad de enfrentar las verdades y la ausencia total de consenso es lo que hace que unos frentes de combates se desgasten en unas riñas pocos sanas, que margina y discrimina. Por eso somos en la actualidad una sociedad anarca, sin líderes y con los defectos de no desarrollar los momentos de las tramas para poder vivir  el auténtico clímax.

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