viernes, 12 de abril de 2013

Hispanorama

Tipical spanish versus la sana autocrítica

Por Alicia Rosell

Hay un programa de televisión en EITB muy conocido a nivel internacional, ¡VAYA SEMANITA! Hoy me apropio del nombre y de lo que implica, porque realmente aún no hemos acabado la semana aunque sea viernes. ¡Vaya semanita la que llevamos! Por muchos y variados motivos. Las noticias arden con la misma virulencia con que ayer ardía entre lenguas de fuego el casco urbano de Bermeo (pueblo pesquero vizcaíno, hermoso y querido) dejando a casi treinta y cinco familias sin hogar y 5 edificios colapsados por las llamas (gracias al cielo, sin muertes). 

      Esta semana que empieza a morir se llevó con su amiga 'la parca' a grandes del cine y de las letras (Sara Montiel que ya dejó de fumar puros, los ‘jamones y huevos de oro’ de Bigas Luna y se apagó la sonrisa de nuestro José Luis Sampedro a ritmo de un Campari. No menciono a la ‘Dama de Hierro’ porque no ‘es nada nuestro’ y no me sale el hacerlo... Ahora no recuerdo quienes más, pero se fueron tantas personas, ¿o no? No solo famosas... Vecinos, amigos, familiares de casi todos nosotros. Pero además, en esta semanita horribilis (como diría la gran Reina Isabel de Inglaterra, con quien solo coincido en que cumplimos años el mismo día, que no los mismos años), se elevó el número de mujeres asesinadas por sus parejas o ex-parejas y el contador no para de correr junto con la sangre de mis congéneres a manos machistas (¿no se puede castrar a los asesinos? De paso, hasta pueden acabar ganándose la vida en la ópera), los desaguisados cocinados en torno a la política se condimentan con sabores que van del agridulce al amargo (todos incluyen el vómito a punto).

      El panorama no es halagüeño por parte alguna. Leo chistes que me causan risa nerviosa y otros que me hacen 'llorar' de pena de tan malos aunque son reflejo de la realidad. Se acerca el día del Libro y mientras más lo pienso, mi cara va cambiando de colores: paso del pálido blancuzco al rojo histriónico y al morado rabioso que me causan las noticias sobre el ‘mal estado de salud de la edición’ (la salud lo es todo, sea de la clase que sea, la salud es un círculo vicioso que nos están cerrando para deterioro de nuestra calidad de vida). No me preocupan los libros que se venden o no se venden cuando son malos los que más se venden, ¡paradoja!; me preocupa que la salud moral de la cultura se venga abajo porque la crisis, el monopolio de cuatro gigantes editoriales con sus aparatos digitales lectores y el maltrecho bolsillo de los lectores puede no dejar este año un buen balance para las Ferias del Día del Libro.

      Pero esto no acaba aquí... Se suceden tantos disparates nacionales que todos debiéramos volver a visionar “La escopeta nacional”, película de García Berlanga que retrata nuestra 'querida España, esta España nuestra...' (Letra de la canción de Cecilia).  Y créanme, sigue de plena actualidad, diría más bien que de total actualidad y precisa 'segundas partes'. Tal vez algún guionista o productor de cine lo tome en cuenta. Al menos, yo acabo de leer una historia tan buena que bien serviría para montar otra ‘escopeta nacional’, pero entremezclando los problemas raciales, discriminaciones y demás problemas que pasaron a segunda plana... ¿Me comprenden ahora? ¿O presta alguien atención a los africanos que siguen intentando llegar a nuestro país dejándose morir en el mar? Por si alguien se despistó, hubo otra noticia esta semana sobre este asunto y poco se ha comentado. 

      Si es que no doy a contarles de esta ¡vaya semanita! que estamos viviendo; y no porque sea peor que otras, más bien y esto me preocupa, es un simulacro mejorado y esperpéntico que se suma a la realidad del 'tipical spanish'. ¿Que escribo con ironía? Realmente, escribo con la realidad que vivimos. A este paso, les voy a recomendar que solo pongan el televisor o entren a facebook cuando tengan ganas de suicidarse, porque entre estas y las noticias de la corrupción política, que los malos acaban en la calle y los buenos en la cárcel porque roban comida para sus hijos y que seguimos sin entendernos entre los propios ciudadanos de diferentes ideologías (creía que después del “15M” ya solo existiría ‘una sola y única’ (ideología, aclaro), pero nos equivocamos y José Luis Sampedro no descansará tranquilo. No hasta que este país suyo tan nuestro donde los turistas alemanes e ingleses tienen más fácil la vida que nosotros, donde los paletos son los políticos y los buenos estadistas son ciudadanos que no se atreven a tomar ‘el mando’ (suena mal, ¿verdad? Pero compromiso obliga, ya saben...), no disponga de ‘descabezaderos’ donde empezar a pensar con las neuronas en vez de con la testosterona.

      ¿Y sigo? Leo a personas que ya no tienen para comer y exponen públicamente su caso (uno de millones) sin pudor alguno, porque el hambre tiene esto de impudicia que nos obliga a tragarnos el poco orgullo que nos va quedando para no morir de inanición (léase, mental y nutritiva). Y me pregunto, ¿qué diablos estamos 'no haciendo' que no hacen quienes debieran hacer ‘lo que no se hace’? 

