Muerte
a la bestia humana*
Me
detengo ante la muestra pictórica
del
maestro Obregón
y
empiezo a reconocerme
con
irresistible límite de asombro,
al ver
tanta sangre, crudeza salvaje
de
cielo gris cargado de plomo,
metralla
que no cesa de reventar venas
entre tanto rojo acentuado
para la
eternidad de la ceniza
en un
país donde he vivido siempre.
El
aflictivo modelo del lienzo,
que
entre otras cosas soy yo,
(efecto
liberador para los ojos),
cuestiona
mi historia que carece de equilibrios
cuando
aún los silencios sobrepasan las palabras
que se
mueren en la boca,
y la memoria se estanca en su andar
de
tanto miedo, horror, llanto…,
y que
en ese afán de protegerme
porque
el estado se hace ciego, sordo y mudo,
me
vuelve más bestia humana,
la cual
hay que matar de cualquiera forma
cada
vez que se quiera para no seguir condenado
en el
pausado corazón de las sombras
donde
la visión no alcanza.
Al cabo
de todo, salgo de la Pinacoteca
ante el
embeleso de los que me miran
como si
fuese un ateo que corre alrededor de las iglesias
con los
diezmos en las manos.
Ya en
casa al verme frente al espejo,
permanece
en mí, lo que el lienzo revelaba.
Ahora
entiendo la paciencia
que
tanto se me escapa
debajo
de mi propio rostro.
Entonces,
mis ojos, tan solos, tan íntimos,
tan
repentinos como saltos de venado
ensombrecen
más mis pupilas
que por
sí solas emanan soberbias por la impunidad reinante.
Tito Mejía Sarmiento
*Título de un cuadro del maestro Alejandro
Obregón, a la memoria de Gloria Lara,
directora Nacional de Acción Comunal y asuntos indígenas, durante el
gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala, asesinada por el grupo armado
Organización Revolucionaria del Pueblo.
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