viernes, 12 de abril de 2013

Vamos a andar

¿Cuál es la trama?

Por Rodrigo Ramírez Pérez

Los literatos que escriben novelas, cuentos, guiones cinematográficos y libretos para el teatro y la televisión, incluso todos aquellos que narran relatos tienen muy claro cómo es el manejo de los momentos para jugar con la trama, esa que nos mantiene a todos a la expectativa.

Vivir la vida que nos correspondió obedece en gran medida a la conducta de la trama, cada uno de los propósitos que nos empeñamos en sacar adelante se nos convierte en un conflicto, lo cual es parte de la trama y nos pasamos en gran medida aplazando o evadiendo las tramas, y nos quedamos con los problemas, porque algunas veces no sabemos cómo resolver la trama de la vida y por eso en ciertos casos no vemos clímax.

      Recuerdo muy bien la fábula de los tres hermanos que me enseñó mi amigo Silvio. Y todos en la vida que nos correspondió vivir, en cierta forma somos en oportunidades como el hermano mayor, poco arriesgado y cobarde; de otra manera somos como el hermano del medio, no aprendemos de los errores y nos pasamos la vida repitiendo la historia y en otras ocasiones somos como el hermano menor, le tenemos el ojo puesto a todo.

      Los tres hermanos fracasaron sencillamente porque les faltó confianza y estrategia, siempre tienes que arriesgar, siempre tienes que aprender y lo más importante tener metas y cumplirlas una a una para que el ojo puesto en el propósito cumpla con el todo que queremos conquistar.

      Más popularmente lo dice una canción vallenata: “Si vas a ser zapatero que seas el mejor”. Ser el mejor no quiere decir que seas la “última cocacola del desierto”, es ser justo no más, porque la justicia no te permite actuar desproporcionadamente en todos los sentidos.

      Creo que los grandes líderes de la humanidad como Jesucristo, Mahoma, Gandhi y en estos tiempos, Nelson Mandela, son el mejor ejemplo de auténticos luchadores convencidos de sus propósitos, por eso jamás declinaron de la meta, en ciertos momentos de la vida fueron como los tres hermanos pero aprendieron a superarlo y se tuvieron confianza.

      Estas reflexiones generalizadas me permiten puntualizar en la situación política, social y económica de la ciudad donde nací, donde me he criado y donde creo que moriré: Cartagena de Indias. Históricamente es una urbe Heroica, muchas han sido las luchas que sus líderes han dado, sin embargo pocas veces se ha cantado victoria, porque ha faltado lo más importante, confianza.

      Insisto en esta palabra, confianza, porque nos hemos empecinado en hacerle la guerra, en ciertas oportunidades, a aquel que está del lado nuestro, sencillamente porque no consensuamos y creemos que nuestra verdad es la absoluta. Muchas veces el problema es de comunicación y de interpretación entre los que luchan por la justicia humana de los cartageneros.

      En la ciudad se vive mucho del ruido, del bochinche y de los falsos bandos, los que dicen ser los moralistas y los que señalan de ser los perversos. En el fondo la poca capacidad de enfrentar las verdades y la ausencia total de consenso es lo que hace que unos frentes de combates se desgasten en unas riñas pocos sanas, que margina y discrimina. Por eso somos en la actualidad una sociedad anarca, sin líderes y con los defectos de no desarrollar los momentos de las tramas para poder vivir  el auténtico clímax.

Tras las huellas

Entre Dioses y Maestros 

Por Alejandro Salgado Baldovino

En los últimos años, cuando las religiones más populares en el mundo han empezado a mostrar una gran disertación en el número de fieles o creyentes, hemos sido testigos del nacimiento de nuevas religiones y movimientos ideológicos.

El año pasado se estrenó un filme que trata de cierta forma el tema. La película The Master de Paul Thomas Anderson (Magnolia, There Will Be Blood), que aborda los inicios de la cienciología. Una iglesia y una religión prácticamente nuevas, en la que los seguidores pudieron observar e interactuar directamente con su maestro y su líder. Un honor no muy común en las religiones tradicionales, en donde nunca se tuvo la oportunidad de hablar a su maestro, de escucharlo y mucho menos de confrontarlo y cuestionarlo directamente sobre nuestras dudas e incertidumbres.
      Toda esta introducción para comentar uno de los casos recientes que me ha llamado la atención. Con la muerte del presidente de Venezuela Hugo Chavez. 

      No voy a hablar sobre política, ni a satanizarlo ni glorificarlo. Sólo haré énfasis en algo que me llamó mucho la atención, y es el proceso de santificación o beatificación que se le ha querido dar al ex presidente, por sus fieles y sucesores.

