domingo, 19 de agosto de 2012

Desde las troneras de San Felipe


El paseo de las batas

Por Juan Carlos Céspedes Acosta

Como todo ciudadano de este jodido mundo, salgo a tomar mi transporte para ir a vender mi fuerza de trabajo, como bien diría el cuasi olvidado Marx. Después de sortear pitos y aspavientos de esas banderas humanas que cuelgan de buses y busetas, ofreciendo llevarlo a uno por menos plata, si se monta por la puerta trasera, cojo lo que parece un bus, digo parece, pues más se asemeja al cerco de una antigua trinchera con tanto óxido y alambres sosteniendo cojines y pasamanos. Vencidos los obstáculos a punta de permiso, termino en la parte trasera de esta pesadilla móvil. Aclaro que me monté por la parte delantera, ya que no falta el malicioso. Me sumergí en meditaciones que iban desde pagar los servicios públicos hasta ¿qué hará Uribe ahora para volver a la Presidencia?, cuando de pronto se coloca a mi lado una joven estudiante, bien vestida ella, con el uniforme de una universidad local, pero con la particularidad que llevaba colgado de un horrible bolso de falsa artesanía, una bata que fue blanca. Me la quedé mirando (a la bata), la joven apretó su bolso creyéndome un ladrón, yo también hubiera creído lo mismo con sólo verme la cara. Le pregunté ¿por qué no guardaba la bata en el bolso?, y se enojó, cosa nada rara en esta ciudad donde todo el mundo quiere y sabe morder. Pero me hice el desentendido y le volví a preguntar si no había en su casa alguna bolsita de esas que dan en los supermercados. Me torció los ojos, lo que me demostró que ya empezaba a interesarse en mí. Le dije que si no le parecía antihigiénico llevar ese trapo afuera después de estar examinando pacientes con enfermedades infecto-contagiosas (recuerdo de las falsas excusas médicas de colegio) o en el peor de los casos, de estar abriendo en canal a algún difunto, que muy a su pesar “donó” su cuerpo a la ciencia después de “una reyerta callejera”. “Eso a usted no le importa”, me contestó molesta mientras pedía la parada.
      Me quedé pensando si de verdad no me importaba que me atendiera de urgencia alguno de estos mete monos disfrazados de médicos, que gritan a los cuatro vientos “¡soy médico!”. “¿Es que no me ven, o es que no me oyen?” (con el permiso del griego*). Mientras me agarro al pasamanos del “pringacara” ejecutivo como condenado a muerte, me pregunto de quién será la responsabilidad de esta estúpida vanidad de andar mostrando bata. ¿Será de las facultades de medicina de las universidades?, ¿será cuestión del mundo light en que sobrevivimos?, ¿será por imitación de algunos tontos que van con sus batas como pasajeros en sus autos?, ¿será poco carácter?, ¿baja autoestima?, ¿será que creerán que los respetarán más si saben que son médicos?... Disculpe, señora, no quise recostárselo. Es culpa del conductor que le mete gente al bus como si esto fuera elástico.
      Además, ya esto va para contagio: estudiantes, paramédicos, bacteriólogos, enfermeras, odontólogos, químicos, esteticistas, veterinarios y otras hierbas (como dicen los literatos), van con sus batas percudidas y amarillentas por doquier. Esta prenda debe ser utilizada en el lugar de trabajo o en su sitio de estudio. La solución es muy sencilla, una simple vacuna de humildad, o, en caso extremo, una bolsa made in mercado público.
      La vista de mi destino me saca de estas cavilaciones, y en medio de una música estridente, pido la parada a toda voz, ya que el timbre no sirve y el sparring no sabe chiflar. ¡Claro, me pasaron dos cuadras!

* Celebre vendedor ambulante de Cartegena

Correo: siddarthapoeta@gmail.com

5 comentarios:

  1. buenisimooo cespedes ¡¡¡ un ABRAZOOO


    La vista de mi destino me saca de estas cavilaciones, y en medio de una música estridente, pido la parada a toda voz, ya que el timbre no sirve y el sparring no sabe chiflar. ¡Claro, me pasaron dos cuadras!

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  2. EXCELENTE,,,,,,,,,,,,,,,,,,, La vista de mi destino me saca de estas cavilaciones, y en medio de una música estridente, pido la parada a toda voz, ya que el timbre no sirve y el sparring no sabe chiflar. ¡Claro, me pasaron dos cuadras!

    UN ABRAZO ¡¡

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  3. Ansemo j lambrañoseptiembre 27, 2012

    excelente, parece haber exceso de batas

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  4. Esos aditamentos, elementos pasan a ser artilugios, para engatusar al desprevenido...muchas veces no tienen nada que ver con las facultades de salud, hasta un peluquero o un carnicero las usa...claro que cada una con sus pringos característicos. Bien dices el ego tiene mucho que ver allí.Acá el ser no es el ser de la existencia, sino el fuertemente unido a lo que representa el adminículo o bata en este caso. Ser Médic@, aunque el corazón lo tengan lejos del juramento de Hipócrates, o de la Urbanidad de Carreño...Así vamos...así vamos...

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  5. El paseo de las batas es una epidemia por no decir una pandemia que se extiende por todo nuestro pais, con estos jovenes pichones de medicos, odontologos, etc. Que piensan en sus mentes cerradas que batiendo sus trapos blancos llenos de todo tipo de germenes van gritando "soy doctor", como si eso en este pais fuera una gran cosa.

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