jueves, 14 de febrero de 2013

Impresiones

Los prejuicios sociales en Colombia

Por Nadim Marmolejo Sevilla

Cada vez que visitó una región del país me encuentro con que los prejuicios sociales, la mayoría de los cuales persiste en anular las virtudes a cambio de los defectos de los colombianos, se resisten con todas sus fuerzas a desaparecer de la mente de mis coterráneos. Los oigo de boca de los paisas, los opitas, los pastusos, los costeños, los llaneros, los rolos, en fin, de todo el mundo, sin que nadie se fije en el tremendo daño que le hacen estos al tejido social del país.

      Es como si nos resultara imposible dejar de aplicar aquella vieja sentencia que dice: “no hay peor ciego que él no quiere ver”, ya que tercamente nos aferramos a seguir considerando al costeño, flojo y rumbero; al pastuso, bruto y cándido; al opita, lerdo y lirón; al rolo, hipócrita y encopetado; al paisa vivo y embaucador, pese al inmenso esfuerzo y aporte que cada región hace a diario al progreso y al desarrollo de la nación.

      No se dónde se esconde el buen entendimiento natural de los colombianos cuando observamos y no reconocemos como es debido el vanguardismo empresarial de los antioqueños, la inteligencia y el amor por su terruño de los pastusos, la capacidad de los bogotanos que ha hecho grande a Bogotá, el empuje agrícola y pecuario de los opitas y los llaneros que han dado a la tierra el mejor uso industrial, y la chispa de los costeños que han puesto en alto el nombre de Colombia a nivel internacional con sus triunfos artísticos, literarios, y deportivos.

      Otra Colombia sería esta si cada uno de sus hijos dejara de ver al otro por encima del hombro y de agraviarse entre sí con desaires y desencuentros que no son otra cosa que producto de esos prejuicios sociales que ya mencionamos, los cuales pululan impunemente en nuestras cabezas, muchos de ellos provenientes de la terrible herencia de la esclavitud y la colonización española. Sí, por el contrario, cada vez que nos encontráramos con alguien de una región distinta a la nuestra nos dirigiéramos o refiriéramos a él de manera respetuosa y amable con su idiosincrasia, costumbres, y forma de ser, tal vez nos habríamos librado de las tantas guerras civiles que han azotado al país desde su creación y ya estaríamos en un mejor nivel de desarrollo social y económico.

      No podemos seguir permitiendo que nuestra realidad sea interpretada con tan primitivos y disonantes criterios que sólo contribuyen a que no nos veamos como los hermanos y compatriotas que somos, sino como enemigos y extraños en nuestra propia tierra. Y como si fuésemos carentes de identidad propia. Tal vez Colombia fuera un mejor país, más libre y más solidario, si desde el principio hubiésemos aceptado que somos una nación multiétnica, multicultural, y repleta de la más grande creatividad para salir adelante contra viento y marea.

¿Ustedes qué opinan?

Email: nadimar63@hotmail.com

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