      Son muchas las noticias que escuchamos al respecto, sobre exhumar su cuerpo, las personas rezándole o las comparaciones con la figura central del cristianismo Jesús de Nazaret. Incluso, uno de los más recientes pronunciamientos fue su manifestación física como un pajarito. En lo que se podría ver como una alusión al espíritu santo.
      Aunque todos estos casos nos den risa y hagamos bromas al respecto, sobre todo con las terribles redes sociales, que han puesto a los famosos a pensar antes de publicar algo, hay muchas personas que creen fervientemente en toda esta información. Por distintos motivos, por convicciones personales o por el mismo entorno en que se encuentran. 

      Por lo tanto, estos casos recientes de glorificación, deben servirnos de ejemplo para hacer un sencillo ejercicio de visualización, recordando y remitiéndonos a los mismos cimientos de otras organizaciones o movimientos ideológicos. Como por ejemplo, puede ser nuestras mismas creencias, nuestra misma religión. Porque todas ellas, desde las antiguas hasta las más recientes, fueron procesos y movimientos que nacieron en sus respectivas épocas y han sobrevivido a nuestros días. 
      Pensemos que quizás hace muchos años, cuando hablaban de un tal Jesús, de los milagros, de las enseñanzas, del espíritu santo en forma de paloma, un gran grupo de profanos se burlaban, se bufaban, pensaban que lo que hacían y en lo que creían era ridículo, y también es posible que pensaran que nunca caerían en algo parecido. 

      Pero las técnicas de control mental, de las masas y los lavados de cerebros son los que han contribuido a formar nuestra actual civilización. Y junto con los avances de la ciencia, también han avanzado los estudios sobre la mente. Lo que es una gran arma contra la población. Puede ser algo positivo, pero también negativo, todo depende de cómo se utilice la información. Y la información en estos tiempos es poder, y ya sabemos de los terribles estragos del poder en el ser humano. 
      Entonces, actualmente podemos ser testigos de muchos cambios o nuevas versiones de viejos procesos o movimientos (el inevitable eterno retorno). Así que antes de burlarnos y decir que nunca caeríamos en algo parecido, deberíamos hacer un repaso del pasado y el presente, y además recordar una frase lapidaria del mismo filme de Thomas Anderson:
      “… Pues, si descubres una forma de vivir sin servir a ningún maestro, sea cual fuere, cuéntanos a los demás cómo lo lograste. Pues serías el primero en la historia de la humanidad”.

Hispanorama

Tipical spanish versus la sana autocrítica

Por Alicia Rosell

Hay un programa de televisión en EITB muy conocido a nivel internacional, ¡VAYA SEMANITA! Hoy me apropio del nombre y de lo que implica, porque realmente aún no hemos acabado la semana aunque sea viernes. ¡Vaya semanita la que llevamos! Por muchos y variados motivos. Las noticias arden con la misma virulencia con que ayer ardía entre lenguas de fuego el casco urbano de Bermeo (pueblo pesquero vizcaíno, hermoso y querido) dejando a casi treinta y cinco familias sin hogar y 5 edificios colapsados por las llamas (gracias al cielo, sin muertes). 

      Esta semana que empieza a morir se llevó con su amiga 'la parca' a grandes del cine y de las letras (Sara Montiel que ya dejó de fumar puros, los ‘jamones y huevos de oro’ de Bigas Luna y se apagó la sonrisa de nuestro José Luis Sampedro a ritmo de un Campari. No menciono a la ‘Dama de Hierro’ porque no ‘es nada nuestro’ y no me sale el hacerlo... Ahora no recuerdo quienes más, pero se fueron tantas personas, ¿o no? No solo famosas... Vecinos, amigos, familiares de casi todos nosotros. Pero además, en esta semanita horribilis (como diría la gran Reina Isabel de Inglaterra, con quien solo coincido en que cumplimos años el mismo día, que no los mismos años), se elevó el número de mujeres asesinadas por sus parejas o ex-parejas y el contador no para de correr junto con la sangre de mis congéneres a manos machistas (¿no se puede castrar a los asesinos? De paso, hasta pueden acabar ganándose la vida en la ópera), los desaguisados cocinados en torno a la política se condimentan con sabores que van del agridulce al amargo (todos incluyen el vómito a punto).

      El panorama no es halagüeño por parte alguna. Leo chistes que me causan risa nerviosa y otros que me hacen 'llorar' de pena de tan malos aunque son reflejo de la realidad. Se acerca el día del Libro y mientras más lo pienso, mi cara va cambiando de colores: paso del pálido blancuzco al rojo histriónico y al morado rabioso que me causan las noticias sobre el ‘mal estado de salud de la edición’ (la salud lo es todo, sea de la clase que sea, la salud es un círculo vicioso que nos están cerrando para deterioro de nuestra calidad de vida). No me preocupan los libros que se venden o no se venden cuando son malos los que más se venden, ¡paradoja!; me preocupa que la salud moral de la cultura se venga abajo porque la crisis, el monopolio de cuatro gigantes editoriales con sus aparatos digitales lectores y el maltrecho bolsillo de los lectores puede no dejar este año un buen balance para las Ferias del Día del Libro.