      ¿Trabalenguas? Me reiría si de verdad lo fuera porque con un trabalenguas uno puede reír y hacerlo a mandíbula batiente si se le enreda la lengua. Lo imposible no es decir un trabalenguas de ‘carretilla’ sin equivocarse; imposible resulta que la lengua de los políticos no se suelte para darnos alguna noticia que nos alegre la recién estrenada primavera, eterna primavera cuajada bajo las sucesivas tormentas que nos han causado desde la transición democrática. Ahora ya saben por qué cuando hablan no se les entiende. Nos consta que la inteligencia no se demuestra con el uso ‘impropio-pedante’ de las palabras para transmitir o comunicar, sino en la falta de honradez que lleva a robar al prójimo sin desear para los ciudadanos lo que para ellos no quieren (ya sabemos que solo entran para 'forrarse' de dinero y así de abrigados, se van para Suiza y no a esquiar, precisamente).

      ¿Y si sigo? Creo que lo acaecido o por acontecer aún en esta semana que muere entre los extremos climatológicos (anda parejo con el panorama sociopolítico, fíjense), no es más ni peor que otras semanas ya pasadas, pero quizás sea menos o mejor que las próximas (quiero equivocarme, ¿acertaré?). Pero temo, sin asomo de extrañeza, que vamos a seguir siendo mal vistos desde fuera de nuestras fronteras y dando una imagen de nuestro país que solo piensa en el fin de semana, el baile y la jarana, que canta flamenco en cada rincón del país, come y vende chorizos y longanizas por puro vicio, que se divierte al son de la pandereta y la cuchipanda, celebraciones de ‘botellón’ y ‘escreches’, suicidios de personas que caen en la depresión por no poder alimentar a sus hijos aunque viven en un país promisorio y lugar de destino para desatinados inversionistas americanos que crearán empleo a costa de la seguridad ciudadana y nos convertirán en una versión de Las Vegas a lo “Sodoma y Gomorra”... Esto atraerá el turismo y no habrá por ello más prostitutas en las afueras de las ciudades ‘haciendo la esquina’. Algo es algo. Por algo se empieza. El problema es que sea el comienzo del final, y no digo esto por ser pesimista. Pero ya saben el refrán: "El que avisa, no es traidor".

      Habría que mucho más contar de lo que está dando de sí la semana (casi todo noticias malas, pocas esperanzadoras y mínimas las buenas) y yo he acabado yéndome por los 'cerros de Úbeda' (para el españolito no docto en geografía les diré que ese pueblo está en Jaén). 

      Ya pues, para allá me retiro con la imaginación, que para algo la tenemos y hay que usarla. Veré si entre olivos puedo pensar menos y encontrar soluciones a mis propios problemas, que todos queremos solucionar el mundo pero aún no empezamos por nosotros mismos. Vamos a dejar de lado la chirigota nacional que nos envuelve y solo sirve para vender “El Jueves” y ojalá nos centremos en ayudar al prójimo como a nosotros mismos. Porque toca arrimar el hombro cada día y cada semana, un poco más. No sirve quejarse y criticar sin actuar. Esa hipocresía ya está desgastada por los políticos.

      Y mientras en el casco viejo del pueblo vizcaíno de Bermeo se trata de recuperar la normalidad (aparente siempre tras sucesos traumáticos como estos de quedarse sin hogar), ya me he buscado un gorro para protegerme de los rayos del sol que no sale pero causa más problemas que beneficios (se parece al Gobierno de turno), pero sin el cual no podemos vivir porque sin sol no somos ‘nós’ (perdón, quise escribir ‘ná’). Listo... Voy “haciendo camino que se hace camino al andar”, parafraseando a Don Antonio Machado y del olivo me voy para el lagar a estrujar olivas y llevarme aceite puro para desengrasar las arterias y alimentar las células de antioxidantes.

      Estimados, que el fin de semana sea benevolente con ustedes y les voy a dar una receta que no es de mi abuela, sino mía. A quien tenga ganas de perder el tiempo en pensar cómo evitar que nos quiten el sueño de tantas formas ingratas y desquiciantes, les deseo mucho optimismo para enfrentar otra semana que estará con nosotros, los supervivientes, a la vuelta del domingo; y para quienes no tengan las mismas ganas, puedan ni quieran hacerlo, pues denle al porrón (eso sí, llénenlo a la mitad y adulteren el vino) y tal vez solo así, logren no pensar que la situación no da para más. Tampoco comiencen ahora a abusar del alcohol, que no es ni fue nunca la forma de evadirse, sino de inmolarse lentamente...

     Paciencia, resilencia y al ruedo, nos guste o no la fiesta nacional que de fiesta no tiene ‘ná’. Quise decir nada, pero lo castizo es lo único que nos van dejando en herencia y de ahí, ¿al hoyo? No. Sigamos sembrando esperanzas.  

* Un artículo de opinión de Alicia Rosell (Purificación Ávila), escritora, editora y directora de HISPANORAMA.NET y del periódico Interperiodismo Digital. 
En Bilbao, 12 abril 2013.

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