Electricaribe apaga el espíritu navideño
Por Tito Mejía Sarmiento
Las personas se han abstenido de adornar con luces navideñas el frente de sus casas, este año 2015, “por temor a que los recibos se disparen aún más de lo que se han disparado”
En estos primeros días de diciembre, me he dado a la tarea de recorrer muchos barrios del norte y sur de Barranquilla en horas nocturnas. He pretendido hallar como otrora una interminable hilera de casas adornadas con sus respectivas luces navideñas, pero he tropezado con una serie inmensa de oscuridad. Solo la luna como coqueta compañera suelta su intermitente festín de luz, como para poder ver por encima, las caras de amargura temporal que muestran la gran mayoría de los habitantes con quienes me he topado en esta urbe del caribe colombiano, por el incremento en las tarifas, amén de los constantes y prolongados cortes de energía eléctrica.
Electricaribe, una de las empresas que en Colombia ha visto caer en picada su reputación como entidad prestadora de servicios, aduce que “todo se debe al fenómeno del Niño que se está extendiendo demasiado y lógicamente al precio del kilovatio en la bolsa”.
Electricaribe, en forma cínica sostiene además en su portal de internet que “dedica sus esfuerzos a conocer y satisfacer las necesidades de sus clientes y proporcionar un servicio excelente que además de cumplir con los requisitos legales, esté acorde con los compromisos voluntariamente asumidos por nuestro grupo”. Pero otra cosa es lo que pasa a diario en los hogares y calles de la ciudad.
Dicho de otra manera: “Para que se nos agote la paciencia jobiana y se nos rompa el bolsillo de quien ya no insiste en el espeso eslabón del aliento, mientras los propietarios de esta entidad, la clase política…, se mueren a carcajadas”.
Y la pregunta de los usuarios barranquilleros sigue ahí surcando mares de extensas acrobacias: ¿Hasta cuándo Electricaribe?
Las personas se han abstenido de adornar con luces navideñas el frente de sus casas, este año 2015, por temor a que los recibos se disparen aún más de lo que se han disparado.
Personalmente, me tocará refugiarme amables lectores, en la medida que transcurran los días de diciembre, el mes más bello del año, en la poesía como siempre lo he hecho, para sacarle un hermoso ritmo a las vicisitudes de la vida, mientras miro otra noche que pierdo en mi cadena inconmovible de recuerdos :“cuando unos infantes aprovechando la brisa de diciembre, volaban sus cometas en la cúspide de la tarde, abuelos sentados como guardianes alucinados al frente de sus casas de bahareque bien adornadas e iluminadas, parecían nutrir sus sabias palabras en sus atalayas flotantes, una hermosa mujer de rosado vestir daba de comer a una nube de palomas, en el diario de los abandonos picoteados, mientras en derredor las mariposas amarillas fluían en la cúpula de una flor y un gato negro corría raudo sobre los aleros donde parecía agrandarse aún más, el ocaso de una tarde que ya no era. Luego la noche como galaxia rectora de su destino, en una adorada aureola de deseos incubaba el goce tácito de las parejas.
Posdata: ¿Quién podrá de defendernos de esta empresa que ha agotado la paciencia jobiana de las gentes?
Como van las cosas nos tocará invocar al filósofo Diógenes de Sínope quien apareció en cierta ocasión en una plaza de Atenas, a plena luz del día, portando una lámpara de aceites mientras decía: ¡Busco un hombre honesto!
¡Amanecerá y veremos dijo el ciego!
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