      Pero esto no acaba aquí... Se suceden tantos disparates nacionales que todos debiéramos volver a visionar “La escopeta nacional”, película de García Berlanga que retrata nuestra 'querida España, esta España nuestra...' (Letra de la canción de Cecilia).  Y créanme, sigue de plena actualidad, diría más bien que de total actualidad y precisa 'segundas partes'. Tal vez algún guionista o productor de cine lo tome en cuenta. Al menos, yo acabo de leer una historia tan buena que bien serviría para montar otra ‘escopeta nacional’, pero entremezclando los problemas raciales, discriminaciones y demás problemas que pasaron a segunda plana... ¿Me comprenden ahora? ¿O presta alguien atención a los africanos que siguen intentando llegar a nuestro país dejándose morir en el mar? Por si alguien se despistó, hubo otra noticia esta semana sobre este asunto y poco se ha comentado. 

      Si es que no doy a contarles de esta ¡vaya semanita! que estamos viviendo; y no porque sea peor que otras, más bien y esto me preocupa, es un simulacro mejorado y esperpéntico que se suma a la realidad del 'tipical spanish'. ¿Que escribo con ironía? Realmente, escribo con la realidad que vivimos. A este paso, les voy a recomendar que solo pongan el televisor o entren a facebook cuando tengan ganas de suicidarse, porque entre estas y las noticias de la corrupción política, que los malos acaban en la calle y los buenos en la cárcel porque roban comida para sus hijos y que seguimos sin entendernos entre los propios ciudadanos de diferentes ideologías (creía que después del “15M” ya solo existiría ‘una sola y única’ (ideología, aclaro), pero nos equivocamos y José Luis Sampedro no descansará tranquilo. No hasta que este país suyo tan nuestro donde los turistas alemanes e ingleses tienen más fácil la vida que nosotros, donde los paletos son los políticos y los buenos estadistas son ciudadanos que no se atreven a tomar ‘el mando’ (suena mal, ¿verdad? Pero compromiso obliga, ya saben...), no disponga de ‘descabezaderos’ donde empezar a pensar con las neuronas en vez de con la testosterona.

      ¿Y sigo? Leo a personas que ya no tienen para comer y exponen públicamente su caso (uno de millones) sin pudor alguno, porque el hambre tiene esto de impudicia que nos obliga a tragarnos el poco orgullo que nos va quedando para no morir de inanición (léase, mental y nutritiva). Y me pregunto, ¿qué diablos estamos 'no haciendo' que no hacen quienes debieran hacer ‘lo que no se hace’? 

      ¿Trabalenguas? Me reiría si de verdad lo fuera porque con un trabalenguas uno puede reír y hacerlo a mandíbula batiente si se le enreda la lengua. Lo imposible no es decir un trabalenguas de ‘carretilla’ sin equivocarse; imposible resulta que la lengua de los políticos no se suelte para darnos alguna noticia que nos alegre la recién estrenada primavera, eterna primavera cuajada bajo las sucesivas tormentas que nos han causado desde la transición democrática. Ahora ya saben por qué cuando hablan no se les entiende. Nos consta que la inteligencia no se demuestra con el uso ‘impropio-pedante’ de las palabras para transmitir o comunicar, sino en la falta de honradez que lleva a robar al prójimo sin desear para los ciudadanos lo que para ellos no quieren (ya sabemos que solo entran para 'forrarse' de dinero y así de abrigados, se van para Suiza y no a esquiar, precisamente).

      ¿Y si sigo? Creo que lo acaecido o por acontecer aún en esta semana que muere entre los extremos climatológicos (anda parejo con el panorama sociopolítico, fíjense), no es más ni peor que otras semanas ya pasadas, pero quizás sea menos o mejor que las próximas (quiero equivocarme, ¿acertaré?). Pero temo, sin asomo de extrañeza, que vamos a seguir siendo mal vistos desde fuera de nuestras fronteras y dando una imagen de nuestro país que solo piensa en el fin de semana, el baile y la jarana, que canta flamenco en cada rincón del país, come y vende chorizos y longanizas por puro vicio, que se divierte al son de la pandereta y la cuchipanda, celebraciones de ‘botellón’ y ‘escreches’, suicidios de personas que caen en la depresión por no poder alimentar a sus hijos aunque viven en un país promisorio y lugar de destino para desatinados inversionistas americanos que crearán empleo a costa de la seguridad ciudadana y nos convertirán en una versión de Las Vegas a lo “Sodoma y Gomorra”... Esto atraerá el turismo y no habrá por ello más prostitutas en las afueras de las ciudades ‘haciendo la esquina’. Algo es algo. Por algo se empieza. El problema es que sea el comienzo del final, y no digo esto por ser pesimista. Pero ya saben el refrán: "El que avisa, no es traidor".

      Habría que mucho más contar de lo que está dando de sí la semana (casi todo noticias malas, pocas esperanzadoras y mínimas las buenas) y yo he acabado yéndome por los 'cerros de Úbeda' (para el españolito no docto en geografía les diré que ese pueblo está en Jaén). 

      Ya pues, para allá me retiro con la imaginación, que para algo la tenemos y hay que usarla. Veré si entre olivos puedo pensar menos y encontrar soluciones a mis propios problemas, que todos queremos solucionar el mundo pero aún no empezamos por nosotros mismos. Vamos a dejar de lado la chirigota nacional que nos envuelve y solo sirve para vender “El Jueves” y ojalá nos centremos en ayudar al prójimo como a nosotros mismos. Porque toca arrimar el hombro cada día y cada semana, un poco más. No sirve quejarse y criticar sin actuar. Esa hipocresía ya está desgastada por los políticos.

      Y mientras en el casco viejo del pueblo vizcaíno de Bermeo se trata de recuperar la normalidad (aparente siempre tras sucesos traumáticos como estos de quedarse sin hogar), ya me he buscado un gorro para protegerme de los rayos del sol que no sale pero causa más problemas que beneficios (se parece al Gobierno de turno), pero sin el cual no podemos vivir porque sin sol no somos ‘nós’ (perdón, quise escribir ‘ná’). Listo... Voy “haciendo camino que se hace camino al andar”, parafraseando a Don Antonio Machado y del olivo me voy para el lagar a estrujar olivas y llevarme aceite puro para desengrasar las arterias y alimentar las células de antioxidantes.

      Estimados, que el fin de semana sea benevolente con ustedes y les voy a dar una receta que no es de mi abuela, sino mía. A quien tenga ganas de perder el tiempo en pensar cómo evitar que nos quiten el sueño de tantas formas ingratas y desquiciantes, les deseo mucho optimismo para enfrentar otra semana que estará con nosotros, los supervivientes, a la vuelta del domingo; y para quienes no tengan las mismas ganas, puedan ni quieran hacerlo, pues denle al porrón (eso sí, llénenlo a la mitad y adulteren el vino) y tal vez solo así, logren no pensar que la situación no da para más. Tampoco comiencen ahora a abusar del alcohol, que no es ni fue nunca la forma de evadirse, sino de inmolarse lentamente...

     Paciencia, resilencia y al ruedo, nos guste o no la fiesta nacional que de fiesta no tiene ‘ná’. Quise decir nada, pero lo castizo es lo único que nos van dejando en herencia y de ahí, ¿al hoyo? No. Sigamos sembrando esperanzas.  

* Un artículo de opinión de Alicia Rosell (Purificación Ávila), escritora, editora y directora de HISPANORAMA.NET y del periódico Interperiodismo Digital. 
En Bilbao, 12 abril 2013.

domingo, 7 de abril de 2013

Por el ojo de la cerradura

(En clave muy personal, al cumplirse 9 años del asesinato del alcalde de Santo Tomás, Nelson Mejía Sarmiento). 

“Mi papá se murió sin saber quién asesinó a su hijo Nelson Mejía Sarmiento”. 

Por Tito “Sensación” Mejía 

El viejo César Eurípides Mejía Pizarro murió según el acta de una clínica barranquillera de una fuerte gripe a los 93 años, el 11 de abril del año 2011. 
Mi papá estaba lúcido a pesar de tantos años, su visión y audición eran incólumes, pero en su cara centelleaba el hecho individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor, de incesante zozobra interior y exterior que, sabía que se iba a morir sin tener conocimiento a la larga de quién había dado la orden de acabar cobardemente con la vida de su hijo Nelson Mejía Sarmiento, el alcalde en ejercicio de ese entonces de Santo Tomás (Atlántico), aquel 29 de abril de 2004 a escasos metros de las instalaciones del DAS en Barranquilla. Fueron dos disparos certeros a la cabeza del alcalde y también dos disparos certeros al alma de toda la familia, especialmente a la del viejo César.

      Es que a partir de ese instante, mi papá ya no fue el mismo, casi todos los días eran profundamente tristes en su marginal silencio, desde las rurales mañanas hasta cuando las tardes se perdían en el extraño abrazo de las noches que los acunaba. El viejo lloraba calladamente y hablaba de Nelson para sus adentros como exigiendo justicia para que el crimen no quedara como hasta la presente sigue, impune después de ocho años. 
      Papá persistía y persistía en dar a conocer su inconformidad frente a la sociedad como aquel poeta que protesta a través de sus mágicas palabras, llamando a las emisoras casi todos los fines de semana, para ver cómo iban las investigaciones del caso juzgado con relación al crimen de su hijo amado Nelson, y esto de alguna manera porque él me lo manifestó en varias oportunidades, le daba ánimo a su fértil corazón, donde todavía según él, echaban raíces sagazmente la esperanza de que la verdad sobre el asesinato saliera a flote algún día y no se perdiera en el espacio que ahonda el vacío inabordable de la razón de ser o de una locura imprevista del tiempo dolorosamente resignado para todos nosotros, para toda una familia destrozada desde aquel aciago día. Por ejemplo: Mi madre Eloína, quien aún vive, en ocasiones pierde el sentido de las proporciones, y se enlaguna, producto de un Alzheimer, en la intrépida angustia de hallar a su hijo Nelson en casa o en un paisaje paradojal, quedando atrapada además, en un llanto cuasi eterno hasta cuando uno de nosotros: Cipriano, Arnaldo, Bertha, Vilma, Alejandra, Alex, Nolasco o yo, la devolvemos a la realidad de manera injusta, no sin antes pasar por un desmedido torbellino de dolor. Y qué decir de Onésima, la esposa de Nelson, y de sus hijos; pues ellos prefieren guardarse sus pesares en un profundo y respetuoso silencio y acrobacias sálmicas, sin olvidarlo como es lógico un solo instante de sus vidas, sobre todo en las noches cuando los pájaros se alistan para surcar las casas arrastrando el amanecer. 

Presentes ausencias 

      Mi papá era un hombre que a pesar de haber cursado sólo hasta quinto año de primaria, supo recorrer por cuenta propia su camino intelectual, hablando dos idiomas(Español e Inglés, incluso un poco de Alemán)y llegando a ser por muchos años, jefe del departamento de contabilidad de las empresas Scadta, Socograsas e Industrias Yidi. Había que verlo, hablando con excepcional propiedad de la situación política de nuestro país y de otras latitudes, con mis amigos escritores Pedro Conrado Cúdriz y Ramón Molinares Sarmiento en la terraza de la casa, sin dejar escombros regados por las calles de la historia, mientras otros contertulios dominicales en derredor como potrillos sin riendas aprobaban con sus cabezas en el imaginario imperio de la memoria. Recuerdo como si fuese ahora que antes de empezar su intervención, el viejo César prometía ser breve, pero con gentileza también advertía que debía tenerse sumo cuidado cuando se le daba la palabra a un godo laureanista como él, porque se corría el riesgo de que se pasara 20 años hablando sin parar, pero meses después del asesinato de su hijo amado Nelson, papá ya no fue el mismo: tocaba el portón de las angustias, traspasaba el tiempo de evocaciones viejas con su aguda lanza, mientras las huellas de la vida iban quedando impresas en los ojos del alma para siempre con sus lágrimas furtivas y rebeldes ante una “justicia injusta”. 
      Por todo lo anterior, creo que definitivamente: “Mi papá se murió sin saber quién asesinó a su hijo Nelson Mejía Sarmiento, alcalde de Santo Tomás, el 29 de abril de 2004, mientras tanto todos sus familiares estamos aquí, frente a los embates inagotables de las cosas habituales como queriendo despertar lo que parece muerto.” 

¿Quién fue Nelson Mejía Sarmiento? 

      En un país angustiado y salpicado por la crisis social y la violencia, el médico cirujano Nelson Mejía Sarmiento, graduado en La Universidad Estatal de Cuenca (Ecuador), llegó a ser elegido dos veces alcalde
popular de Santo Tomás para los períodos constitucionales de 1995 a 1997 y de 2004 a 2007 (obteniendo las más altas votaciones en la historia del pueblo tomasino y realizando una magnífica labor en su primera administración: ¡Ahí están las obras, ante los ojos de todos!) pero unas balas asesinas acabaron cobardemente con él, aquel 29 de abril de 2004 a las 12:45 de la tarde cuando contaba con 43 años.
      Segundos después, la vida a todos los habitantes de la población se le vino encima como un volcán de iracunda erupción que todo el mundo conoce. Y el pueblo que es soberano y constituyente primario no se convirtió en el payaso de la realidad y supo interpretar la historia, eligiéndolo nuevamente por tercera ocasión aún estando muerto, en la persona de su esposa Onésima Beyeh Cure el domingo 27 de junio de 2004. 
      “Un hombre de puertas abiertas, por donde, sin pedir permiso, entraba todo el quería a cualquier hora del día o de la noche”. 
Ramón Molinares Sarmiento 

      “NELSON no sabía que lo iban a matar. Lo que sí sabía, es que un grupo de amigos y yo lo íbamos a recordar para siempre, y que parodiando al maestro Héctor Abad Faciolince, lucharíamos por rescatarlo del olvido, al menos por unos cuantos años más, que no se sabe cuánto duren, con el poder evocador de las palabras”. 

Bitácora

Emma Reyes, Memoria por correspondencia

Por Pedro Conrado Cúdriz

Curiosamente en estos días de vagancias y lecturas placenteras, un profesor me dijo que él no entendía para qué carajo servían los libros, porque después de años de vicio lector, los libros lo aburrían y le resultaban inútiles. Quisiera comprenderlo, pero aparto la vista y me dedico a disfrutar la lectura de varios libros que compré en diciembre: Memoria por correspondencia, Uribe es la suegra de Santos, de Camilo Durán Casas, Contra la memoria, de David Rieff, Los secretos de Steve Jobs, de Carmine Gallo, y Sin fines de lucros, de Martha C. Nussbaum.

      Cuando uno lee el libro de Emma Reyes, la historia de este país nos da vuelta en la cabeza como un trompo loco; imágenes atroces, que no han desaparecido del todo en el país, nos acompañarán hasta la última página. Y nos llama poderosamente la atención de la narradora el humor, la inocencia recobrada y la ausencia de odios perpetuos, a pesar de “Los miserables”.

      Y logré preguntarme por qué la memoria humana se especializa en guardar tanto dolor y trauma existencial. Quizá porque la memoria de la infancia de Emma Reyes fue terrible, y aunque algunos actos felices de su vida fueron marcados en el libro, éstos no fueron superados por la soledad, la angustia, la orfandad, el maltrato y el vacio del tiempo futuro.

      De Memoria por correspondencia me impresionaron varias cosas: el vaciado de la bacinilla, que “habíamos usado todos durante la noche”; la historia del general Rebollo, un muñeco que representaba la simbología de los afectos perdidos y posteriormente la historia de Terrarrurra, otro muñeco simbólico de la locura de la soledad en el convento; la historia del diablo y todo el adoctrinamiento religioso medieval que nunca fue comprendido por la niña.

      Emma reyes vivió en las primeras décadas del siglo XX, recluida en un claustro religioso, hasta que se escapó de la tiranía del sistema y se hizo pintora, lejos de ese mundo viciado, quien lo creyera, por la ausencia de Dios.

      Los que hemos leído el libro, sabemos que desde que abrimos la primera epístola, nos fue difícil abandonarlo. La narración es fluida y pegajosa, igualmente graciosa, sobre todo para una mujer que aprendió los líos de la lectura y la escritura casi en la pubertad. Narrar tiene su arte y la autora de Memoria por correspondencia lo aprendió a hacer desde la necesidad de una oralidad que la ayudara a aquietar el sufrimiento.

      En la aventura del vivir la autora nos cuenta los pormenores de su desarrollo infantil, la locura perpetua de los adultos, la pedofilia y la locura de un hombre que le vació el contenido de los desperdicios de su vejiga en el cuerpo cuando había cumplido cuatro años; incluso nos narra la primera vez que vio un monstruo de cuatro llantas, asomando su rostro y sus ojos gigantes e iluminados, pero recorriendo la calle.

      El testimonio del profesor sobre la inutilidad de los libros, me cae como una montaña viviente, porque la lectura de un libro como este que reseño, vuelve inútil la sentencia profesoral. En este libro está atrapada la inocencia de miles de niños huérfanos de Colombia y sobre todo, el desfile de imágenes que nos sobrecogen por inverosímiles. Nunca la inocencia de los niños ha sido respetada en este país y Memoria por correspondencia es un testimonio incomparable para saber que en esta nación la niñez es una aventura dolorosa. Duele ser niño, pero también duele ser adulto

jueves, 4 de abril de 2013

Vox populi

El  Cazador de Imágenes

Por Alfonso Hamburger

Un  día, en la búsqueda de un ángulo diferente en el que obturar el encuadre de su cámara, Donaldo Vergara, empezó a seguir la rutina de un perro enamorado. El perro anduvo oliendo sardineles, cruzando calles, buscando perras en celo, hasta que decidió mear en el primer sitio adecuado que hallara en el camino, para que sus posibles conquistas supieran de las características de sus olores almizclados  y sus suspiros de perro enamorado. Pero esta vez,  para fortuna del cazador de imágenes, el perro no alzó su patica trasera en un poste de la luz para echar su meada enamorada, sino que la colocó con gracia en la pared de una casa vieja de palma que se recostaba -cansada por los años, hacia la calle- su paso por el siglo ya entrado en años.

      ...Y Donaldo, que así premiaba su cacería de perros, encandiló la escena a su gusto. El resultado no podía ser mejor que lo buscado. Con su patica alzada, el perro da la impresión de estar aguantando como una horqueta de guayacán de bolas a la casa, que parece irse al suelo. Allí  estaba plasmado el arte del fotógrafo. Lamentablemente, por falta de un archivador, o de un verdadero museo, en el que guardar al Sincelejo que  Vergara captó mil y una veces con su cámara vieja, aquellas fotos se han perdido sin que se les diera el verdadero valor.
      Es que el valor de este arte se divide en 50 por cientos iguales, uno para la máquina y uno para el fotógrafo.
      Donaldo tiene ya 77 años y su corazón joven busca por estos días montar un estudio fotográfico en blanco y negro, porque el color, con todo su despliegue, no ha minado la fortaleza de los contrastes que se pueden lograr con una  combinación de blancos y  negros, de sombras y de luces.
      La fotografía, como el toreo, el boxeo, la magia, el cine y la música, han sido las hobbies de este Sincelejano raizal, que todavía no desmaya en su intensión de artista genial. Y todo hobby es caro, por supuesto, a Donaldo le ha costado una inversión de más de  55 años.
      En el cuarto de San Alejo, de su casa del barrio La Pajuela, entre el trinar del mochuelo y el sonar del lavado de los platos de la nieta que sirve el tinto,  Donaldo no sólo rasga las notas de un bolero en su guitarra, sino que escarba en su máquina Kodak  Master  Wiew 4 X 5 de más de 80 años, una verdadera reliquia. De estas máquinas, en las que por una manga negra se introducía el brazo para revelar los recuerdos, sólo deben existir dos en el mundo, la de Donaldo y una gemela, que quién sabe Dios dónde se halle…

      Ahora, entusiasmado por la visita dominguera de los periodistas, Donaldo busca en un álbum viejo algunas de las fotografías que han escapado a la lucha de los años, de los amigos y de los periodistas que se las llevan para traerlas mañana y no regresan. Van apareciendo, entre fotos familiares, casas viejas, fotografiadas artísticamente, con contrastes llamativos, desde ángulos inimaginados. Entre las sombras del alar de casillas viejas de palma apelotonadas en las tres esquinas, se yerguen las torres gemelas de la catedral. Las casas ya no existen, pero la catedral sí y ella puede atestiguar de que se trata de Sincelejo y no de otra ciudad. Casas de más de cien años, como en la que las hermanas Peredo tuvieron por muchos lustros su tienda famosa,  el antiguo teatro Apolo, donde hoy están las instalaciones de El Universal de Cartagena... en fin...

      Son la única manera de preservar a la ciudad vieja de los embates del modernismo y de la amnesia de la memoria. Donaldo se especializó en retratar locos en las calles, que son verdaderos personajes, como máquina, la ñata María, etc.

      Pero lo más importante en Donaldo es que su joven corazón (sabe que está viejo sólo cuando se mira al espejo), está cada día más renovado en ese afán de  un arte integral, porque sabe que ninguna mano está más capacitada para hacer con ella los designios de Dios, de hacer al hombre a su imagen y semejanza y creado para crecer bajo su fe.

miércoles, 3 de abril de 2013

Letras sin fronteras

Una larga espera

Por Irene Ángel Agudelo

Mientras le daban revisión general al carro de mi amigo Ricardo, decidimos sentarnos a esperar enseguida del taller. Era un bar con mesas afuera, protegidas por un techo de lona. No habíamos terminado de sentarnos, cuando se acercó una chica de vestido rojo, juraría que debajo no tenía ropa, era casi transparente, al menos para mi amigo lo era, pues no le quitó la mirada de sus grandes pechos; sin exageraciones, parecían naranjas gigantes; a él se le perdió la mirada y se fue por un momento de este mundo. Ella tuvo que repetir la pregunta que ya había hecho, aunque no le importó que mi amigo entrara en un mutismo pasajero o en un sueño de adolescente y, sin turbarse, preguntó con una sonrisa de niña: ¿Qué van a tomar?
Mi amigo contestó:
Una cerveza y… suspendió la mirada de los senos grandes y redondos como naranjas y reaccionó para preguntarme en voz suave qué iba a tomar yo.
Agua, le contesté.
Ella se alejó meneando su caminado; mi amigo la seguía y suspiraba 
-Qué niña tan hermosa-
-¿Qué niña?, ¿no ves? Es una mujer, o estás ciego, no creí que fueras tan morboso, casi la tocas con la mirada-le dije enojada, aunque no tenía por qué enojarme, pues él no era ni mi novio, ni compañero, era solo mi amigo desde hacía veinte años y esporádicamente salíamos a recordarnos, pero estaba enojada de descubrir su parte oscura, y yo que lo creía un hombre fuera de lo normal, fuera de lo común; nunca pensé que él también miraba de esa manera a las mujeres y eso me dolió.

Se paró para dirigirse al taller y me dijo: espérame un minuto, ya vuelvo.
Yo me quedé sola viendo pasar los carros por la Avenida, miré hacia el fondo del bar y allí se encontraban sentadas cinco jóvenes vestidas igual a la que nos atendió, al lado de ellas un piano de monedas y un señor, llorando, escuchando por tercera vez el mismo tango, de esos que solo se escuchan para pasar una pena de amor.. 
Estaba en mi tarea de observadora del lugar, cuando me sacó de mi estado una chica que llegó a carcajada abierta y mostrando su triunfo por algo que nunca supe, pidió un ron a plena voz. Tenía el rostro parecido a las estampillas de la virgen y no aparentaba más de veinte años de edad, pero seguro que la conversación que escuché, daba cuenta de su experiencia en los recodos de la vida, especialmente en el sexual, aunque no era de mi incumbencia, hablaba para que todo el bar se enterara, decía que desde que la habían echado, para ella era mucho mejor, pues tenía más tiempo para irse a la costa o a la ciudad que ella quisiera y con los amigos que la invitaran; también refirió que nunca le faltaba la plata para gastar en lo que quisiera y darle a sus dos hermanas menores y a su mamá. 

En medio de la conversación, se me olvidó la hora y mi amigo aún no llegaba, el sol estaba calentando y yo tenía ganas de irme rápido de ese lugar, me pareció tan triste por la juventud perdida y también por la que llegó con cara de virgen, contando sus maravillas con el que le había dado en un día cinco millones para que se comprara lo que quisiera.
En ese momento llegó Ricardo, mirándola directamente, ya no por sus pechos, que los tenía bien grandes, sino por la cara perfecta que la vida le había regalado, según hablaba, en su vida nunca había cogido en sus manos un libro o un periódico, algo que le diera noticia del mundo y sus vicios, pues creo que todos los vicios los contenía ella en su cuerpo, pues descaradamente y sin importar lo que dijera el dueño del bar, sacó una papeleta con un polvo blanco y se fue al baño, riéndose y mostrándole a sus compañeras o ex compañeras de trabajo, que ella sí hacía lo que le daba la gana.-hasta me la regalan- les dijo y se alejó.
Mi amigo y yo seguimos hablando del asunto del carro y me advirtió que había que esperar otra media hora, pues su amigo de confianza aún no llegaba a mirar el motor, se levantó y de nuevo se fue al taller. Por primera vez me sentí sola y desprotegida, aunque yo no era una niña, pero nunca había escuchado tanta información de primera mano sobre una situación tan bochornosa.

Un grito me hizo mirar hacia la mesa de la joven que ya había vuelto del baño, se le había regado el ron, pidió otro, mientras gritaba que le limpiaran la mesa. Rápidamente, como si ella fuera la dueña del lugar, corrieron a atender sus pedidos y ella que no dejaba de reírse, metió sus dedos dentro del vaso, luego se los llevó a la boca y se los chupó uno a uno, mirando a un joven de uniforme azul engrasado, que se acercaba sonriente.
-Hola amor, le dijo ella, cogiéndolo de la mano.
-Cómo te fue en vacaciones- le preguntó el joven.
-¿Vacaciones?, no sabías que me echaron- le dijo ella sorprendida.
-Pero si eras la más linda del lugar, el dueño es el que pierde, ya sin ti, no vuelvo.
Ella prendió un cigarrillo y tirándole el humo a la boca le dijo en un susurro malicioso e intencinado – fue por pura envidia.
El muchacho empezó a acariciarle los muslos, mientras exhalaba lo que quedaba del humo del cigarrillo y ella le sonrió diciéndole que más tarde terminaban lo empezado. Le explicó que mejor la habían despedido, así le estaba yendo de maravilla y siguió contando sus pericias para escaparse del trabajo y cómo el dueño la había pillado. -Me fui tres días con Pedro para la costa,  me pillaron que no estaba enferma- le dijo aún con la sonrisa maliciosa.
-y… ¿por eso te echaron?
-Claro que sí, me fui sin avisar.
-¿Y cuándo te vas conmigo?, le dijo el joven entusiasmado.
-¿Con usted? -Le dijo despectivamente-¿y si tendrás con qué llevarme a la costa?
-¿Y desde cuando las empleadas de este lugar se volvieron caras? le dijo el joven, esperando una cachetada, pero ella sonrió y le dijo: 
- A usted no le alcanza ni para llevarme a la playa con Junín y para que vea que también salgo con pobres, soy capaz de esperarlo, para que nos tomemos un ron.
El joven se despidió, prometiéndole que volvería después de la cinco, ya faltaba solo media hora. Volteo para decirle despectivamente, igual como ella lo había tratado, mientras se alejaba le gritó: mejor la llevo a la playa con el palo -y haciéndole un gesto bien feo con el dedo del medio, levantó la mano, dándole la espalda.

Mientras tanto, yo le hacía señas a mi amigo para que llegara rápido, estaba escuchando una conversación sin querer, música muy fuerte en mis oídos y no entendía porqué la muchacha estaba feliz contando lo que hacía y no hacía, a pleno pulmón.
Mi amigo se acercó con el mecánico y se sentaron, dije que ya era hora de irme, que tenía una cita y no iba a llegar a tiempo. Mi amigo dijo que esperara otros cinco minutos, que ya nos íbamos, sin embargo, pidieron cerveza y por eso me paré y me despedí, no antes de escuchar a mi amigo que le decía al mecánico:
-Esa que está allí sentada no sale sino con millonarios, pero con esa cara y ese cuerpo, seguro que gana donde sea. El mecánico voltea a ver de quien se trata y le dice:
-Ah, ella es mi ex novia, y cuidado con lo que dice de ella, que le ha tocado duro para salir adelante y sacar a su familia del hambre, mejor dicho, hermano, vea le digo, ella es una santa. 
Yo seguí mi camino pensando en lo último que dijo el mecánico, “una santa” , y aunque tenía cosas por resolver, me alejé triste de pensar en tantas como ella, que por múltiples motivos, no tuvieron la oportunidad de saberse mujeres con dignidad y ni saber su significado.